CRISTIANOS Y ANTICAPITALISTAS, ¿CÓMO NO?
JOSÉ IGNACIO CALLEJA, Profesor de Moral Social Cristiana, VITORIA-GASTEIZ.
ECLESALIA, 24/05/13.- Leyendo a cristianos y cristianas que admiro, me acerco con gusto a sus palabras más interpelantes, y a fe que proponen una denuncia de la realidad social muy viva y clara. Por su fondo espiritual y evangélico, y por su forma directa y comprometida, están resonando voces de calidad en el catolicismo social español. Vienen de la tercera o cuarta fila, incluso de las filas del fondo, - casi nunca de la primera -, pero llegan nítidas y cada vez más directas. Ante ellas me encuentro conmovido e interpelado, y casi siempre socialmente superado. Lo digo como es, porque tengo ojos para mirar y ver. No me preocupa no ser el primero en la frontera social, sino no estar a tiempo y con alguna eficacia donde las víctimas nos reclaman.
Con ánimo de sumar e impulsar este diálogo moral y social en la Iglesia, me pregunto muchas veces, - y lo reproduzco aquí -, por qué defiendo un cierto liberalismo social o un cierto socialismo liberal, - según se mire la idea-, como propuestatodavía digna para una vida pública justa; por qué mantengo esta idea si hay otras por lo menos igual de legítimas en el cristianismo, y desde luego más contundentes contra la injusticia capitalista y con las víctimas.
Y, sin embargo, la veo como una propuesta social necesaria; ciertamente, de paso hacia otras más radicales, pero un escalón necesario en la historia real de nuestros pueblos. Y mi razón, la muestro desde el principio. Doy mucha importancia a ir de la mano en lo social con los más posibles y, por tanto, facilitando tejer redes de caridad social y alianzas de justicia social con ellos. Pienso en los cristinos, pero vale igualmente para la sociedad civil. En el fondo, se trata de no romper demasiado pronto con casi todos, - de convertirlos por casi nada en nuestros enemigos sociales, por causa de la mínima diferencia cristiana o laica -, y así hacer imposible una mayoría social por los derechos de los más pobres del mundo. Hablo de una ortodoxia flexible y sabia en la vida civil, y también en la lucha social de los cristianos: en su caridad y en su compromiso por la justicia. Avanzar siempre con los más posibles, ya que no con todos, ¡ojo!, porque no pocos sonirrecuperables en su riqueza y poder. Para ellos, convertirse es transformar su existencia material y política a la justicia.
Una y otra vez repienso con inquietud esta opción social tan prudente, - lo repito -, al ver que en la vida cotidiana se multiplican las razones que exigirían prima facie alternativas políticas y sociales más rotundas e inmediatas en su identidad transformadora. Por tales razones, pienso en la crisis general del capitalismo neoliberal, anclado a una lógicaeconomicista e instrumental en todas las direcciones y fines; y pienso en todas las víctimas que esta economía neoliberalprovoca con su gestión economicida y sin remedio en los diversos pueblos de la tierra; y pienso en las víctimas de tantos lugares cuya situación sólo entendemos cuando somos nosotros quienes la padecemos; y recuerdo a los adalides del pensamiento social cristiano, - al modo de Ricardo Alberdi -, que mostraron muy bien, - y lo comparto -, por qué el capitalismo es incompatible con el cristianismo; como moral y como religión, el cristianismo es incompatible con el capitalismo real e histórico, - decía Alberdi -, porque obedece a una lógica tan clara como inevitable: la que persigue el máximo beneficio monetario posible y su privatización extrema por pocos frente a casi todos; y, además, ¡a cualquier precio!; lo que dictan los mercados de dinero, frente a las personas, las culturas, la tierra y la familia humana, - decimos hoy -. Es la cosificación de la vida social y de las personas, y de ese modo, - cabe concluir -, es imposible hacer comunidad, proponerse la justicia, y creer en Dios. El Dinero es Dios de sí mismo, y no admite a ningún otro a su lado, - sugería también Ricardo Alberdi -. Merece la pena volver sobre sus textos y ver cómo trataba la cuestión del capitalismo de un modo que parecía extraño a la ciencia económica, “razones cristianas para el rechazo del capitalismo”; releyéndolos, uno comprende qué hay al fondo del único capitalismo realmente existente. [...] (sigue en eclesalia.net ).