ORACIÓN DE ADVIENTO. 26 NOVIEMBRE 2022. IGLESIA DE LOS FRAILES. ENS. ESTEPA
El ADVIENTO de este año no es un ADVIENTO más. Es distinto, como distintas son nuestras circunstancias personales y de pareja, y como distinta es la coyuntura comunitaria o mundial. En un momento en el que tanto hablamos de energía preocupados por los costes, suministro…etc; nos preguntamos cuanta energía somos capaces de aplicar en la llegada del Señor, para preparar el camino hacia el encuentro.Es por ello que invocamos la Presencia de Dios para que se haga presente en nuestros corazones, para que nos haga sentirnos comunidad de personas que nos reunimos en su nombre; para discernir su Palabra en los albores de este tiempo esperanzado de Adviento.
¡Ven, Tú que eres el Padre de los pobres!
¡Ven, Tú que regalas los dones para el servicio!
¡Ven, Tú que enciendes la lumbre en los corazones!
¡Espíritu Santo, ven!
PREGÓN PARA ANUNCIAR EL ADVIENTO - Florentino Ulibarri
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de espera y anhelo,
de ilusión, de salir a los cruces y caminos.
Es un tiempo de ojos abiertos,
de miradas largas como el horizonte
y de pasos ligeros por calles y plazas.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de salas de espera,
de viajes que llegan con sorpresa ,
de caminatas alegres y largas,
de sueños buenos que se realizan
y de embarazos llenos de vida.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de pregones y sobresaltos,
de vigías, centinelas y carteros,
de trovadores, profetas y peregrinos,
y de todos los amantes de la utopía
que van en pos de la estrella que brilla.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de luces, candiles y velas.
de puertas y ventanas entreabiertas,
de susurros, sendas y pateras,
de huellas en el cielo y la tierra
y, también, en el corazón de las personas.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de pobres y emigrantes,
de parias, exiliados y desplazados,
de los desahuciados de sus casas
que se empapan y mojan en la calle
y de todos los que no tienen nombre.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de quienes no llegan y rezan,
de hogares que se renuevan y mantienen,,
de los que disciernen serenamente
y de quienes sufren la crisis, más fuerte,
a pesar de tantas promesas electorales.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de andar por oteros y valles
de de cantar por las cárceles que se abren
de romper grilletes, cadenas y fuerzas,
de ceñirse coronas de servicio y dignidad,
y de madurar como las hojas que vuelan.
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
Este es tiempo de Isaías y Juan Bautista,
de María y de José, sin pesadillas,
embarcados en la aventura divina
y pasando en vela sus horas nazarenas.
Es tiempo que gesta las promesas.
¡Este es tiempo de buenas noticias!
Ven, ven Señor no tardes / Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor no tardes / Ven pronto Señor.
ORACIÓN COLECTA
¡El Señor Viene! Pidamos al Señor que nos despierte de nuestra vida insulsa y sin sentido.
(Pausa)
Oh Dios, esperanza y futuro nuestro:
Por medio de tu Hijo Jesucristo
tú eres parte de nuestras vidas y de nuestras comunidades.
Haznos tan conscientes de su presencia
que nuestros hermanos le encuentren y le amen
en el discreto, pero profundo amor,
que nos profesamos unos a otros;
en nuestros esfuerzos para traer paz a este mundo;
en nuestro compromiso por la compasión y la justicia
en beneficio sobretodo de los más humildes y abandonados.
Que Jesús nos inspire y nos guíe
para llevar a todos a ti, Dios nuestro
por los siglos de los siglos.
SALMODIA
SALMO 140: ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
Ant. 1 Anunciad a los pueblos y decidles: «Mirad, viene Dios, nuestro Salvador.
Señor, te estoy llamando, ve de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
Un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.
Que
el justo me golpee, que el bueno me reprenda,
pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;
yo seguiré rezando en sus desgracias.
Sus jefes cayeron despeñados,
aunque escucharon mis palabras amables;
como una piedra de molino, rota por tierra,
están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.
Señor,
mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Todos: Anunciad
a los pueblos y decidles: «Mirad, viene Dios, nuestro Salvador.»
SALMO 141: TÚ ERES MI REFUGIO
Ant. 2 Mirad: el Señor vendrá, y todos sus santos vendrán con él; en aquel día, habrá una gran luz. Aleluya.
