CARTUJO CON LICENCIA PROPIA
Mostrando entradas con la etiqueta José Arregui -Teólogo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Arregui -Teólogo. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de junio de 2013

EL ESPLENDOR DE LA CONFIANZA

Excelente texto ofrecido por Arregui en http://www.atrio.org/2013/06/no-temas/,

Si no ves ningún fulgor en tu horizonte,
evoca las pacientes luces que anidan
luminiscentes en tu corazón.
Si la aflicción te lastima hasta el dolor,
déjate sanar por la ternura
que está aguardándote en el umbral.
Si el agua turbia del arroyo se asemeja
a un mar tormentoso y embravecido
crúzalo a pie, despaciosa, resuelta.
Si la tribulación anega tu mirada
con amargas lágrimas, desfallecidas,
llégate a quien te espera para el ardor y su abrazo.
Si rescatas del olvido el entusiasmo que está aguardándote,
la confusión y las brumas te abandonarán
para que el día te arrope con el esplendor de la confianza.
(Miguel Ángel Mesa)

martes, 26 de febrero de 2013

¿Y POR QUÉ NO UNA PAPISA?


Autor: jOsé arregui
LA teología femenina ha alcanzado la mayoría de edad hace mucho tiempo pero la Iglesia católica mira para otro lado como si le tuviera alergia. Las mujeres, excluidas de la representación de Dios, desempeñan muchas tareas eclesiales sin reconocimiento oficial, no participan de las funciones magisteriales y de gobierno, y rara vez son consultadas. A pesar de ello, la vitalidad de muchos grupos de mujeres cristianas es imparable. 
Una mujer al frente de la barca de Pedro es absolutamente impensable y la ordenación sigue siendo tabú. "Hoy en muchos foros eclesiásticos, se escucha la necesidad de ordenar mujeres, algo impensable hace unas décadas. La Iglesia no ha dado ningún paso. En algún sínodo se habló de admitir mujeres al ministerio de lector; pero luego no se ha hecho nada por el miedo a que un ministerio venga seguido de otros", afirma Isabel Gómez Acebo, teóloga feminista. Y es que el sacerdocio femenino es un tema que está frenado, pero no cerrado del todo.
Sor Teresa Forcades, autora de la Teología feminista en la Historia,asegura que la situación de marginación de la mujer en la Iglesia es "un escándalo, por eso ningún Papa se ha atrevido a prohibir ex cathedrael sacerdocio femenino". Sin embargo, la jerarquía de la Iglesia católica se resiste a cambiar una estructura machista y discriminadora que relega a la mujer a puestos de servicio, pero a la que nunca se le permite participar en las decisiones y mucho menos en el poder.
Mujeres cristianas, académicamente acreditadas, han iniciado una ofensiva para hacer frente a este ninguneo. Reclaman potenciar su liderazgo con una redefinición evangélica, social y cultural del lugar que ocupa la mujer en la Iglesia. Todo ello partiendo de que "la espiritualidad es una capacidad humana que desarrollan por igual las mujeres y los hombres que así se lo proponen", afirma Mercedes Navarro, doctora en Psicología y en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y una de las fundadoras de la Asociación de Teólogas Españolas.
Mientras algunos jerarcas les siguen mirando por encima del hombro, ellas continúan andando camino. Su ausencia es una provocación en una institución que no está para desperdiciar ningún caudal porque la Iglesia las necesita más que nunca. "La teología católica oficial ha considerado desde antiguo a las mujeres menos capaces que a los varones para hablar de Dios, para presidir las ceremonias o para dirigir instituciones religiosas, pero siempre han existido teólogos y teólogas que se han opuesto y han encontrado escandaloso que, en nombre de lo más sagrado, se califique negativamente a la mujer y se justifique su discriminación", dice Forcades, monja benedictina.
Las quejas son recurrentes. "La Iglesia católica a nivel institucional necesita urgentemente tomarse en serio las preguntas y las propuestas del movimiento feminista. Tiene que reconocer a las mujeres como interlocutoras válidas y competentes. Hay un miedo eclesiástico visceral al feminismo, lo cual se refleja en una distorsión muy grande de los discursos y las reivindicaciones. Hay una enorme dificultad para respetar la autonomía moral de las mujeres y su capacidad de discernimiento. A menudo se sigue considerando a las mujeres como menores de edad", denuncia Lucía Ramón, profesora de Teología Feminista y de Ecumenismo en la Facultad de Teología de Valencia. Sin embargo, precisa que la Iglesia es plural "como demuestran el desarrollo de las teologías feministas y la existencia de miles de cristianas vinculadas al movimiento feminista", indica.
El patriarcado es una máxima. Candelas Arranz pone de manifiesto que la interpretación de la Biblia se ha hecho desde una perspectiva exclusivamente masculina. "Los comentarios bíblicos han omitido la presencia de mujeres en el texto (por ejemplo en Pentecostés) y han desfigurado el significado original de personajes femeninos como María y María Magdalena". A su juicio, "urge hacer una lectura del Evangelio desde el punto de vista de la mujer. No se puede utilizar a Jesús para discriminar", subraya.
viene de: http://www.deia.com/2013/02/17/mundo/y-por-que-no-una-papisa

