La Pascua
No sé qué es la Pascua para ti, pero déjame escribirlo con mayúscula y  decirte lo que es para mí.
La Pascua es la bondad y la belleza como origen de cuanto es a pesar de todo.  Todo está bañado en gracia, aunque no lo parezca, como esta mañana azul y verde.  El azul del cielo más arriba de todas las nieblas. El verde de la vida que  florece en la tierra sin ningún por qué: en el chopo junto al Narrondo, en el  diente de león, las prímulas y las margaritas, llamadas también belloritas o  pascuetas (¿a quién se le ocurrió este nombre?). La belleza y la bondad en todo:  eso es Dios, es la Pascua florida. Abre los ojos y mira: todo vive y es  milagroso, ¿no lo ves?
La Pascua es el “primer verdor” de la vida en la primavera. Desde hace diez  mil años, los agricultores y los pastores lo han celebrado. El cereal crecía en  los campos, los corderos corrían en los prados, la vida volvía, poderosa y  bella. Todo era regalo bueno del Cielo y de la Tierra, de Dios o del Misterio, y  había que agradecerlo. Los agricultores lo celebraron amasando el pan nuevo sin  levadura vieja; los pastores, comiendo el primer cordero del rebaño (¡pobre  corderillo,  que a todos nos recuerda que solo es justo vivir si estamos  dispuestos a dar, incluso hasta morir!).
La Pascua es la fiesta de la libertad, siempre en camino. Hace más de tres  mil años, un grupo de hebreos, esclavos del faraón egipcio Ramsés II, rompieron  el yugo de la servidumbre. Y se pusieron en camino a través del desierto hacia  la tierra soñada. Y desde entonces cada año, en la primera luna llena de la  primavera, han celebrado el recuerdo de la liberación y el sueño de la tierra  comiendo pan sin levadura y carne de cordero. “Pascua” en hebreo significa  “paso”: paso de la muerte a la vida, de la servidumbre a la libertad, del exilio  a la tierra. Pero es una tierra que ha sido prometida a todos y que nadie ha de  conquistar a costa de otros. Una tierra que aún no hemos alcanzado.
La Pascua es la memoria de Jesús, el profeta de la gracia y de la libertad,  que pasó la vida curando y librando, y arriesgando la vida. Los poderes de la  religión y del imperio tuvieron miedo. Y en la víspera de la pascua judía del  año 30 lo mataron cruelmente, clavándolo en una cruz. Pero la libertad no la  clavaron. La vida no la mataron. La bendita luz azul y verde, que emanaba de su  cuerpo llagado, no la apagaron. La presencia de Jesús, nueva como la primavera,  no la sepultaron. La bondad de Jesús no la pudieron vencer. La esperanza de la  tierra sin males no la pudieron enterrar.
Muchas discípulas y discípulos lo siguieron amando. Y dijeron: “Ha  resucitado”. Pero, tenlo por seguro, esa confesión nada tuvo ni tiene que ver  con sepulcros milagrosamente vacíos ni con milagrosas apariciones físicas, diga  lo que diga la Comisión episcopal española para la Doctrina de la Fe en su  Notificación, tan antipascual, contra el gran teólogo Torres Queiruga.  ¿A qué llamáis “milagro”, hermanos obispos? ¿Y a qué llamáis “Pascua”? Preguntad  a los discípulos de Emaús cómo les ardió el corazón en el camino de la vida con  todas sus decepciones. Preguntad a María de Magdala cómo vieron al Viviente los  ojos de su amor, en la luz de sus lágrimas. Eso es la Pascua.
               PARA ORAR
Yo dancé al amanecer, al empezar el mundo,
y dancé en la luna y en las estrellas y en el sol,
y bajé del cielo y bailé en la tierra:
nací en Belén.
y dancé en la luna y en las estrellas y en el sol,
y bajé del cielo y bailé en la tierra:
nací en Belén.
ESTRIBILLO:“Danza, pues, dondequiera  que estés.
Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él.
“Os ayudaré a todos, dondequiera que estéis,
y a todos os sacaré a danzar”, dijo Él.
 Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él.
“Os ayudaré a todos, dondequiera que estéis,
y a todos os sacaré a danzar”, dijo Él.
Yo dancé para el escriba y el fariseo,
pero ellos no quisieron danzar y no quisieron seguirme.
Dancé para el pescador, para Santiago y Juan:
ellos vinieron conmigo y danzamos. (Estribillo…)
Yo dancé en sábado y curé al paralítico.
La gente santa dijo que era una vergüenza.Me azotaron y me desnudaron y me colgaron,
y me dejaron morir allá en la cruz. (Estribillo…)
Yo dancé el viernes, cuando el cielo se volvió negro.
Es difícil danzar con el demonio detrás.
Sepultaron mi cuerpo y pensaron que había acabado,
pero yo soy la danza y todavía sigo. (Estribillo…)
 pero ellos no quisieron danzar y no quisieron seguirme.
Dancé para el pescador, para Santiago y Juan:
ellos vinieron conmigo y danzamos. (Estribillo…)
Yo dancé en sábado y curé al paralítico.
La gente santa dijo que era una vergüenza.Me azotaron y me desnudaron y me colgaron,
y me dejaron morir allá en la cruz. (Estribillo…)
Yo dancé el viernes, cuando el cielo se volvió negro.
Es difícil danzar con el demonio detrás.
Sepultaron mi cuerpo y pensaron que había acabado,
pero yo soy la danza y todavía sigo. (Estribillo…)
Ellos me tumbaron, pero yo  salté.
Yo soy la vida que nunca, nunca muere.
Viviré en vosotros, si vivís en mí.
“Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él. (Estribillo…)
Yo soy la vida que nunca, nunca muere.
Viviré en vosotros, si vivís en mí.
“Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él. (Estribillo…)
(Sydney Carter, traducido del inglés)
 

