NADIE TIENE LA EXCLUSIVA DE  JESÚS
26 Tiempo ordinario (B) Marcos 9,  38-43.45.47-48
JOSÉ  ANTONIO PAGOLA, SAN  SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Viene de: ECLESALIA, 
La escena es sorprendente. Los  discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo  no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros  puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y  el monopolio de su acción liberadora.
Vienen preocupados. Un exorcista, no  integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos  no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana.  Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar  de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los  nuestros".
Los discípulos dan por supuesto que,  para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser  miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más  humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa  Jesús?
Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más  importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación  que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las  gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia  desleal.
Jesús rompe toda tentación sectaria  en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación  mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación  abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para  hacer el bien.
No quiere Jesús que entre sus  seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de  dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden  hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: "El que no está contra  nosotros está a favor nuestro".
En la sociedad moderna hay muchos  hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a  la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de  Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos  con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de  descalificar.
Es un error vivir en la Iglesia  viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo  nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos  invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y  se preocupan de los más pobres y necesitados.
 