viernes, 25 de enero de 2013

PLEGARIA BUDISTA DEL SUFRIMIENTO


Para orar
Que todos los seres de todo lugar,
víctimas del sufrimiento de cuerpo y de espíritu,
puedan lograr un océano de dicha y de gozo
en virtud de mis méritos.
Que los desnudos encuentren vestido,
los hambrientos, alimento,
los abandonados, nueva esperanza,
dicha y prosperidad para siempre.
Que todos los enfermos e inválidos
se vean muy pronto libres de su enfermedad,
y que todas las enfermedades del mundo
desaparezcan para siempre.
Que los que están aterrados cesen de tener miedo
y los encadenados vuelvan a encontrar la libertad;
que los sin-poder encuentren el poder
y los hombres no olviden el gesto de la amistad.
Que todos los viajeros encuentren la felicidad
allí donde vayan,
y realicen sin esfuerzo
aquello por lo que un día se fueron.
Que ninguna criatura viva sufra jamás,
cometa el mal o caiga enferma;
que ninguna tenga miedo o sea despreciada,
o que ningún espíritu sea jamás humillado.
Que mientras dure el espacio
y queden seres vivos,
también yo permanezca
para eliminar del mundo la miseria
(Plegaria de Shantideva, santo y sabio budista del s. VIII)
Ofrecida por José Arregui en: http://www.atrio.org/2013/01/yo-estuve-en-bilbao/

lunes, 14 de enero de 2013

GRACIAS A LA VIDA


Para orar. LE DOY GRACIAS A LA VIDA
Por depositar en mí
la semilla de la confianza,
dejándome conducir por la voz presentida,
le doy gracias a la vida.

Por el sentido del humor,
por las manos tendidas,
por la caricia sentida y su ardor,
le doy gracias a la vida.
Por la luz y su mañana,
por el corazón cordial, compartido,
por la sonrisa acogedora, cercana,
le doy gracias a la vida.
Por la mar en calma,
por sus olas embravecidas,
por la espuma depositada en mi alma,
le doy gracias a la vida.
Por el manantial de la amistad,
por su fuente clara, vertida,
por su frescura y su sinceridad,
le doy gracias a la vida.
Por la palabra libre, inspiradora,
por la pasión que me provoca y me cuida,
por alumbrar en mí su acción creadora,
le doy gracias a la vida.
Por la fértil tierra y sus frutos,
dolorido por sus lágrimas afligidas;
por el instante en que me dará cobijo,
le doy gracias a la vida.
(Miguel Ángel Mesa)
viene de: http://www.atrio.org/2013/01/ano-nuevo-nueva-era/

martes, 11 de diciembre de 2012

JOSÉ ARREGUI EN RELIGIÓN DIGITAL - SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA





religiondigital ha subido el vídeo jose Arregi.


Más vídeos. Nuevas funciones. Ya está aquí la nueva aplicación oficial para iPhone. Descargar ahora
Te hemos enviado este correo electrónico porque has decidido recibir actualizaciones de nuevos vídeos subidos por religiondigital. Si ya no quieres recibir estas actualizaciones, puedes cambiar tus preferencias en la sección Mis suscripciones.
©2012 YouTube, LLC 901 Cherry Ave, San Bruno, CA 94066

jueves, 7 de junio de 2012

EL PAN DE LAS ESTACIONES ES PAN DE VIDA


YO SOY EL PAN DE CADA UNA DE VUESTRAS ESTACIONES



Pan fresco de nuestras primaveras, ligero y crujiente,
que se come a mordiscos;
pan de las promesas, pan de nuestra juventud,
estallido de los brotes,
estación de las canciones;
pan fresco de nuestras primaveras.

Pan cocido de nuestros veranos,
el de la dura realidad,
hecho en el horno del duro trabajo de cada día;
pan seco de nuestros fracasos,
pan amargo de nuestros desiertos,
estaciones de nuestra madurez,
pan cocido de nuestros veranos.

Pan dorado de nuestros otoños
que masticamos lentamente,
último sabor, último placer;
pan amarillento de nuestros recuerdos,
espera en vano del cartero,
alegría de un ramo de flores,
estación de las horas monótonas,
pan dorado de nuestros otoños.

Pan duro de nuestros inviernos,
el tiempo se acelera de repente;
los visillos levantados en la ventana
para ver pasar la vida y a los seres;
la memoria ya nos traiciona,
nuestros amigos ya se han ido;
estación de las horas crepusculares,
duro pan de nuestros inviernos.

Yo soy el pan de vuestras primaveras,
la realidad de vuestros sueños de antaño;
yo soy el pan de vuestros veranos,
el camino de nuestra humanidad;
yo soy el pan de vuestros otoños,
la vida de cada hora que pasa;
yo soy el pan de vuestros inviernos,
la resurrección de vuestra tierra;
yo hago de cada estación de vuestra vida
una inmensa eucaristía,
una Pascua de libertad, una ruta de eternidad.

(Michel Hubaut)
Viene de: www.atro.org ofrecido por José Arregui.

martes, 8 de mayo de 2012

LA FE, ¿QUÉ FE?

José Arregui - Teologo.

¿Qué es la fe sino ese consuelo que te permite pisar la tierra, como suelo sagrado, y dar un paso hacia tu hermano? Hablo de fe, no de creencias. Hablo de fe, no de religiones.

Cuando digo”fe,” digo esa llamita que chispea sin cesar en todos los corazones, también en el tuyo, aunque a veces la sientas apagada. Es el mismo fuego que arde en el corazón de la Tierra y de las estrellas, de los átomos y de las galaxias. Es la llama de la Vida. Y la llama de la Vida es el Corazón del Universo, y late en cada una de tus células y neuronas.

Eso es la fe, y no tiene que ver con religiones ni creencias, sino con el latido libre y universal de la Vida. Esa fue la fe de Jesús, más allá de sus creencias. A esa Vida poderosa y tierna llamaba él “Dios” y la invocaba tiernamente como abbá. Por esa Vida se sentía feliz y libre, y por su causa arriesgó la vida.

