CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 29 de julio de 2010

PERLAR DE PAGOLA PARA EL FINDE

DESENMASCARAR LA INSENSATEZ

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
 18 Tiempo ordinario (C) Lucas 11, 13-21

  
ECLESALIA, 28/07/19.- El protagonista de la pequeña parábola del "rico insensato" es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando sólo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.

 Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...

El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Sólo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».

De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Ésta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.

Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?

La crisis económica que estamos sufriendo es una "crisis de ambición": los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.

Esta crisis no es una más. Es un "signo de los tiempos" que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: "Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel". Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

BAUTIZADA

“No tengas miedo de mirarlo a Él”, me dijeron una vez... y hasta hoy... lo sigo mirando y encantando.  ¡Y, aquí estoy firme en mi fe! No hay lugar a dudas, sigo a Jesús en mi corazón y en mi actuar... ¡y soy mujer!

Al igual que yo, muchas mujeres seguimos a Jesús solo con la estola de nuestro bautismo. “Fuiste bautizada en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... ¿y qué más quieres?”, me dijo una vez un sacerdote vestido de plomo con cuello romano. ¿Qué más quiero?, pero si yo quiero hacer lo que Jesús dijo: “Hagan esto en memoria mía”, pero cánones y decretos no me dejan porque soy mujer, como si fuera una impura de hoy, incapaz de tomar el cáliz.

Y así he ido diciendo lo que mi corazón y mi fe siente... y mientras más lo hago... más me empujan hacia fuera. Ya no me llaman a dar encuentros sobre Jesús en parroquias del sector... ya no participo en talleres o cursos parroquiales... y eso no me tiene triste. ¡Sí!, igual sigo su camino con las preferidas del Reino... la mujer pobre.

Cuando los hombres cierran ventanas y puertas, Dios abre miles de caminos... y aquí estamos con las mujeres tratando de ayudar brindándoles una oportunidad en sus vidas mediante la capacitación profesional, el acompañamiento y búsqueda de trabajo (www.centropadregumucio.org)

En cada día de encuentro con estas “mujeres de Jesús” aprendo que estoy en lo cierto, que estoy más cercana que nunca a Él, ayudándole a que “sus preferidas” tengan una vida buena con un espacio de vida laboral en una sociedad que normalmente las excluye.
Ah... y un recado para la Congregación de la Doctrina de la Fe en su breve relación sobre los cambios introducidos en las Normae de Gravioribus Delictis (Normas sobre los delitos más graves), señala en el punto 13 el documento: “Se ha introducido como un tipo de delito penal la atentada ordenación sagrada de una mujer”, junto al tema de la pederastia, la pornografía infantil y otros delitos terribles... que aqueja a algunos ordenados de la institución... y ahí está todo junto... todo revuelto... ¡ah!... y cuál es el recado: Clérigos: ¡qué falta de respeto al ser humano = mujer!

Señor bueno y misericordioso, Tú que tanto nos quieres y respetas, perdón por ellos. Nosotras, te seguiremos siempre, paso a paso, junto a María, “madre de las cansadas, que seguirán levantando la voz”. Amén.

Con humildad afirmo que “no tengo miedo de mirarlo a Él”. Tengo mi mirada limpia y mis manos también... y no tengo estola.

Cariñosamente desde Chile.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)


CARMEN ILABACA H., ccbilabaca@hotmail.com

lunes, 26 de julio de 2010

ORA ET LABORA


      En esta luz del nuevo día que me concedes, oh Señor, dame mi parte de alegría y haz que consiga ser mejor. Dichoso yo, si al fin del día un odio menos llevo en mí, si una luz más mis pasos guía y si un error más yo extinguí. Que cada tumbo en el sendero me vaya haciendo conocer cada pedrusco traicionero que mi ojo ruin no supo ver. Que ame a los seres este día, que a todo a trance ame la luz, que ame mi gozo y mi agonía, que ame el amor y ame la cruz.

ORACIÓN DESDE EL SILENCIO

¿Qué cabe más allá de la inmersión en aquellos ámbitos dominados por el silencio vivo? El discurrir por esas naves clausúrales, los jardines y fuentes, la permanencia a cualquier hora en las recogidas capillas donde el silencio se aquilata y quintaesencia; todo este conjunto de espacios y lugares se apodera del ánimo del peregrino y lo lleva a las dimensiones más excelsas… ¿Podemos avanzar todavía por este sendero de plenitud en nuestra experiencia de los ámbitos privilegiados, los recintos monacales?

         Ciertamente, sí. Algo se ha sugerido en ciertos versos de los poemas compartidos. Porque la significación auténtica de estas realidades que nos atraen y seducen no es sino el ámbito en el que unas personas han puesto su vida de modo irrevocable en manos del Señor para bien del mundo y de los hombres. Y dan su testimonio del modo que mejor expresa tal dedicación: orando, viviendo en continua actitud de alabanza, súplica y acción de gracias a Dios. Esta dedicación orante, desde el silencio que trasminan los ámbitos callados, es la más definitiva percepción que el peregrino experimenta desde los ya algo lejanos años en que le fue regalado este asombroso sumergirse en la ‘piscina del misterio’, y que desde entonces ha ido creciéndole como un fuego oculto en el hondón del alma.

          Oración desde el silencio, unido a la Comunidad que le acoge y que le hace ingresar en el corazón de la Iglesia. Aquellos himnos, salmos y cánticos que pudo descubrir los recita ahora con el rítmico desgranar de la salmodia desde la primeras horas del día a las últimas, desde que la aurora irisa el horizonte en la amanecida al reposado tiempo en que el anochecer cubre con su manto los perfiles de las cosas. Oración continuada, tiempo trascendido que empapa con el aliento de la presencia silenciosa las horas y minutos, y consagra así las demás ocupaciones de la diaria jornada. “Hasta entre los pucheros anda el Señor”: la clásica frase teresiana muestra su más evidente verdad gracias a este sucederse de concretos momentos orantes.

