1 de Cuaresma (B) Marcos 1, 12-15
JOSÉ  ANTONIO PAGOLA, SAN  SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Antes de comenzar a narrar la  actividad profética de Jesús, Marcos escribe estos breves versículos: «El  Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días  dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le  servían». Estas breves líneas son un resumen de las experiencias básicas  vividas por Jesús hasta su ejecución en la cruz.
 Jesús no ha conocido una vida fácil  y tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia  carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios lo ha  llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él  hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de  prueba.
 «El Espíritu empuja a Jesús al  desierto». No lo  conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y  tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin  falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para  Jesús y lo será para sus seguidores.
 «Se quedó en el desierto cuarenta  días». El desierto  será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito  y nada acogedor es símbolo de prueba y purificación. El mejor lugar para  aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda  abandonado a sus propias fuerzas.
 «Tentado por  Satanás». Satanás  significa "el adversario", la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su  reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira,  de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la  injusticia.
 A lo largo de su vida, Jesús se  mantendrá vigilante para descubrir a "Satanás" en las circunstancias más  inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: "Apártate de mí,  Satanás, porque tus pensamiento no son los de Dios". Los tiempos de prueba hemos  de vivirlos, como él, atentos a lo que nos puede desviar de  Dios.
 «Vivía entre alimañas, y los ángeles  le servían». Las  fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán  a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía  de Dios que lo bendice, cuida y sostiene. Así vivirá Jesús: defendiéndose de  Antipas al que llama "zorra" y buscando en la oración de la noche la fuerza del  Padre.
 Hemos de vivir estos tiempos  difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está  empujando al desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humilde y  más fiel a su Señor. 
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