El cristianismo –católico en nuestro caso– como sistema de creencias, ritos y normas morales, como organización jerárquica, como estructura de poder, como entramado de complejos y a veces turbios intereses… eso es otra historia. No es lo de Jesús.

Cuando 70 obispos españoles se reúnen en Asamblea Plenaria, eso es el sistema que necesita funcionar, y no digo que esté mal: depende de que para qué quieren que siga funcionando el sistema.

Cuando el presidente de la Conferencia Episcopal española, el cardenal Rouco, ante la dramática situación de la crisis y del paro creciente, y ante las medidas del Gobierno que empobrecen más a los más pobres, se limita a apelar vagamente a la fe y a la caridad, me digo que eso no es la fe que animaba al corazón de Jesús.

Cuando el Gobierno de Rajoy acaba de aprobar un decreto que niega a los inmigrantes en situación irregular el derecho a ser atendidos por un médico o un hospital, y Mons. Rouco no ha alzado la voz ni ha exigido a toda la Asamblea que se ponga en pie y grite NO contra este decreto en nombre de Jesús y del Evangelio, entonces me digo que ellos están en otra cosa: que el Evangelio de Jesús no les interesa, que a ellos les importan las creencias y el mantenimiento del sistema, pero no los dolores de la pobre gente, no la llamita del corazón, no la Vida.

Cuando Mons. Rouco ha repetido por enésima vez la obsesiva y errónea consigna del papa actual: “sin fe no puede haber verdadera caridad”, identifica la fe con creencias, y así profesa una gran mentira. Basta abrir el Evangelio y leer la parábola del buen samaritano o del buen increyente. Basta mirar la historia: ¿qué guerra, tortura, explotación y dictadura no ha sido legitimada por la jerarquía católica con todas sus creencias? Hace justo 75 años, Gernika fue bombardeada por un caudillo católico creyente y practicante que contaba con el beneplácito y la bendición de todos los obispos españoles (solo uno, Mateo Múgica, alzó la voz y fue desterrado).

Seas o no creyente, cuida la fe: esa llama profunda y secreta, pues de ella depende el brillo de tu sonrisa y el futuro de la Tierra. Cuida el corazón de tu vida, el corazón de la Vida. No dejes de palpitar y de sentir. No dejes de respirar, de sentirte libre y de tender la mano a la Vida que, muy cerca de ti, reclama cuidado.

¿Y las creencias? Están bien si te hacen más bueno y feliz. Están bien, si no te aferras demasiado a ellas. Si te aferras demasiado a ellas, acabarán impidiéndote ser más bueno y feliz.

Viene de: http://www.atrio.org/2012/05/la-fe-%c2%bfque-fe/comment-page-1/#comment-56566

sábado, 14 de abril de 2012

LA PASCUA - JOSÉ ARREGUI (TEÓLOGO)

La Pascua



No sé qué es la Pascua para ti, pero déjame escribirlo con mayúscula y decirte lo que es para mí.
La Pascua es la bondad y la belleza como origen de cuanto es a pesar de todo. Todo está bañado en gracia, aunque no lo parezca, como esta mañana azul y verde. El azul del cielo más arriba de todas las nieblas. El verde de la vida que florece en la tierra sin ningún por qué: en el chopo junto al Narrondo, en el diente de león, las prímulas y las margaritas, llamadas también belloritas o pascuetas (¿a quién se le ocurrió este nombre?). La belleza y la bondad en todo: eso es Dios, es la Pascua florida. Abre los ojos y mira: todo vive y es milagroso, ¿no lo ves?
La Pascua es el “primer verdor” de la vida en la primavera. Desde hace diez mil años, los agricultores y los pastores lo han celebrado. El cereal crecía en los campos, los corderos corrían en los prados, la vida volvía, poderosa y bella. Todo era regalo bueno del Cielo y de la Tierra, de Dios o del Misterio, y había que agradecerlo. Los agricultores lo celebraron amasando el pan nuevo sin levadura vieja; los pastores, comiendo el primer cordero del rebaño (¡pobre corderillo, que a todos nos recuerda que solo es justo vivir si estamos dispuestos a dar, incluso hasta morir!).
La Pascua es la fiesta de la libertad, siempre en camino. Hace más de tres mil años, un grupo de hebreos, esclavos del faraón egipcio Ramsés II, rompieron el yugo de la servidumbre. Y se pusieron en camino a través del desierto hacia la tierra soñada. Y desde entonces cada año, en la primera luna llena de la primavera, han celebrado el recuerdo de la liberación y el sueño de la tierra comiendo pan sin levadura y carne de cordero. “Pascua” en hebreo significa “paso”: paso de la muerte a la vida, de la servidumbre a la libertad, del exilio a la tierra. Pero es una tierra que ha sido prometida a todos y que nadie ha de conquistar a costa de otros. Una tierra que aún no hemos alcanzado.
La Pascua es la memoria de Jesús, el profeta de la gracia y de la libertad, que pasó la vida curando y librando, y arriesgando la vida. Los poderes de la religión y del imperio tuvieron miedo. Y en la víspera de la pascua judía del año 30 lo mataron cruelmente, clavándolo en una cruz. Pero la libertad no la clavaron. La vida no la mataron. La bendita luz azul y verde, que emanaba de su cuerpo llagado, no la apagaron. La presencia de Jesús, nueva como la primavera, no la sepultaron. La bondad de Jesús no la pudieron vencer. La esperanza de la tierra sin males no la pudieron enterrar.
Muchas discípulas y discípulos lo siguieron amando. Y dijeron: “Ha resucitado”. Pero, tenlo por seguro, esa confesión nada tuvo ni tiene que ver con sepulcros milagrosamente vacíos ni con milagrosas apariciones físicas, diga lo que diga la Comisión episcopal española para la Doctrina de la Fe en su Notificación, tan antipascual, contra el gran teólogo Torres Queiruga. ¿A qué llamáis “milagro”, hermanos obispos? ¿Y a qué llamáis “Pascua”? Preguntad a los discípulos de Emaús cómo les ardió el corazón en el camino de la vida con todas sus decepciones. Preguntad a María de Magdala cómo vieron al Viviente los ojos de su amor, en la luz de sus lágrimas. Eso es la Pascua.