     Por eso no vamos en esta ocasión a extendernos en cuidadosas descripciones. Dejemos esto para referirnos a lugares y situaciones de nuestros ámbitos del silencio.

La realidad del tiempo y su fugacidad pueden expresarse más adecuadamente a través de ese medio sutil y lleno de simbolismo que es el lenguaje poético. Gracias a Dios, la experiencia de este acompañar a los orantes ha sido tan maravillosa, tan repleta de sentido y valor que nos vamos a permitir traer algunos de los poemas que ha suscitad la vivencia de la liturgia de las Horas, de la que ya ofrecimos los versos relativos al oficio de Completas. Digamos tan sólo que de los sucesivos tiempos de oración comunitaria las preferencias del peregrino se inclinan por las Vigilias y las Vísperas-Completas, vistas las últimas como conjunto. El orar mientras la luz del día inicia su recorrido con salmos de especial fuerza y cuando declinan sus fulgores, la alabanza inicial y la ofrenda final, implican una vivencia donde el recogimiento tiene especial densidad. Quiero compartir contigo las hondas impresiones que me surgieron en la hora inicial de un día y la vivencia del transcurso del tiempo en actitud orante a lo largo de la jornada en cualquier recinto monástico. Son versos libres, sin rima pero con ritmo, separados por barras, que pueden leerse con prosa poética.
 MADRUGADAS CON DIOS (Oficio de Vigilia)

       "La noche sosegada/ en par de los levantes de la aurora". S. Juan de la Cruz: Cántico, 14

    Inefable prodigio/ de tu quieta presencia en la imprecisa hora,/ la de inciertos temblores/ al filo de la tímida alborada,/ cuando el añil matiza/ la oscuridad profunda de la noche,/ mientras, arriba, su fulgor destella/ el heraldo del alba,/ lucero de la clara amanecida.

     Madrugadas serenas, prodigiosas,/ para asomarse a ti calladamente,/ Amante misterioso!,/ que, en silente asomada/ elevas mi alma/ sobre sus posibilidades más extremas,/ mientras voy a tu encuentro, fascinado,/ cuando las horas en el mundo duermen.

Sólo están en vigilia insobornable/ esas perennes lámparas,/ que velan por tu amor en los cenobios,/ a las que me has unido/ colmando generoso mis deseos/ de estar en tu morada,/ y llevándome al centro de mí mismo/ en el que habitas sin saber yo cómo.
 Sin voz me llamas;/ fuera y dentro de mí tu amor me invita/ a entonar tu alabanza,/ mientras atisbo el nimbo de tu rostro,/ con los ojos del alma dilatados/ por desbordante asombro,/ en esta densidad de tu silencio.

 JORNADA  MONÁSTICA (Salmo de alabanza y gratitud)

"Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida, gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo". Salmo 26, 4.

    Te bendigo, Señor, de noche y día,/ gracias te doy, mi Dios, hora tras hora;/ porque tu amor supera todo límite/ y tu bondad derramas sin medida.

   Mi corazón eleva a ti su canto/ y recita mi alma su alabanza,/ como el pájaro trina en la mañanay gorjea la alondra en el boscaje.

  En el hogar monástico me acoges,/ te hallo en el retiro de tu casa,/ que rodea el verdor de la arboleda/ a los pies de montañas escarpadas;/ en el umbroso valle asientas tu morada,/ junto a las frescas aguas tu recinto. En las naves del claustro me recibes,/ me das recreo en la fecunda huerta;/ en la penumbra de la capilla me hablas,/ tu palabra me llega desde el templo;/ sin pronunciarla escucho tu llamada,/ desde el fondo del alma me convocas. Me adelanto al primer albor del día,/ en medio de la noche me despierto,/ y contemplo asombrado el brillo de los astros,/ luminarias que tu mano colgó de la alta bóveda;/ su parpadeo me anuncia tu maestría,/ sin palabras pregonan tu inmensa omnipotencia.

      Mis ojos rechazan el sueño,/ prefiero tu llamada al descanso del lecho;/ en respuesta me otorgas íntima presencia,/ tu amistad me regalas generoso.

     La amanecida me halla salmodiando,/ mi oración te saluda al levantarse el alba;/ unido a mis hermanos consagrados/ me siento miembro vivo de la Iglesia implorante,/ la asamblea que agradece tus dones/ por el ancho horizonte de la tierra, /junto a santos y ángeles que entonan/ perennes alabanzas en el cielo/ por tu amor difundido a las criaturas. El silencio remansa mis sentidos,/ la paz del monasterio vivifica;/ mi existencia se colma de tu gracia, /mi juventud renuevas con tu aliento.

      Me adentro en la lectura que de ti da noticia,/ como rocío me empapa tu palabra,/ abriéndome a la ciencia que me enseña/ tu misterio sin fondo ni distancias.

    Cambia la luz al paso de las horas/ mostrándome facetas de tu gloria;/ mi espíritu se llena de alegría/ al transcurrir el tiempo en tu presencia.

    El vigor me renuevas con largueza,/ tu mano me regala el sencillo sustento,/ que tomo agradecido, mientras me confío/ a tu amor providente que de sus hijos cuida.

    Tu caridad desbordas con tu entrega,/ el pan del sacrificio me das en alimento;/animas mi flaqueza para seguir tus huellas/ y sanas con tu sangre mis heridas.

