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Hoy he ido a verle a Él, a
Jesús y a su madre para darle gracias. A través de los acontecimientos que cada
cual vive, la vida nos educa. Nos envuelve en sabiduría, nos hace responsables
y nos lleva a priorizar lo que verdaderamente merece la pena. Siempre hay
cosas, cada cual arrastra su cruz más o menos grande, pero no se me ocurrirá ir
en busca del Señor para molestarle con “peleítas” de 3 al 4. Noo, eso ya se
superó.
Rememoré en su presencia la
canción con la que comienzo este pequeño artículo, “hoy vengo a decirte gracias”,
enseñada a los peques de hace treinta años por nuestras muy queridas y
recordadas monjas de la guardería, Rosa, Eloísa, Pastora, Concha, Victoria…etc.
Nunca he olvidado la canción y hoy la canto a voz en grito. No es que me esté
haciendo el machote –que lo soy, cuidado…jejeje-. Es que es una realidad. Me
siento hombre libre, querido, muy muy respetado por las personas y apoyado
desde muchas perspectivas y con UNA FE INQUEBRANTABLE.
Mi amor hacia Jesús Nazareno
de Estepa es eterno, aunque nos veamos poco, aun a pesar de lo que pueda pasar.
Y el rostro de su madre es el de mi propia madre, Epifanía cuya virgen es el
amor de sus amores. Acabo. Recordaré aquí a mi querido Manuel Santos Ortega,
que también amaba a la Virgen de los Dolores de Jesús y que le dedicó estos
versos que expresan divinamente mis sentimientos.
“Que pura flor tu dolor,
madre mía de los Dolores.
Si mis penas son tus penas,
tus dolores mis dolores;
para ti son mis amores
mi virgen de gracias es plena.
De mi madre yo aprendí
el amor que te profeso.
Hoy mi homenaje es un beso,
para ella y para ti.
¡Ya te cantaré sin fin,
con tu cara me embeleso,
cara de nardo y rubí!
Y si alcanzo tus favores
que sepa sufrir contigo,
madre mía de los Dolores”.
Como dice mi papá: “bendito
sea Dios que nos da pena, alegrías y nos da de todo”. Buena semana santa a
todos/as, nos vemos en Pascua de Resurrección. Ahh y cuidado con las torrijas,
que decís que no pero poco a poco os las coméis… jejejejeje.