El día casi de chafó con una fortísima crisis de alergia, o de, ¡yo que sé!. Pero el espíritu se hizo presente, y si bonito fue el amanecer en mi sitio de retiro, aun mas gratificante fue el paseo con el Señor. El me acompañó hasta la vía del tren, y cual chivo expiatorio concedí al AVE que circulaba hasta Málaga a 350km/h, la carga de llevarse consigo malos rollos y pensamientos innecesarios. De veras que es así. Veo venir el tren y siento el fuerte temblor de esa pesada maquinaria al pasar junto a uno, y es como un chute de energía que me llega hasta el extremo de mi despoblado flequillo.
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Y esta noche, viviendo cada ser humano la esperanza de una manera, otros sentirán que sus corazones llegan a plenitud cuando vean a la Virgen del Rocío, a esa Blanca Paloma descender hasta sus hijos para llenarles de alegría y tornar en júbilo interior los corazones rotos por la emoción, o por las determinadas circunstancias. Por ello, desde este pequeño rincón del Cartujo, ¡viva la virgen del Rocío, viva la Blanca paloma, viva la Madre de Dios!