   Cuando declina el día me acaricias,/ tu ternura me invade en el crepúsculo, mientras saludo a la Madre siempre Virgen/ que me acoge amorosa en su regazo. En profundo sosiego, que acalla los sonidos,/ pongo en tus manos paternales mi vida;/en la silente noche, con los últimos salmos/ mi ser en ti descansa confiado.
    La oscuridad me envuelve como un manto/ con el que tú me cubres suavemente;/defendido por manos de tu ángel/ me encuentra el sueño sin temor alguno;/alma, vida, existencia a ti se entregan/ en espera del día definitivo.
   Gloria a ti, Padre, Fuente inagotable,/ a ti, Hijo, Palabra revelada,/ a ti, Espíritu, hoguera inextinguible,/ Dios Uno y Trino, desde siempre Santo,/ por toda eternidad te sean dadas. Amen.   

EL SIGNIFICADO DEL NOMBRE DE ANA

ANA, "ANHAN". En cualquier caso nombre de origen fenicio que por aquella cultura era aplicado a los hombres. Significa plenitud o fortaleza, pero aplicado a la mujer significa desde la tradición hebrea, "GRACIA", en cuanto a despliegue de carismas. Por ello es muy sugerente que Ana (Gracia), este asociado a María (Maryam=Amada de Yavhe).


Felicidades a todas las Anas, especialmente a la mía, Ana R.C.

domingo, 25 de julio de 2010

ORACIÓN A SANTIAGO APÓSTOL "EL MAYOR", PATRÓN DE ESPAÑA Y DEL CASTILLO, VILLA Y CIUDAD DE ESTEPA


Apóstol Santiago, patrón de Estepa y de las Españas, a tus plantas acudimos con la esperanza puesta en ti. Somos tus hij@s de Estepa, los que te rogamos confiados, para que siempre nos guardes de tu mano, y como amigo de nuestro Señor acudas solícito a interceder ante Él por nuestras necesidades. Guarda a Estepa, Patrón y peregrino. Guárdala del mal y del temblor. Concede estabilidad a sus cimientos y salud a sus ancianos. Sé tú, cual ángel de la guarda para nuestros hijos y los que se afanan en sus trabajos. Que de tu mano nuestras familias caminen a la luz de tu evangelio, para que así todos junto a ti, continuemos evangelizando aquel Reino anunciado por Jesús. Alumbra hacia la eternidad del rostro del Padre, el camino de nuestros difuntos. Y permite, Apóstol Santiago que nuestra esperanza y alegrías nunca se acaben. Amén.
Santiago Apóstol el Mayor, Patrón de Estepa, protege nuestra ciudad.

jueves, 22 de julio de 2010

SANTA ANA, ABUELA, TESTIGO Y MAESTRA

Palabras del Ilmo.Sr. Manuel Santos Ortega (D.E.P.), a la Antigua Hdad. de la Sra. Santa Ana de Estepa con motivo de su fiesta. Año 2007.


“Donde Dios nos sembró, es preciso saber florecer.”
Estimados hermanos y hermanas de la Hdad. de Santa Ana, y querido barrio de su nombre. Siempre es un placer acudir a esta nueva cita a la que se me interpela en vuestro boletín de hermandad. 
Desde luego es difícil dedicar unas escuetas palabras a vuestra hermandad, su titular y todo lo que le rodea, en este espacio tan reducido. Pero si algo tengo que destacar es la llaneza de las gentes de La Coracha y su grandeza de corazón. Grandeza que a lo largo de los años se ha demostrado, por la inusitada ilusión de sus vecinos para rendir culto devocional a la Sra. Santa Ana, cuando aun no estaba constituida la hermandad. 
Es cierto que en todo proceso eclesial hace falta una ratificación de las autoridades episcopales, y por eso se sometió la regla de vuestra hermandad al exhaustivo examen de la diócesis. Pero sin lugar a dudas a nadie nos cabe la menor duda de que a Santa Ana nunca le han faltado hijos e hijas que de una manera solícita se prestaron y se entregan a su culto, ermita y devoción. Hablando con la experiencia que me proporcionan cuarenta y siete años de párroco de esta feligresía, tengo que dedicar desde aquí un reconocimiento que –aunque pequeño y escueto- es merecido y nunca pagado por los medios humanos de los que yo y mi parroquia al completo disponemos. 
De este pagaré se tendrá que ocupar Dios. Pero sin lugar a dudas mi abrazo y bendición para con Eusebio Olmedo, Manuel González y todas las personas que colaboran junto a estos insignes personajes santaneros. El primero, vive ya para el Señor y la mirada de su abuela, habiendo dejado una buena cantera de hijos e hijas santaneros que harán perdurable la herencia del amor a Santa Ana durante mucho tiempo. El segundo, Manuel González siempre solicito para con este párroco y la total entrega hacia la ermita y el culto eucarístico. Desviviéndose junto a sus nietos, esposa e hijas para que todo sea pulcro y escrupulosamente respetuoso como corresponde al culto que se dedica al Señor. 
Desde luego puedo decir que si en el cielo se esta como en santa Ana, bienvenida sea la llamada al cielo. Y esta en definitiva es mi recomendación al termino de este pequeño mensaje. Cada uno de nosotros estamos llamados a servir a Dios en el lugar que ocupamos. A florecer donde se nos sembró.  Que vuestras vidas sean reflejo de Dios y de su santa abuela Ana. Que os mantengáis en los carismas propios de los abuelos, la amorosidad, la entrega, la consideración. Que vuestros lazos de fraternidad y vecindad se unan a Santa Ana, como unidos quedan los jazmines que devotamente cosen sus hijas, para que perfumen el transito de la Señora Santa Ana por su bello pueblo de Estepa. 
Estimada hermandad, vecinos y devotos todos de Santa Ana; con ustedes mi abrazo y bendición.

