EL SEGUNDO DESTROZO DE
EUROPA
José
M. Castillo
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Y es que está visto que,
con la política, la economía y el derecho que tenemos, no salimos del pozo en
que nos vemos metidos. Nuestros conocimientos y nuestras instituciones no dan
más de sí. Porque el problema no está en cambiar unos políticos por otros, ni
unas instituciones por otras. El
problema está en que cambiemos nosotros mismos. Es urgente modificar
nuestras “convicciones”. Y esto es lo que me produce más miedo y más
desorientación. Porque, en realidad, lo que se palpa es que cada cual da la
impresión de estar más firmemente afianzado en aquello de lo que está
convencido. Queremos que cambien los demás, pero nadie consiente poner en
cuestión sus propios convencimientos.
Por lo menos, ¿no
podríamos coincidir en que lo más urgente y lo que no puede esperar es que, en
Europa o a las pertas de Europa, siga habiendo tantas familias destrozadas,
tanta hambre, tanto abandono para los últimos, tanto sufrimiento que soportan gentes que han perdido la esperanza?
No me quita el sueño el
futuro que nos espera en Europa. Lo que me angustia es el presente. El dolor,
la desesperación que se ven obligados a soportar, tantas criaturas que no le
ven futuro a sus vidas, al tiempo que quienes tenemos casa y comida andamos
interesados con la pregunta de si el gobernante de turno será ahora el que a mí
me gusta o el que le interesa al otro.