               PARA ORAR

Yo dancé al amanecer, al empezar el mundo,
y dancé en la luna y en las estrellas y en el sol,
y bajé del cielo y bailé en la tierra:
nací en Belén.

ESTRIBILLO:“Danza, pues, dondequiera que estés.
Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él.
“Os ayudaré a todos, dondequiera que estéis,
y a todos os sacaré a danzar”, dijo Él.

Yo dancé para el escriba y el fariseo,
pero ellos no quisieron danzar y no quisieron seguirme.
Dancé para el pescador, para Santiago y Juan:
ellos vinieron conmigo y danzamos. (
Estribillo…)
Yo dancé en sábado y curé al paralítico.
La gente santa dijo que era una vergüenza.
Me azotaron y me desnudaron y me colgaron,
y me dejaron morir allá en la cruz.
(Estribillo…)

Yo dancé el viernes, cuando el cielo se volvió negro.
Es difícil danzar con el demonio detrás.
Sepultaron mi cuerpo y pensaron que había acabado,
pero yo soy la danza y todavía sigo. (Estribillo…)


Ellos me tumbaron, pero yo salté.
Yo soy la vida que nunca, nunca muere.
Viviré en vosotros, si vivís en mí.
“Yo soy el Señor de la Danza”, dijo Él. (Estribillo…)

(Sydney Carter, traducido del inglés)

viernes, 30 de marzo de 2012

MI ENCUENTRO CON JOSÉ MARÍA CASTILLO Y JOSE ANTONIO PAGOLA

DOS ESPERADOS ABRAZOS
“Tenemos que trabajar, para superar las barreras de una iglesia descristianizada […], demasiado atenta al pecado de las personas, aun cuando Jesús hizo de la acogida y la compasión, el elemento primordial de su mensaje y su vida”
(José Antonio Pagola)

Bueno, amigos y amigas.
Le dije ayer a José María Castillo tras un fuerte y esperado abrazo, “José María, me siento junto a usted, como un hincha del atlético tras la portería”. A lo cual, el respondió con una sonora carcajada.
(José Mª Castillo y Floren de Estepa)

Sinceramente os digo, que menos mal que el regusto y la alegría del día de ayer, me acompaña hoy y durante toda la semana santa, porque el día de hoy ha sido demasiado largo.

Pero el caso es que ayer, pues marche a Granada junto a mi hermano Jesús, para asistir a la conferencia de José Antonio Pagola en el Centro Mediterráneo – Universidad de Granada, invitado por el doctor en teología José María Castillo, que me invitó al acto.

El curso en sí mismo se titula, “Diez miradas sobre la crisis global”. Y la mirada de ayer a investigar, era la mirada de Jesús, expuesta por Pagola. La sala habitual de conferencias se quedó pequeña y nos trasladaron al aula magna, donde tuvo lugar la disertación.

No sé de quienes lean estas líneas, quienes han leído a Pagola, pero se pueden imaginar la clarividencia de esta magnífica persona en directo. Nos expuso pinceladas a groso modo sobre economía, campo que admitió no dominar, pero cuyas realidades no desconoce. Y planteó la mirada de Jesús desde tres gritos concretos que desmenuzó, concentrándose en los desfavorecidos del mundo, como causa y objetivo primordial del Reino de Dios.

Tuve oportunidad de agradecerles en público sus testimonios, al plantearles una pregunta, y me alegro como un colegial de poder decir que a mi identificación como Floren de Estepa, reaccionaron con inusitada alegría y una calorosa acogida.
(José Antonio Pagola y Floren de Estepa)

Mi pregunta fue la siguiente:

Sr. Pagola. Usted habla de países capitalistas, y entiendo que si el papa acude a Cuba como cabeza de un estado, y considerando a la iglesia capacitada para captar recursos –cosa a lo que nadie le gana-, podemos considerar a la iglesia desde el vaticano, corresponsable en la crisis mundial establecida. Siendo esto así Sr.Pagola, son muchos los cristianos que no nos sentimos en comunión con la iglesia, al ver sus quejas con el pago del IBI, querer zafarse de sus responsabilidades con los distintos estados, y requiriendo el mantenimiento de obsoletos privilegios y prebendas. ¿Nos puede usted dar un consejo o una orientación, para mantener la ilusión y la esperanza, dentro de la comunidad eclesial?
(De nuevo Pagola y Floren)

Pagola: Estimado Floren, mi esperanza no está en la iglesia. Tenemos que superar por nosotros mismos, las barreras de una iglesia descristianizada. La comunidad de los creyentes es demasiado plural, como para pedirnos a todos que nos ciñamos a unas reglas concretas, siendo tan variada la vida y las personas. Yo no te voy a dar un consejo, yo te voy a expresar cual es el fundamento de mi esperanza e ilusión. JESÚS. Es la única receta posible. Un Jesús con los brazos extendidos a todos y a todas. Un Jesús que no soñó con una iglesia sacralizada, ni con una religión determinada. Mi ilusión está en un Jesús, que es la prefiguración o la misma encarnación, de Dios hecho materia humana, carne. Y que nos espera en el mundo.