Atte. Manuel Santos Ortega.
Párroco de la de San Sebastián de Estepa.




PERLAR DE PAGOLA PARA EL FINDE

REAPRENDER LA CONFIANZA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
17 Tiempo ordinario (C) Lucas, 11, 1-13

 ECLESALIA, 21/07/10.- Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos.

Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo pues su experiencia es ésta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre».

Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.

«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que sólo nos puede venir del Padre.

«Buscar» no es sólo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.

«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura premoderna. Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual. 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

A pesar del dolor... soy Su esclava

Padre  José Martín Descalzo

Ahora sé que elegí bien la palabra: «Esclava, esclava». Pude decir sencillamente: «Dile que sí, que estoy de acuerdo». O responder: «El sabe que estoy a sus órdenes». O preguntar: «¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?» Pero dije: «He aquí la esclava», sin comprender hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá.

Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña, en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura? Todas las madres dicen: «Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tu crees saber hasta la más mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti. Pero tú…

Es como si hubiera engendrado un gigante, parido una montaña, albergado dentro todas las cordilleras del universo entero. Siempre supe que me desbordarías. Cada vez que en tu vida quise descender al fondo de tus ojos entendí que me perdía por los vericuetos de tu alma. Tú eras, desde luego, un hombre. Yo lo sabía como nadie. Pero también más, también un vértigo a cuya orilla yo no podía ni asomarme. Crecías, crecías, como si tuvieras que vivir muchos años dentro de cada uno de los tuyos, como si te sobrase alma y la pobre piel que la ceñía fuera a estallar en cada hora. Y Yo, cuando te abrazaba ¿cómo podía abrazarte? Me dolías de tanto como te olía el alma a vida y a muerte. Que vendría el dolor, lo supe siempre. Bien me lo dijo Simeón antes de que Tú aprendieses a andar. Pero que el dolor fuese esto, no pude ni sospecharlo: oír el gotear de tu sangre, de «Nuestra» sangre, cayendo sobre el silencio de esta hora, sonando cada gota con más crueldad que los mismos martillazos. Se clava en mí el retumbar de cada gota, como un clavo que me penetra dentro, dentro, dentro, más dentro, allí donde el alma está en carne viva. ¡Ah, tus manos! Yo las vi gordezuelas, buscando mi pecho, enredando en mi pelo, besadas, mordisqueadas por mí, rubias de trigo nuevo, tendidas para acariciar mi rostro, partiendo el pan por mí amasado. ¿Y estaba preparándolas yo para ese hermano clavo que acabaría poseyéndolas, destrozándolas, desgarrándolas como abrías Tú el pan? Hijo, hijo, perdóname, perdóname por seguir viva cuando Tú estás muriendo, Perdóname por no saber decirte nada en esta hora, por no saber ni orar, por tener el alma como el desierto de los desiertos, por no saber ni estar contigo, por no tener en esta hora otro oficio que el de estar cansada y decirte: hijo, hijo, hijo. He entrado en el túnel de Dios. Y está oscuro. A los dos nos ha abandonado. Y ni siquiera nos ha abandonado juntos. Encerrado cada uno en su abandono como en un «bunker» de piedra, en dos vacíos gemelos pero separados.

Conocía la noche de la fe, pero nunca creí que fuera tan profunda. Ni una sola ventana con luz en el alma. Sólo creer, creer, apretar los puños del alma, esperar, agarrarte a los barrotes de tu cárcel, entrar en las entrañas de la oscuridad. Sin ángeles, sin voces de lo alto. Sólo la noche y el seguir escuchando el golpear feroz de los martillazos como látigos. Y el galopar de la muerte que se acerca. Y ojalá fueran, al menos, dos muertes las que se acercan. «Dios te salve, María, dijo el ángel. ¿Salvarme? ¿No es acaso ahora cuando tendría que salvarme y salvarte? ¿Llena de gracia quería decir llena de dolor y de muertes? ¿La gracia es esta espada que nos pulveriza? Gabriel, Gabriel, ¿dónde te has metido? Y si al menos ahora viviera José… Ah, José, amor mío, ¡qué daría yo ahora por tenerte junto a mí y reclinar mi cabeza en tu hombro! En la noche no hay nada. Sólo la noche. Y la certeza de que el sol vendrá mañana. Pero, ¿cuántos siglos faltan para mañana? Dímelo, hijo, respóndeme: ¿Es que siempre hay que salvar con sangre? ¿tan hondos son los pecados de los hombres que sólo pueden borrarse con manos y frente desgarradas? Yo acaricié tantas veces tu frente cuando, de niño, tenías fiebre. Pero las espinas, no, nunca pude imaginarlas. Salíamos al campo, corrías, jugabas con las zarzas. «No vayas a pincharte» Y reías, reías. Yo te veía crecer siempre con miedo. Ah, poder encerrarte para siempre en la infancia, retenerte, disfrutarte. ¿Por qué crecen los hombres, a dónde van, qué prisa tienen? ¿Qué les lleva a la muerte? ¿Una misión será más fuerte que la vida? Tu corazón estuvo siempre tirado, arrastrado por invisibles caballos, como por un hilo que te sujetara desde la eternidad. Tenías que salvar. Como si todas las otras vidas fuesen más importantes que la tuya. Te veo yéndote, como si fuera un pecado cada hora dedicada a ser feliz. «Si el grano no muere, es infecundo», decías. Y tenías que subirte a la cruz, como un suicida, como un amante, enterrándote, sin que entendieran tu entrega ni tus propios apóstoles. Esos pobres que han acabado fallándote. ¿Es que no lo supiste desde siempre? Veo el rostro de Judas, ese muchacho asustado que parecía temblar cada vez que oía la palabra «amor». Me habría gustado ser su madre. Tal vez, entonces… Cuánto le quise y le temí.

