CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 19 de marzo de 2020

SAN JOSÉ EN LA VIDA DE JESÚS.


“Salve, José amante y tierno padre.
Salve, guardián de nuestro redentor.
Esposo fiel de su bendita madre,
y salvador del mismo salvador” (Liturgia de las Horas)


Os aseguro que es una auténtica lástima que José haya sido borrado de un plumazo de las sagradas escrituras, simplemente porque desde tiempo inmemorial se le consideró un obstáculo difícil de resolver a la encarnación de la virgen María.

Algo que se sabe de la época en la que se configuraron las escrituras tal y como las conocemos hoy, más o menos durante los dos primeros siglos de nuestra era. A José bien se le puede aplicar aquello que en las cortes europeas se le denominaba, el manejo de los príncipes. O sea, se le da toda a autoridad y luego se le quita.

Más o menos, es lo que sucedió con José. Se le honra como lo que es, pero no se le acaba de reconocer todo su mérito junto a María, como “simples” padres de Jesús. Luego vuelvo sobre esto.

Solo comentar que desde los orígenes ha existido un interés primordial en ligar a Jesús con la casa real de David, rey de Israel. Es algo que Jesús no necesitaba, pues ciertamente como él admitió “su reino no es de este mundo”. Pero aun así, se establece una genealogía que no cuestiono sobre el parentesco putativo de José y Jesús, ya que según las escrituras José era su padrastro.

Cuidado sobre esto, que muchos somos de la opinión que se le escapa a San Pablo en su credo de la carta a los Romanos (1,3-4), en la cual afirma que la ascendencia real a Jesús se le confiere de manera carnal (Un judio marginal I, John P.Meier) con lo cual se puede interpretar que se deja una puerta abierta a la paternidad biológica de Jesús, sin menoscabo de la pureza inmaculada de su madre que de ninguna manera está ligada a la genitalidad; así como tampoco es en menoscabo de la acción del Espíritu que obra en todos y por todos.

Regreso sobre aquello de “simples padres” de Jesús.
Esta mañana temprano mientras reflexionaba sobre el evangelio de la fiesta de San José, me maravillo la reflexión de Julio Colomer Casanova (jesuita) sobre el papel de San José en la vida de Jesús. Partimos de la base de que Jesús en su crianza, no era un super niño ni nada por el estilo. En Jesús como crío hasta su vida adulta, se produjo un profundo proceso evolutivo en el cual fue asumiendo su vocación y posterior misión.

Pero es más que claro que ahí tuvo necesariamente que existir –y existió- una poderosa educación e influencia de unos padres José y María, que tuvieron la destreza de inculcar a Jesús; no la visión rígida que el judaísmo tiene de Dios. Sino que por el contrario, ellos supieron enseñar a su hijo Jesús una dimensión amable de Dios. 

Amable hasta el punto de hacerle considerar a Dios su propio Padre, así como a tratarlo con una familiaridad que a cualquier judío hubiera escandalizado, llamándole “papaíto” (abba). Pues así debía considerar Jesús a su padre José, como una persona llena de ternura, cariño y compasión.

“¿De donde aprendió Jesús esa visión tierna de Dios? Lo aprendió en Nazaret, en su casa, en el hogar de un carpintero que se llamaba José. Por la experiencia del padre que tenía, pudo y quiso Jesús hablar de Dios como Padre. José, su padre, fue una persona que impactó sobre Jesús. José, el justo, fue el hombre que le dio a Jesús la experiencia y los materiales para hablar de Dios como Padre.” (Julio Colomer reflexión de Mt 1,16.18-21.24a)


Permita la vida y la responsabilidad individual, que nos encontremos por la vida muchas personas con el talante de San José. Personas que creyentes o no creyentes, con fe o sin ella, apliquen la buena voluntad y la ternura a sus vidas. Personas que trabajen por el bien común y eduquen a los pequeños desde el respeto y la solidaridad coelctiva.

Hoy más que nunca hace falta este tipo de educación. Valores que en la difícil situación en la que vive la humanidad, nos haga sentirnos parte de esta gran comunidad de personas que juntas tiene que soportar el ataque de esta amenaza microscópica llamada “conoravirus”.

Una educación que no se fundamente en ideales radicales y fanáticos que separan, sino en el sentido más fraterno que conocemos de la palabra humanidad. Una palabra que es el eje de la vida y obras de Jesús de Nazaret, el cual rescató a los perdidos del camino de la vida y devolvió la dignidad a las personas a quienes la sociedad se la había arrebatado.

Bendito sea Jesús, su madre María y San José. Este anónimo personaje a quién María amó y de cuyo amor nació Jesús. Un hombre bueno que puede ser prefiguración de todos los hombres buenos que conocemos y que viven cerca de nosotros.

Por mi parte, tengo la familia plagada de “Joses”. Papá, hermano, sobrino y otros que no son “Joses” pero son padres. En mi padre, admito que veo una bondad sin límite. Pues si Dios tiene rostro, seguro que se parece a mi papá. El mejor hombre que parió madre.

Ánimo para todos y todas en los difíciles momentos que vivimos.

Cuidaros mucho, sobre todo los mayores y enfermos. Ahora toca estar en casa, ya hablaremos eso de que la feria en Septiembre dure veinte días… jajajaja; es broma.
Besos mil. Para todos y todas. Paz y bien.

Fraternalmente, Floren.