Esta fue más o menos la respuesta, a la cual respondimos todos con un sonoro aplauso. Por cierto, nos recito una interpretación propia del Padre Nuestro de Jesús, que casi lloramos de emoción.

En fin, luego tras la conferencia pudimos tener unos minutos de tertulia y ya quedé con José María en el final de Abril, para su conferencia en Estepa.

LA REFORMA Y LA HUELGA - JOSÉ ARREGUI

La reforma y la huelga



En esto que llaman la crisis económica, me siento como perdido en medio del mar, sin faro en la tierra ni estrella en el cielo, y sin una roca en el fondo adonde echar el ancla. ¿Por qué estamos donde estamos? ¿Sabemos exactamente dónde estamos? Y si la latitud y la longitud son tan inseguras, ¿cómo sabremos el rumbo a seguir? Es una profunda crisis económica que revela una crisis espiritual más profunda todavía.
Vamos en una pobre barquita, pero es la barquita de todos –empresarios y asalariados y parados de toda la Tierra, y estos sauces y estos herrerillos felices que estrenan la primavera, ajenos a nuestra crisis; ajenos no, pues nada nos es ajeno–. Si no nos salvamos todos, todos nos perderemos. Y quien crea salir con vida mientras su hermano se muere, ya está muerto en su humanidad. Cuidemos entre todos nuestra pobre barquita a la deriva.
“La crisis impone una reforma laboral”, dicen. Pues bien, aun sabiendo que el margen de este gobierno español en Europa es estrecho –¿acaso no sabían antes que era igualmente estrecho el margen del gobierno anterior?–, me atrevo a afirmar: esta reforma laboral no cuida nuestra pobre barquita común, y no la puedo aceptar.
Alguna reforma laboral será necesaria, no lo discuto. No hace falta ser un lince para ver que aquí ha habido mucha irresponsabilidad en el trabajo: trabajadores que no trabajan, que defraudan cuanto pueden y cogen bajas sin escrúpulos para irse a esquiar. Pero ¿alguien piensa de verdad que ha habido más abuso de trabajadores que de patronos? Sea como fuere, esta reforma no puede es el remedio. Más bien da pábulo a toda clase de abusos por parte del patrono.
“Es preciso mejorar la competitividad”, se dice: bajar el salario, endurecer la jornada, acomodar el funcionamiento a las exigencias del mercado, facilitar la movilidad (si te mandan a Laponia, vete a Laponia, tierra maravillosa por cierto, donde a veces el cielo se vuelve una danza de colores)… ¿La competitividad? De acuerdo, pero no a cualquier precio. No al precio de arrojar por la borda a los más débiles de la barquita, y que se hundan en el mar (con ellos nos hundiremos todos tarde o temprano). Inventemos una forma de competir que no sepulte a las personas y a los pueblos. Vosotros que tenéis los mayores resortes para hacerlo, inventad otra economía: una economía no dirigida a producir y ganar y consumir lo más posible, sino a distribuir lo mejor posible y dar de comer a todos.
“Es preciso flexibilizar el despido en época de crisis”, se dice también, y uno tiene la impresión de que eso es, en definitiva, lo que busca esta reforma: no ya solamente flexibilizar y abaratar el despido, sino simple y llanamente de permitir el despido libre. El pretexto es la creación del empleo en esta coyuntura de grave de crisis, pero el despido libre ya era la aspiración de muchos patronos, los peores, en tiempos de bonanza. Que un empresario pueda echar gente a la calle, sin indemnización alguna, alegando solamente una previsión de pérdida de ganancias o de disminución de ventas durante tres trimestres consecutivos… es cruel e inhumano. (¿Y razonable? ¿Es económicamente razonable? Si empobrecen a los trabajadores, no sé a quién venderán los fabricantes sus productos…).
Se me erizan los pelos cuando oigo a algunos empresarios felicitarse por esta Reforma. Pero me horrorizo más todavía cuando veo… que el cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal Española, mediante una carta a todos sus sacerdotes de Madrid, ha desautorizado una crítica que la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) había elaborado contra esta reforma. Al fin y al cabo, un gobierno de derecha que promueve esta reforma o unos empresarios que se felicitan por ella defienden sus intereses, que no son los de la pobre gente. Pero ¿qué intereses y a quién defiende el cardenal Rouco cuando no acepta ni siquiera que se critique la reforma laboral? Sus intereses no son los de Jesús. Lo digo rotundamente. ¿Entonces qué? Será que está diciendo al gobierno de Rajoy: “Tú me das dinero, tú me aseguras la enseñanza de la religión católica en la escuela pública, tú me reformas la ley del aborto… y yo te salvaré los votos”. Pero eso es como la bofetada que dio el sumo sacerdote a Jesús en el Sanedrín, es como la burla que le hizo la guardia romana en el Pretorio, es como la lanzada del soldado en la cruz.
La cosa sigue. Anteayer me horroricé cuando supe que el obispo de Bilbao, Mario Iceta, ha prohibido al secretario diocesano de pastoral obrera firmar un documento de la HOAC y de la JOC (Juventud Obrera Católica) de Bizkaia a favor de la huelga general del próximo día 29. ¿Quién es el obispo para prohibir tal firma? ¿A quién defiende el obispo? Quizás no haya leído nunca los sermones de san Ambrosio de Milán, san Agustín, san Gregorio de Nisa, san Basilio o san Juan Crisóstomo defendiendo a los pobres contra los abusos de los ricos. Ni la Mater et Magistra de Juan XXIII: “Si el funcionamiento y las estructuras de un sistema productivo ponen en peligro la dignidad del trabajador, o debilitan su sentido de responsabilidad, o le impiden la libre expresión de su iniciativa propia, hay que afirmar que este orden económico es injusto” (n. 83). Ni la Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II: “La huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores” (n. 68).
Una huelga general no es una medida deseable, y menos en una situación económica tan crítica como la presente. Pero, a veces, la situación puede hacerse tan crítica que no hay más remedio que hacerla más crítica todavía, y a lo peor nos hallamos en esa situación. Por algún lado hay que romper este círculo vicioso, y ahora menos que nunca podemos consentir que vuelva a romperse como siempre por el lado del más débil. ¿Que esta huelga puede empeorar más todavía el drama del más débil? Puede ser, y me asusta. Pero si fuera así, a lo mejor habrá que pensar en hacer otra huelga. ¿Hasta cuándo? Hasta que todos reconozcamos la dignidad del más débil, hasta que juntos inventemos otro modelo más digno para todos. Si todos queremos, podemos. Y no podemos cejar hasta que todos queramos y entre todos podamos.
Señores banqueros, empresarios, presidentes, y también vosotros, hermanos obispos: no nos impidáis este sueño despierto. Si lo impedís, será la ruina de todos. Será la ruina del sueño de Dios.
¡Ojalá sea ésta la última huelga y no sea necesaria ninguna más! ¡Ojalá baste para que todos entendamos hasta dónde es justo acatar las órdenes de la señora Merkel y del señor Sarkozy, servidores sumisos del dios Mamón y de todos sus agentes! ¡Ojalá sirva para que juntos secundemos la sagrada divisa inscrita en el origen de nuestra historia: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”! Con sudor, sí, pero ganarás. Con sudor, sí, pero con dignidad.
Entonces encenderíamos un farito en la tierra, una estrellita en el cielo, y el ancla de la esperanza nos sostendría. Y estaríamos de regreso a un paraíso por estrenar.