Escuchaba tus palabras no como quien las bebe, sino como quien las cuenta, como quien las numera con el alma retorcida. Y ahora, ¿dónde está? ¿dónde estás, Judas, hermano mío, hijo mío? Tu aullido es la gran sombra de esta tarde, un viento helado, una noche de invierno, una sed imposible. Hiel y vinagre suben por mi boca. Y Tú, pequeño mío, ¿por qué agitas ahora la cabeza? ¿qué nube de murciélagos quieres espantar de tu mente? No, no tengas miedo: el Padre tiene que estar orgulloso de ti, como ,o está tu madre. Has cumplido, has cumplido y El lo sabe, aunque esconda su rostro. Yo sé y Él sabe que has sido un valiente, digno de ser lo que eres: mi hijo y mi Dios. Ese Dios diminuto cuyo cuerpo lavé yo tantas veces, cuyas manos creadoras y pequeñitas cabían en las mías. Me quedaba mirándote y pensando: No es posible, no es posible que «esto» sea Dios; y tu boquita me hacía daño al mamar. Ea, ea, mi Dios. Aquella leche iba volviéndose sangre de Dios, la misma que ahora derramas. ¡Pero dejadle morir al menos! Muere por vosotros, ¿no lo entendéis? Un hombre puede ser redimido mientras se carcajea de su Redentor. La Humanidad es ciega. Ceguera. Un océano de ceguera nos rodea. ¡Si al menos supieran a Quien están matando! Tú jugabas a mi lado como los demás niños. Y nadie sospechaba. Como ahora. Si hubieran sabido con Quien jugaron, a Quien crucifican, morirían de espanto. Mejor que ni siquiera lo imaginen, pobres, pobres hombres. Pero yo no puedo permitirme el lujo de estar ciega. Yo sé. Yo mido el volcán sobre el que caminamos, el vértigo de Dios, la página que gira el Universo.

¿Te duele, niño mío? ¡Ah, si al menos volvieras hacia mí esos tus ojos misericordiosos! Pero lo entiendo: ahora estás redimiendo. ¿Qué tiempo podría sobrarte para sentimentalismos? No, no tengo yo derecho a robar a los hombres ni una sola esquirla de tu muerte. Aunque también mueres por mí. También yo necesito de su sangre. Me redimes con la que te presté. ¿Y ahora? ¿No es demasiado, hijo, lo que me estás pidiendo? ¿Habiendo sido madre tuya, cómo podría serlo de tus asesinos? Pero si fui esclava una vez, seguiré siéndolo. Que entren, que entren en mi seno. Se ha desgarrado tanto en esta hora, que ya me caben todos.

Y Tú, descansa hijo. Deja caer de una vez tu cabeza. Y descansa en la muerte. Ella no te hará daño. No podrá vencerte. Cruzará por tus venas, triturará tu sangre, pero Tú tienes tanta vida en ti que ella no durará mucho sobre tus dominios y se irá, derrotada, asombrada de haber podido estar alguna vez sobre su Dios. Y yo cuidaré tu cuerpo. Iré quitándole una a una las espinas, besándote las llagas, cerrando tus ojos, aunque al hacerlo el universo se oscurezca. ¡Ah, si pudiera volver a llevarte dentro, ah, si pudiera parirte otra vez y no sólo tenerte derrumbado sobre mis pobres brazos! Descansa, hijo. Y vuelve, vuelve pronto. Y si puedes, regresa con todas tus heridas, para que ni yo ni nadie lo olvidemos, tanto amor, tanto amor. Vuelve con todas tus sangrientas condecoraciones, hermano nuestro, hijo mío, mi Dios.

viernes, 16 de julio de 2010

PERLAR DE PAGOLA PARA EL FINDE

NECESARIO Y URGENTE
Mientras el grupo de discípulos sigue su camino, Jesús entra solo en una aldea y se dirige a una casa donde encuentra a dos hermanas a las que quiere mucho. La presencia de su amigo Jesús va a provocar en las mujeres dos reacciones muy diferentes.
María, seguramente la hermana más joven, lo deja todo y se queda «sentada a los pies del Señor». Su única preocupación es escucharle. El evangelista la describe con los rasgos que caracterizan al verdadero discípulo: a los pies del Maestro, atenta a su voz, acogiendo su Palabra y alimentándose de su enseñanza.
La reacción de Marta es diferente. Desde que ha llegado Jesús, no hace sino desvivirse por acogerlo y atenderlo debidamente. Lucas la describe agobiada por múltiples ocupaciones. Desbordada por la situación y dolida con su hermana, expone su queja a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Jesús no pierde la paz. Responde a Marta con un cariño grande, repitiendo despacio su nombre; luego, le hace ver que también a él le preocupa su agobio, pero ha de saber que escucharle a él es tan esencial y necesario que a ningún discípulo se le ha de dejar sin su Palabra «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán».
Jesús no critica el servicio de Marta. ¿Cómo lo va a hacer si él mismo está enseñando a todos con su ejemplo a vivir acogiendo, sirviendo y ayudando a los demás? Lo que critica es su modo de trabajar de manera nerviosa, bajo la presión de demasiadas ocupaciones.
Jesús no contrapone la vida activa y la contemplativa, ni la escucha fiel de su Palabra y el compromiso de vivir prácticamente su estilo de entrega a los demás. Alerta más bien del peligro de vivir absorbidos por un exceso de actividad, en agitación interior permanente, apagando en nosotros el Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz y amor.
Apremiados por la disminución de fuerzas, nos estamos habituando a pedir a los cristianos más generosos toda clase de compromisos dentro y fuera de la Iglesia. Si, al mismo tiempo, no les ofrecemos espacios y momentos para conocer a Jesús, escuchar su Palabra y alimentarse de su Evangelio, corremos el riesgo de hacer crecer en la Iglesia la agitación y el nerviosismo, pero no su Espíritu y su paz. Nos podemos encontrar con unas comunidades animadas por funcionarios agobiados, pero no por testigos que irradian el aliento y vida de su Maestro. 
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).



