CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

lunes, 28 de noviembre de 2011

CON NUESTRA PROPIA LÁMPARA, AGUARDEMOS AL SEÑOR

La Salada, Visperas. Domingo I Adviento. 19.30h

Bueno, amigos y amigas, ya estamos en Adviento

Confieso que es la época del año que mas me gusta, y además es mi tiempo litúrgico preferido. Llevo hoy todo el día en un maravilloso y solitario retiro, que me ha proporcionado gozos literarios y deportivos. Los cuarenta y pico de kilómetros, merecieron la pena esta mañana, pues a los ciclistas nos bate el viento con fuerza, y eso aligera la mente, aclara el pensamiento y pone muchas cosas en orden.

Sí, ha sido un día para pensar, para orar. Ha sido un día para pedir, por todas las personas que esperan algo, y lo desean con fervor. Salud, trabajo esperanza e ilusión.
Y, ante todo esto estamos llamados a reaccionar los cristianos.

Jesús viene, y viene a nosotros.

Viene a nuestra mente y a nuestros corazones. Pero, ¿podemos ver el adviento desde la colectividad social? Ya no digo ni comunitaria, sino social.
Convendréis conmigo, que la sociedad actual –en la que vivimos-, es más numerosa por ser no creyente que por creyente, o quizás por practicante. En cualquier caso, donde quiero ir a parar es a lo siguiente.

La tristeza causada por la crisis económica, es una realidad que nos empapa como la helada que ahora mismo cae aquí, en el campo. Nos afecta a todos. Y bienaventurados los que tenemos un trabajo estable. En este caso, quiero manifestar mi convencimiento, de que la tarea de los cristianos en la coyuntura actual, es más necesaria que nunca. Y debe ser incansable.

Es duro hablar de esperanza en estos tiempos, pero admitiendo que una cosa es la crisis económica y otra distinta, la desafección que el sujeto pueda llegar a tener con su comunidad y su entorno; -digo que- podemos coincidir en que los cristianos hoy más que nunca, debemos aunar esfuerzos y unirnos en el orar y en el obrar, para ser testimonio efectivo en medio de nuestro pueblo, y ser acicates para que sean muchos los que mantengan la alegría y la ilusión de la FE.

Una fe, capaz de mover montañas. Una fe, que traspasa el límite del consumismo, pues se establece, no por términos o asuntos literarios, sino por medio de la sensibilidad, la fraternidad, la escucha…etc.

Yo considero, muy necesario, que cada cual desde su vida, su experiencia y sus circunstancias descubramos al Señor que viene.

Debemos prestar ayuda, al otro que desea descubrirle; pero manteniendo la autonomía de la persona, y dejándole que experimente la sensación de adviento esperanzador, de la cual estamos necesitados.

Incido en algo. No convirtamos nuestra ayuda –para con los demás-, en un paternalismo desaforado, que nos haga decirle al otro como tiene que hacer las cosas. Eso no es lo que se espera de nosotros. No poseemos la autentica verdad como cristianos. La multiplicidad de formas, desde la que Dios se revela a la mujer y alfombre de hoy, traspasa las fronteras de nuestro entendimiento.

Y llego a la conclusión, de que adviento es esperar, aunque no se espera explícitamente a Jesús como niño, desde una respetable mentalidad clasicista y romántica. Toda venida es bien recibida, sea en forma de niño, de trabajo de sonrisa, de diagnostico, de abrazo, de calor humano.

Ese calor, nos hace reaccionar en el adviento.
Ese calor, es el mejor vehículo para hacernos conscientes de que Jesús viene. A mí, a ti, a aquel.
El viene ya, esta pasando por tu puerta.
¿Cómo es posible que no le veamos?