Para orar. “DEJA LA CURIA, PEDRO”
Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.
Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.
La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.
Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.
El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.
Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.
¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo…
…la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.
(Pedro Casaldáliga)

miércoles, 25 de enero de 2012

¿REZAR POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS? - JOSÉ ARREGUI

Un interesante artículo publicado en Redes Cristianas y que  seguro generará diversidad de opiniones:
Del 18 al 25 de enero, desde hace varias décadas, muchos cristianos -católicos más que nada- celebran la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Fue una iniciativa privada que Roma hizo suya y promovió poco después del Concilio Vaticano II, en el año 1968. Primero se rezaba por los cismáticos, luego por los “hermanos separados”. Muchos rezan hoy simplemente para que todos los cristianos recuperen la unidad perdida.
Conozco de cerca el espíritu de tolerancia y la bondad de corazón con que muchas católicas y católicos rezan por la unidad. Admiro su actitud, pero no comparto su perspectiva. Rezan a Dios como se pide un favor a un amigo o a un jefe, pero en ese dios no se puede creer. Y rezan por la unidad de los cristianos, como otros (ilustres obispos inclusive) rezan por la unidad de la Patria, pero en esa unidad tampoco se puede creer.
¿Qué queda entonces? Quedan la buena voluntad y el fervor de la oración, y no es poco. Pero la buena voluntad no basta, y el fervor puede servir también para lo peor, y entonces se llama fanatismo. Debe desaparecer esa imagen de un dios soberano a quien nuestra oración tal vez logrará cambiar o conmover. Debe desaparecer esa dejación de la propia responsabilidad en manos de una voluntad divina voluble y arbitraria.
Y debe desaparecer, en la cuestión que nos ocupa, esa idea de unidad de los cristianos concebida como unidad de la patria o del partido. Habría que sustituir esta semana por otra: por ejemplo, por una Semana del pluralismo cristiano y de todas las iglesias. Por una semana dedicada a conocer, respetar y estimar mejor a las otras iglesias y a tantas y tantos cristianos, cada vez más numerosos, que siguen a Jesús fuera de todo aparato de toda iglesia.
¿O piensa alguien que a Jesús se le pasó por la cabeza alguna vez que debía haber “un solo rebaño y un solo pastor”, por mucho que el evangelista Juan ponga esas palabras en su boca? Jesús nunca se propuso formar ni una ni muchas iglesias. Simplemente quiso anunciar y adelantar un tiempo nuevo, que trastocaba el mundo en todos los órdenes: que los últimos sea los primeros, que los ricos compartan sus bienes, que los pobres dejen de serlo, que todos los afligidos sean consolados. Jesús no quiso más iglesia ni religión que ésa. Todas las creencias y normas, todas las iglesias, vinieron luego, y solo podrán curar y liberar si son tolerantes y plurales.
¿Piensa alguien que entre los primeros cristianos -que al principio ni siquiera se llamaban así- había menos diferencias que las que pueda haber hoy entre las diferentes iglesias o, dentro de la propia iglesia católica, entre el Opus y las comunidades de base?Consta que, en las primeras décadas después de la muerte de Jesús, entendían esta muerte de maneras muy distintas; muchos no la entendían como muerte expiatoria, y nadie les condenaba por ello, aunque es seguro que hoy serían condenados.
Y consta que hubo fuertes tensiones entre quienes hacían vida de carismáticos itinerante, al estilo de Jesús, y las comunidades establecidas, más o menos organizadas. Comparad el Evangelio de Juan con el Evangelio de Marcos: si suprimís de esos evangelios los nombres propios “Jesús de Nazaret” o “María de Magdala”, y se los dais a leer a alguien que no los conoce, lo más probable es que no piense que narran la misma historia. Pero no, no suprimáis, por favor, los nombres “Jesús de Nazaret” y “María de Magdala”. Dejadlos como están, con todas sus diferencias.
¿Piensa alguien que había menos diferencias teológicas y disciplinares entre Santiago y Pablo, o entre Pablo y Pedro, o entre Juan y Pedro, o entre Pedro y María de Magdala y sus respectivas iglesias (sí, también hubo iglesias de María de Magdala, aunque no las dejaron seguir) que, por ejemplo, entre una iglesia bautista y la Iglesia católica romana de hoy?
Algunos cristianos se sentirían confundidos y muchos aliviados, si conocieran cuán distintas y divergentes maneras coexistieron, en los orígenes del cristianismo, de mirar a Jesús, de comprender su “divinidad”, de organizar la comunidad, de celebrar la “eucaristía”, de acoger el perdón. O si supieran que al principio no había sacerdotes, ni sacramentos administrados únicamente por el clero, aunque no por eso dejaban de celebrar la vida.
Todo eso es hoy muy conocido, y debieran saberlo todos aquellos que añoran y predican la unidad de un estrecho redil rodeado de muros.
Esa unidad no es posible, y además es indeseable. El Misterio Viviente de la Vida nos ha hecho diferentes. No hay dos pájaros, ni dos árboles, ni dos hojas iguales. Ni dos nubes, ni dos gotas de agua. Ni dos estrellas en el cielo, ni dos granitos de arena en la tierra. Y pienso que ni dos átomos de oxígeno son exactamente idénticos.
¿Cómo quieren encerrar en una forma única el Espíritu que sopla donde quiere y da respiro a todos los vivientes? ¿Acaso no conocen ni admiran la inagotable profusión de la vida siempre nueva, siempre distinta, siempre otra? Cuidemos la santa ecología de la Vida.
El libro del Génesis nos relata de forma genial el mito de Babel. Los hombres quisieron construir una torre tan alta que llegara hasta el cielo, para conquistar a Dios. Y la lengua única era su fuerza de conquista. Pero se equivocaban de Dios, pues Dios no mora en lo alto, sino en lo más bajo, y se derrama como agua, y no necesita ser conquistado. Y acabaron confundidos por su lengua única, por su voluntad de conquista.
En los Hechos de los Apóstoles, por el contrario, se nos cuenta el mito del anti-Babel. Todos hablaban lenguas distintas, pero todos se entendían porque nadie quería imponer su lengua a los demás. Eso es Pentecostés.
Todas las religiones, iglesias y corrientes son como lenguas distintas. El Espíritu habla en todas, pero ninguna lo puede atrapar. Y todas se entienden solamente cuando ninguna quiere excluir a las demás. Todas las lenguas quieren decir lo mismo: el mundo, la vida, el misterio. Pero ninguna en particular ni todas juntas lo dicen del todo.
Cuantas más lenguas digan el Misterio, mejor lo conoceremos como Indecible. Y, llenos de respeto, nos reconoceremos los unos a los otros como testigos y sacramentos del Inefable. Cuanto más nos empeñemos en sustituir las diversas lenguas por un esperanto o en imponer a todos la lengua del imperio, tanto más confundidos y perdidos acabaremos, como en Babel, como en un salón cerrado de espejos, sin misterio ni amistad.
Cuidemos la ecología del Espíritu, la ecología de las lenguas, de las religiones y de las iglesias en su santa diversidad. No estaremos más unidos cuanto más iguales seamos, sino cuanto más nos respetemos y dialoguemos siendo diferentes. Para estar unidos, los cristianos no necesitamos ser más iguales de lo que ya somos, sino que nos toleremos los unos a los otros y nos preguntemos: ¿cómo podremos practicar mejor hoy, con todas nuestras diferencias, la única religión de Jesús?