jueves, 15 de julio de 2010

HASTA TÍ, VIRGEN DEL CARMEN


Hasta el puerto de tus manos
rompeolas de promesas,
hasta el faro de tus ojos
vigías en las tinieblas,
hasta el puerto de tu rostro
como bendita escollera,
hasta los tirabuzones
donde tu pelo se enreda
en un mar de plata y cielo
adornado con estrellas,
hasta el cénit de tus labios
contritos como dos perlas,
hasta ser tu escapulario
que derrama sus esencias
por las almas de este pueblo
que suspira y que se acerca
al Carmelo de sus sueños,
Reina y Madre marinera.

Hasta ti Virgen del Carmen
hasta ti flor de pureza,
hasta ti aroma del nardo,
hasta ti Virgen y Reina,
hasta ti sendero y vida,
hasta ti Madre y Maestra,
hasta ti nuestro consuelo,
hasta ti ancla y promesa,
hasta ti Reina del cielo
que por julio llena Estepa
con las olas del amor
de su Virgen mondonguera.


Viene de: Helicón




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lunes, 12 de julio de 2010

GIOCONDA CON CÁFE Y LECHE...

Son muchas y determinadas las formas de hacer arte. Esta es una de ellas y por original aquí la expongo.
Enviado por mi buen amigo Z.Ribó.


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viernes, 9 de julio de 2010

EL PALIO ARZOBISPAL

¿Sabes lo que es?.
Comienzo por explicar que la distinción, “Ar/z”; es original y creada por los autores de los evangelios apócrifos. Con el pronombre “Ar…” se designaba a los arcángeles que tenían superioridad sobre lo otros en orden jerarquico. Por ello, nuestra iglesia desde hace muchos siglos impone el palio (porque cubre los hombros como signo de poder igual a la estola) a los arzobispos, los obispos de las metrópolis. 


El Palio Arzobispal es la insignia distintiva del poder del arzobispo y de su jurisdición sobre toda la archidiócesis. Es concedido por el Papa en una ceremonia solemne y se compone de una banda de lana blanca, en forma de círculo o collar, con dos apéndices: uno en el pecho y otro en la espalda; viene adornado con seis cruces en seda negra, cuatro en el collar y las otras dos en los apéndices. La confección de este Palio se reserva a las monjas Benedictinas del Monasterio de Santa Cecilia en Roma. Se utiliza para su confección lana de corderos que son bendecidos todos los años por el Papa en el Vaticano. Los poseedores de esta insignia tienen el tratamiento de Excelencia Reverendísima, y en los actos oficiales tienen honores de arma sobre el hombro y marcha de Infantes.

El origen es romano y fue considerado siempre como insignia del Papa, por lo menos en Occidente. El primer dato sobre el palio es del siglo IV. Lentamente se concede a obispos más ilustres. La costumbre es enviarlo a los obispos metropolitanos, como más destacados, pero con el tiempo se estableció pedirlo a Roma.

Juan XVII en el siglo cuarto reconoció el palio como insignia de la jurisdicción de los arzobispos y, al mismo tiempo, estableció las normas de súplica de concesión que debían hacerse a la sede apostólica bajo severas penas.


Enlace de la imposición del palio a nuestro oBispo D.Juan J.Asenjo Pelegrina:

CAMPAÑA DE ADHESION PARA LA CONCESIÓN DEL PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS A MANOS UNIDAS



 Numerosas entidades y personalidades, han propuesto a MANOS UNIDAS para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2010, al cumplirse los 50 años de su fundación.
A lo largo de esto 50 años ha realizado más de 25.000 proyectos de desarrollo; - 8.000 proyectos educativos, - 4.000 proyectos agrícolas - 6.500 proyectos sanitarios
- 3.000 proyectos de promoción de la mujer - y 6.000 proyectos de obras sociales. En total se han beneficiado más de 600 millones de personas, en todo el mundo.
El 93% de la recaudación destinado para los fines de Manos Unidas y solo un 7 % para gastos de gestión, gracias a que es una oranizcíon de voluntarios, con 71 delegaciones en toda España, 4.000 voluntarios y 80.000 socios.
Os pedimos que os sumeis a esta campaña solicitando la concesión del Premio Príncipe de Asturias a la Concordia a "Manos Unidas" por coincidir con sus objetivos delucha contra la pobreza y la injusticia en los países empobrecidos y con los colectivos más vulnerables trabajando por hacer realidad Otro Mundo Posible.
Os ruego difundais este correo a todos vuestros contactos, animándoles a unirse a ella.

Para sumarse a esta campaña puedes ir a la siguiente dirección

https://spreadsheets.google.com/viewform?formkey=dFBGZ3pZSnVGVmlkaHl3RmZXbUlablE6MQ o pinchar aquí:
  CONTRA EL HAMBRE, DIFIENDE LA TIERRA 
   Manos Unidas ONGD católica de voluntarios,
  
50 años luchando contra la pobreza
www.manosunidas.org

jueves, 8 de julio de 2010

PERLAR DE PAGOLA PARA EL FINDE

HAZ TÚ LO MISMO
15 Tiempo ordinario (C) Lucas 10, 25-37

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

07/07/10.- Para no salir malparado de una conversación con Jesús, un maestro de la ley termina preguntándole: «Y ¿quién es mi prójimo?». Es la pregunta de quien sólo se preocupa de cumplir la ley. Le interesa saber a quién debe amar y a quién puede excluir de su amor. No piensa en los sufrimientos de la gente.

