15 Tiempo ordinario (A) Mateo  13,1-23
JOSÉ  ANTONIO PAGOLA - SAN  SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Antes de contar la parábola del  sembrador que «salió a sembrar», el  evangelista nos presenta a Jesús que «sale de casa» a encontrarse con  la gente para «sentarse» sin prisas y dedicarse  durante «mucho rato» a sembrar el  Evangelio entre toda clase de gentes. Según Mateo, Jesús es el verdadero  sembrador. De él tenemos que aprender también hoy a sembrar el  Evangelio.
Lo primero es salir de nuestra casa.  Es lo que pide siempre Jesús a sus discípulos: «Id por todo el mundo...», «Id y haced discípulos...». Para sembrar el Evangelio hemos de  salir de nuestra seguridad y nuestros intereses. Evangelizar es "desplazarse",  buscar el encuentro con la gente, comunicarnos con el hombre y la mujer de hoy,  no vivir encerrados en nuestro pequeño mundo eclesial.
Esta "salida" hacia los demás no es  proselitismo. No tiene nada de imposición o reconquista. Es ofrecer a las  personas la oportunidad de encontrarse con Jesús y conocer una Buena Noticia  que, si la acogen, les puede ayudar a vivir mejor y de manera más acertada y  sana. Es lo esencial.
A sembrar no se puede salir sin  llevar con nosotros la semilla. Antes de pensar en anunciar el Evangelio a  otros, lo hemos de acoger dentro de la Iglesia, en nuestras comunidades y  nuestras vidas. Es un error sentirnos depositarios de la tradición cristiana con  la única tarea de transmitirla a otros. Una Iglesia que no vive el Evangelio, no  puede contagiarlo. Una comunidad donde no se respira el deseo de vivir tras los  pasos de Jesús, no puede invitar a nadie a seguirlo.
Las energías espirituales que hay en  nuestras comunidades están quedando a veces sin explotar, bloqueadas por un  clima generalizado de desaliento y desencanto. Nos estamos dedicando a  "sobrevivir" más que a sembrar vida nueva. Hemos de despertar nuestra  fe.
La crisis que estamos viviendo nos  está conduciendo a la muerte de un cierto cristianismo, pero también al comienzo  de una fe renovada, más fiel a Jesús y más evangélica. El Evangelio tiene fuerza  para engendrar en cada época la fe en Cristo de manera nueva. También en  nuestros días.
Pero hemos de aprender a sembrarlo  con fe, con realismo y con verdad. Evangelizar no es transmitir una herencia,  sino hacer posible el nacimiento de una fe que brote, no como "clonación" del  pasado, sino como respuesta nueva al Evangelio escuchado desde las preguntas,  los sufrimientos, los gozos y las esperanzas de nuestro tiempo .No es el momento  de distraer a la gente con cualquier cosa. Es la hora de sembrar en los  corazones lo esencial del Evangelio. 
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