jueves, 19 de enero de 2012

EL AÑO DE LA FE - JOSÉ ARREGUI

El año de la fe

Quiero saludar este año, el 2012 de nuestro calendario solar gregoriano, cuya primera luna ya ha menguado. Ponga cada uno la cifra que corresponda en su propio calendario, sea lunar o solilunar, judío o musulmán, chino o hindú, inca o maya. Y haya empezado ya o esté aún por empezar, que nunca se sabe. Quiero saludarlo desde mi fe.
Este año, la ONU lo ha declarado Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos y también Año Internacional del Cooperativismo. ¡Ojalá sea ambas cosas, que son la misma! Y no pase en este 2012 lo que en el 2011, que fue declarado por la misma ONU Año Internacional de los Bosques, pero siguieron cayendo los bosques y siguió faltándonos el aire, y acabó el año con una ley propuesta por el gobierno brasileño que, en caso de aprobarse, hará que se reduzca más aun la selva del Amazonas, pulmón principal de la tierra y de la vida que respira. Todos los vivientes respiran el mismo oxígeno, les mueve la misma energía, forman juntos el mismo cuerpo vivo y cooperante. El planeta entero es, sin saberlo, un organismo viviente en cooperación. Nosotros, los humanos, que nos gloriamos de saberlo, somos en este momento la gran amenaza de ese cuerpo viviente y único. ¿Seremos precisamente nosotros quienes rompamos ese misterioso tejido cooperativo de la vida? Traicionaríamos a nuestra conciencia y a toda la Tierra.
Mi fe dice: “Traicionaríamos a Dios”. Sí, sé que abuso de esta palabra sagrada: “Dios”, que tanto utilizamos en vano, que tan en vano utilizamos. Pero es mi manera de decir el Misterio supremo y más íntimo. Es mi fe. ¿Qué es la fe? Es mirar la Realidad como bella, agradecerla como buena, compadecerla como sufriente, escucharla como llamada, confesarla como promesa, acogerla como gracia. Traicionando la vida, traicionamos a Dios, pues “Dios” es esa chispa, ese calor, esa pasión, ese espíritu, esa voluntad que habita en todo, también en aquello que llamamos materia inerte. “Dios” es la llama que late en el color y el sonido, la melodía y la danza. “Dios” es la energía que sostiene y anima todo: el átomo y el árbol, la palabra y la mirada. “Dios” es el corazón de cuanto es, hecho de cooperación y cuidado, de respeto y libertad. “Dios” es la fe del creyente. “Dios” es también su empeño, incluso su lucha. El empeño del creyente brota del consuelo, su lucha emana de la paz.
El papa Benedicto XVI ha anunciado justamente que este año, allá por octubre, se abrirá en la Iglesia el “Año de la fe”. Me gusta este nombre: “Año Internacional de la Fe”. Sí, pero que sea una fe que abra, no una fe que cierre. Que sea para abrir fronteras y puertas, para abrir los corazones a la confianza que transforma, para sostener juntos la energía de la vida, para cooperar en la lucha de la paz verdadera. Todo depende, una vez más, de lo que el papa entienda cuando dice “fe”. Visto lo visto, y leída su declaración, me temo que quiera abrir el Año de la Fe para seguir cerrando puertas y erigiendo fronteras. Ya no sería el año de la fe. ¡Qué pena!
La cosa es que, en el Motu Propio que anuncia el Año de la Fe, Benedicto XVI afirma que quiere “dar un renovado impulso a la misión de la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que se encuentran con frecuencia”. Es decir, el desierto son los otros. En el desierto vagan sedientos todos los que no están en la Iglesia, incluidos los católicos que no se someten a la jerarquía vaticana, y han de ser tomados paternalmente de la mano y reconducidos al único redil donde hay vida y verdad. Como si la Iglesia no caminara en el desierto con todos los demás. Como si ella no necesitara dejarse tomar de la mano por los “otros” y dejarse reconducir humildemente a las aguas que no le pertenecen. Como si ella, la Iglesia, y de modo particular la jerarquía, no fuera responsable del inmenso desierto, sin bosques verdes ni aguas frescas, que se extiende dentro y fuera de ella. Como si su primera misión no fuera dejarse evangelizar por los hombres y las mujeres de hoy y buscar junto con ellos verdor y frescura, espíritu de vida, Energía sostenible para todos.