Jesús, que vive aliviando el sufrimiento de quienes encuentra en su camino, rompiendo si hace falta la ley del sábado o las normas de pureza, le responde con un relato que denuncia de manera provocativa todo legalismo religioso que ignore el amor al necesitado.

En el camino que baja de Jerusalén a Jericó, un hombre ha sido asaltado por unos bandidos. Agredido y despojado de todo, queda en la cuneta medio muerto, abandonado a su suerte. No sabemos quién es. Sólo que es un «hombre». Podría ser cualquiera de nosotros. Cualquier ser humano abatido por la violencia, la enfermedad, la desgracia o la desesperanza.

«Por casualidad» aparece por el camino un sacerdote. El texto indica que es por azar, como si nada tuviera que ver allí un hombre dedicado al culto. Lo suyo no es bajar hasta los heridos que están en las cunetas. Su lugar es el templo. Su ocupación, las celebraciones sagradas. Cuando llega a la altura del herido, «lo ve, da un rodeo y pasa de largo».

Su falta de compasión no es sólo una reacción personal, pues también un levita del templo que pasa junto al herido «hace lo mismo». Es más bien una actitud y un peligro que acecha a quienes se dedican al mundo de lo sagrado: vivir lejos del mundo real donde la gente lucha, trabaja y sufre.

Cuando la religión no está centrada en un Dios, Amigo de la vida y Padre de los que sufren, el culto sagrado puede convertirse en una experiencia que distancia de la vida profana, preserva del contacto directo con el sufrimiento de las gentes y nos hace caminar sin reaccionar ante los heridos que vemos en las cunetas. Según Jesús, no son los hombres del culto los que mejor nos pueden indicar cómo hemos de tratar a los que sufren, sino las personas que tienen corazón.

Por el camino llega un samaritano. No viene del templo. No pertenece siquiera al pueblo elegido de Israel. Vive dedicado a algo tan poco sagrado como su pequeño negocio de comerciante. Pero, cuando ve al herido, no se pregunta si es prójimo o no. Se conmueve y hace por él todo lo que puede. Es a éste a quien hemos de imitar. Así dice Jesús al legista: «Vete y haz tú lo mismo». ¿A quién imitaremos al encontrarnos en nuestro camino con las víctimas más golpeadas por la crisis económica de nuestros días?

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)

MISIÓN - LISTOS PARA CONTINUAR

LISTOS PARA CONTINUAR

'Entre ustedes ya no hay judío ni griego; ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer, pues todos son uno solo en Cristo Jesús (Gal 3,28)'

MISIONERAS Y MISIONEROS PERTENECIENTES A LA CONFERENCIA DE RELIGIOSOS DE PERÚ, confer@speedy.com.pe 06/07/10

LIMA (PERÚ).

 

Del mismo modo que en la Iglesia Católica no hacemos diferencia entre ricos y pobres, doctores o analfabetos, ciudadanos de las grandes urbes de la costa e indígenas de la Amazonía, tampoco cuando nos comprometemos en beneficio de nuestro país distinguimos entre los nacidos en esta tierra de los venidos de otros países. En cuanto a la misión de la Iglesia no nos fijamos en el lugar del nacimiento sino en la generosidad e identificación con la cultura local. Por lo tanto la Vida Religiosa Peruana apostólica es una activa y eficiente presencia no sólo de religiosos y religiosas nacidos en el Perú, sino de un vasto número de religiosos y religiosas extranjeros que quieren al país tanto o más que los peruanos y que ofrecen un servicio invalorable en los campos de la educación, salud, organización social y evangelización.

Por estos motivos la Conferencia de Religiosos del Perú expresa su indignación ante la expulsión de nuestro país del religioso británico Paul Mcauley de la Congregación de Hermanos de La Salle. El hermano Paul ha prestado servicios invalorables en el campo de la educación en sectores de la sociedad donde el Estado está ausente. Nos parece doloroso que su compromiso con las minorías y con nuestra la Iglesia que promueve la protección de la creación, hayan sido consideradas pruebas suficientes de que su presencia en nuestra patria resulte incómoda y perturbadora para el gobierno.

El acto de expulsión, explicado por el Gobierno, estaría revestido de toda legalidad: un extranjero no puede comprometerse en situaciones que alteren la estabilidad del pueblo peruano. Con la misma lógica podríamos preguntarnos por la legalidad de muchas de las compañías mineras actuando en abierto y descarado perjuicio de nuestro territorio y la vida de sus habitantes. Por lo tanto nuestra indignación es doble ya que la medida de expulsión no corresponde a la autoridad moral que ha demostrado el Gobierno en el manejo del tema ambiental y la protección de los grupos aborígenes de nuestra patria, temas que el hermano Paul Mcauley ha cultivado con sabiduría, coraje y cariño durante la última década.

La expulsión del hermano Paul es sentida por los miles de religiosos peruanos como una seria afrenta a nuestra misión, cumplida en fidelidad a Cristo; también constituye un grave atentado contra la democracia en el país y contra el convenio que el Estado Peruano y la Santa Sede suscribieron hace años. Los religiosos y religiosas en el Perú somos un cuerpo único extendido en nuestro territorio (peruano), uno de cuyos miembros ya no puede estar con nosotros por decisión del Gobierno. Siguiendo la labor del hermano Paul estamos de pie muchos religiosos, peruanos y extranjeros, listos para continuar siendo una presencia incómoda mientras la codicia de los poderes económicos se cierna sobre los habitantes y el territorio de nuestra Amazonía. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 


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EL PENSAMIENTO DE ROGER DE TIAZÉ

Un creyente de los primeros tiempos escribía: "¡No tengáis ansiedad!". Cuando depositamos en Cristo las preocupaciones que nos retienen lejos de él, él nos ofrece descubrir esta realidad: "En la calma y la confianza estará vuestra fuerza".

