COMO FERMENTO
16 Tiempo ordinario (A) Mateo 13,  24-43
JOSÉ  ANTONIO PAGOLA - SAN  SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Con una audacia desconocida, Jesús  sorprendió a todos proclamando lo que ningún profeta de Israel se había atrevido  a decir: "Ya está aquí Dios con su fuerza creadora de justicia abriéndose camino  en el mundo para hacer la vida de sus hijos más humana y dichosa". Es necesario  cambiar. Hemos de aprender a vivir creyendo en esta Buena Noticia: el reino de  Dios está llegando.
Jesús hablaba con pasión. Muchos se  sentían atraídos por sus palabras. En otros surgían no pocas dudas. ¿No era todo  una locura? ¿Dónde se podía ver la fuerza de Dios transformando el mundo? ¿Quién  podía cambiar el poderoso imperio de Roma?
Un día Jesús contó una parábola muy  breve. Es tan pequeña y humilde que, muchas veces, ha pasado desapercibida para  los cristianos. Dice así: «Con el reino de Dios sucede como con la  levadura que tomó una mujer y la escondió en tres medidas de harina, hasta que  todo quedó fermentado».
Aquella gente sencilla sabía de qué  les estaba hablando Jesús. Todos habían visto a sus madres elaborar el pan en el  patio de su casa. Sabían que la levadura queda "escondida", pero no permanece  inactiva. De manera callada y oculta lo va fermentando todo desde dentro. Así  está Dios actuando desde el interior de la vida.
Dios no se impone desde fuera, sino  que transforma a las personas desde dentro. No domina con su poder, sino atrae  con su amor hacia el bien. No fuerza la libertad de nadie sino que se ofrece  para hacer más dichosa nuestra vida. Así hemos de actuar también nosotros si  queremos abrir caminos a su reino.
Está comenzando un tiempo nuevo para  la Iglesia. Los cristianos vamos a tener que aprender a vivir en minoría, dentro  de una sociedad secularizada y plural. En muchos lugares, el futuro del  cristianismo dependerá en buena parte del nacimiento de pequeños grupos de  creyentes, atraídos por el evangelio y reunidos en torno a  Jesús.
Poco a poco, aprenderemos a vivir la  fe de manera humilde, sin hacer mucho ruido ni dar grandes espectáculos. Ya no  cultivaremos tantos deseos de poder ni de prestigio. No gastaremos nuestras  fuerzas en grandes operaciones de imagen. Buscaremos lo esencial. Caminaremos en  la verdad de Jesús.
Siguiendo sus deseos, trataremos de  vivir como "fermento" de vida sana en medio de la sociedad y como un poco de  "sal" que se diluye humildemente para dar sabor evangélico a la vida moderna.  Contagiaremos en nuestro entorno el estilo de vida de Jesús e irradiaremos la  fuerza inspiradora y transformadora de su Evangelio. Pasaremos la vida haciendo  el bien. Como Jesús. 
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