Esa es la visión, bastante maniquea, del mundo y de la Iglesia que tiene este papa desde mucho antes de ser papa. En su homilía del pasado día 6, fiesta de la Epifanía, fiesta de la luz universal, volvió a la carga. “El mundo –dijo–, con todos sus recursos, no es capaz de dar a la humanidad la luz para orientar sus caminos. Lo comprobamos también en nuestros días: la civilización occidental parece haber perdido la orientación, navega sin rumbo. Pero la Iglesia, gracias a la Palabra de Dios, ve a través de estas nieblas”. Está claro: fuera de la Iglesia reinan las tinieblas. Los mayores males del mundo son la increencia, el relativismo y el pluralismo religioso. Por eso el mundo naufraga, va a la deriva. Y solo la Iglesia, es decir, solo aquellos que creen lo que enseña la jerarquía –al fin y al cabo el papa–, conoce la luz y el rumbo seguro.
Eso no sería celebrar el Año de la Fe como Jesús lo haría. Una vez, en Nazaret, su pueblo, dijo en la Sinagoga: “He sido enviado a anunciar una buena noticia, a curar enfermos y liberar prisioneros. Queda abierto el Año de la gracia”. ¿Qué otra cosa sino eso puede ser el Año de la Fe para quienes se reclaman de Jesús de Nazaret? La fe de Jesús no era creer en dogmas, que todavía no había. La fe de Jesús no era someterse a una jerarquía, que no solamente no existía aún, sino que él dijo alto y claro que nunca debía existir. La fe de Jesús era un sentimiento vital profundo de que Dios es eterna Ternura en acción, que la Gracia es la Realidad primera de todo cuanto es, que en todo momento somos amados tal como somos, que siempre puede haber consuelo y curación, y que nosotros, en Dios, podemos hacer que todo ese mundo nuevo sea ya en este mundo. Él lo hizo.
Eso mismo sería hoy el Año de la Fe que Jesús proclamaría: la fe inquebrantable de Dios en el mundo, y nuestra fe en nosotros mismos y nuestro futuro común, por quebradiza que sea. La Buena Noticia de que nada es fatídico: ni que los Derechos Humanos sean sustituidos por los derechos del mercado, ni que Europa sucumba a los dictados de la especulación, ni que los Bancos nombren a los ministros de economía y sigan prestando a los Estados al 6% el dinero que reciben de los Estados al 1%, ni que aumenten los pobres cuando crece la economía, ni que 30 millones de personas mueran de hambre al año mientras cada día se invierten 4.000 millones de dólares en armas y gastos militares, ni que mueran los bosques, ni que 20 toneladas de peces aparezcan muertos cualquier día como el pasado 3 de enero en una playa de Noruega o que miles de pájaros perezcan como perecieron en Arkansas (EEUU) el mismo día. La Buena Noticia de que podemos construir granito a granito una auténtica democracia basada en la justicia fraterna y universal, desde la plaza de Tahrir hasta la Plaza del Sol y Wall Street.
Ese sería el Año de la fe de Jesús: el Año de la Gracia en acción.
Para orar
EN EXODO
La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo como se acerca Tú Venida.
Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tú vida.
Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.
Y me llama Tu paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.
(Pedro Casaldáliga)