PARECE QUE LAS BODAS SE MARCHAN POCO A POCO DE LOS ALTARES

Era cuestión de tiempo y ese tiempo ha llegado: los matrimonios civiles en España ya son más que los religiosos. 94.993 bodas celebradas en 2009 no necesitaron cura ni altar, mientras que en nombre de Dios se unieron para siempre 80.174 parejas, según el Instituto Nacional de Estadística. Este fenómeno es parejo a la secularización de la sociedad y está en el contexto de los cambios sociales de la familia. "Los que ahora se están casando son los hijos de aquellos que ya mostraron cierto desinterés por la religión en los años sesenta y setenta; dos tercios de los jóvenes entre 15 y 24 años se declaran ateos, indiferentes o agnósticos", comienza el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Alfonso Pérez-Agote.

¡Vivan los novios!
"Lo que ahora toca es el sacramento de la hipoteca", dice un sociólogo
La representación que tienen los jóvenes del enlace no es religiosa
La familia sabe que ya no puede imponer su modelo de convivencia

"Décadas atrás, el matrimonio era la legitimación de las relaciones sexuales; ya en los sesenta, uno se casaba cuando decidía tener hijos, por tanto, se legitimaba la procreación; lo que ahora toca es el sacramento de la hipoteca: si hay que emanciparse y contraer una relación duradera con un banco, más vale hacerlo en pareja y con los papeles en regla", dice Pérez-Agote.

Cuando no se está casado y se tiene una hipoteca conjunta, deshacer eso es caro y complejo. Y no pueden hacerse declaraciones de la renta conjuntas, que podrían ser más ventajosas. Y casarse son ¡15 días de vacaciones!

Hay, pues, circunstancias que llevan al matrimonio, pero, pese a ello, las bodas han caído y no solo por el bache profundo que ha abierto la crisis, sino que esa es la tendencia desde 1975. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó, en 2006, en uno de sus barómetros por la convivencia y un 12% de los que vivían en pareja no estaban casados. En 2010 ya son el 17%. No es una encuesta de nupcialidad y no tiene valor estadístico, simplemente es una pregunta necesaria para elaborar otras estadísticas pero, a falta de datos precisos, sirve de referencia sobre cómo van las cosas.

lunes, 5 de julio de 2010

COMIENZA LA SEMANA

Hoy nos levantamos con una esperanza. Cada cual tiene la suya y desde luego, los que en Jesús tenemos puestos nuestros anhelos, confiamos en que Él es nuestra esperanza. Jesús se nos muestra hoy con su característico sentido de la humanidad, que le caracteriza como autentico hijo de Dios. Si en el día de ayer nos hacia cuenta de lo que constituye para la persona el ser seguidor de Jesús, tanto en la escucha de la palabra como en el cumplimiento de lo que se escucha; -digo que- hoy nos pone en pié, la practica del seguimiento. Fundamentalmente estar cerca de…; es curioso como pastoralmente se estructuran las parroquias lo movimientos  eclesiales, los grupos…etc, pero no se mezclan con la gente. ¡No llegan muchas personas a darse codazos con los prójimos de hoy en día, que están necesitados de hacernos participes de su propia miseria, tanto miseria social, como miseria moral o crisis de fe, que es peor y mas cuantiosa que la económica!. Jesús amonesta hoy a aquellos que ante la poca perspectiva que tienen para con el ser humano y su capacidad de superación, de momento desean acabar con su vida enterrando a aquel ser en lo mas profundo de la tierra, donde reside la magnitud del oprobio. Jesús llega y dice: ¡basta, que la niña no está muerta!. No sabemos lo que verdaderamente le pasaba a la niña, pero si sabemos que todos aquellos reunidos en aquella casa, estaban lejos de la alegre esperanza de los que viven responsablemente como hijos de Dios.
Hoy me tropiezo con una imagen curiosa de un azulejo sevillano. Entre el azulejo y el mensaje evangelio, mantengámonos alegres y esperanzados.
Buena semana. Y sed felices, ¡por favor!.

BIENAVENTURANZAS DE LA SONRISA

Felices quienes ofrecen cada mañana una sonrisa a la primera persona que se cruza en su camino.

Felices quienes derrochan sonrisas, pues sólo este exceso podrá vencer la distancia, los muros y las apariencias.

Felices quienes han descubierto que una sonrisa no cuesta prácticamente nada y en cambio  produce frutos imprevisibles.

Felices quienes después de vivir unos malos momentos renueva el ánimo con la sonrisa y la cercanía del amigo.

Felices quienes no piensan en el valor del mercado por cada sonrisa que ofrecen, sino que las reparte a quien la necesita y reconoce su utilidad en el momento que la regala.

Felices quienes se han dado cuenta que una sonrisa es un bálsamo que produce milagros y está indicada contra la tristeza, la apatía, la desesperanza y la dureza de corazón.

Felices quienes saben que una sonrisa ofrece serenidad ante el cansancio de la vida, da nuevo vigor a la persona que la recibe y renueva su ánimo.

Felices quienes han experimentado que repartiendo cada día más sonrisas no se empobrecen, sino que aumenta su felicidad al enriquecer a quienes las reciben.

Viene de Eclesalia.