A voz
en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.
Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.
Mira
a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.
A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida.»
Atiende
a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.
Gloria
al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Todos: Mirad: el Señor vendrá, y todos sus santos
vendrán con él; en aquel día, habrá una gran luz. Aleluya.
CÁNTICO de FILIPENSES: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN
SU MISTERIO PASCUAL
Ant. 3 Vendrá el Señor con gran poder, y lo contemplarán todos los hombres.
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajo hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por
eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Todos: Vendrá
el Señor con gran poder, y lo contemplarán todos los hombres.
CANTO: Tu palabra, me da vida…
+Lectura del santo Evangelio según San Mateo
24,37-44.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en
tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y
bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que
Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los
llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres
estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres
estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día
vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué
hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un
boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque
a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra de Dios
REFLEXIÓN A LA LUZ DE LA
PALABRA (José Antonio Pagola)
Primer Domingo de Adviento - ¿Seguimos despiertos?
Un día la historia apasionante de los hombres terminará, como termina inevitablemente la vida de cada uno de nosotros. Los evangelios ponen en boca de Jesús un discurso sobre este final, y siempre destacan una exhortación: “vigilad”, “estad alertas”, “vivid despiertos”. Las primeras generaciones cristianas dieron mucha importancia a esta vigilancia.
El fin del mundo no llegaba tan pronto como algunos pensaban. Sentían el riesgo de irse olvidando poco a poco de Jesús y no querían que los encontrara un día “dormidos”. Han pasado muchos siglos desde entonces. ¿Cómo vivimos los cristianos hoy?, ¿seguimos despiertos o nos hemos ido durmiendo poco a poco? ¿Vivimos atraídos por Jesús o distraídos por toda clase de cuestiones secundarias?
¿Le seguimos a él o hemos aprendido a vivir al estilo de todos? Vigilar es antes que nada despertar de la inconsciencia. Vivimos el “sueño” de ser cristianos cuando, en realidad, no pocas veces nuestros intereses, actitudes y estilo de vivir no son los de Jesús. Este “sueño” nos protege de buscar nuestra conversión personal y la de la Iglesia. Si no “despertamos”, seguiremos engañándonos a nosotros mismos.
Vigilar es vivir atentos a la realidad. Escuchar los gemidos de los que sufren. Sentir el amor de Dios a la vida. Vivir más atentos a su presencia misteriosa entre nosotros. Sin esta sensibilidad no es posible caminar tras los pasos de Jesús. Vivimos a veces inmunizados a las llamadas del evangelio. Tenemos oídos, pero no escuchamos lo que Jesús escuchaba; tenemos ojos, pero no vemos la vida como la veía él, ni miramos a las personas como él las miraba; tenemos corazón, pero se nos ha endurecido.
Puede ocurrir entonces lo que Jesús quería evitar entre sus seguidores: verlos como “ciegos que conducen a otros ciegos”. Si no despertamos, a todos nos puede ocurrir lo de aquellos de la parábola que todavía, al final de los tiempos, preguntaban: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te asistimos?”.
DESPERTAR - Estad en vela
Lo repitió Jesús una y otra vez: «estad siempre despiertos». Era su gran preocupación: que el fuego inicial se apagara y sus seguidores se durmieran. Es el gran riesgo de los cristianos: instalarnos cómodamente en nuestras creencias, «acostumbramos» al evangelio y vivir adormecidos en la observancia tranquila de una religión apagada. ¿Cómo despertar?
Lo primero es volver a Jesús y sintonizar con la experiencia primera que desencadenó todo. No basta instalarnos «correctamente» en la tradición. Hemos de enraizar nuestra fe en la persona de Jesús, volver a nacer de su espíritu. Nada hay más importante que esto en la Iglesia. Sólo Jesús nos puede conducir de nuevo a lo esencial.
Necesitamos, además, reavivar la experiencia de Dios. Lo esencial del evangelio no se aprende desde fuera. Lo descubre cada uno en su interior como Buena Noticia de Dios. Hemos de aprender y enseñar caminos para encontramos con Dios. De poco sirve desarrollar temas didácticos de religión o seguir discutiendo de cuestiones de «moral sexual», si no despertamos en nadie el gusto por un Dios amigo, fuente de vida digna y dichosa.
Hay algo más. La clave desde la que Jesús vivía a Dios y miraba la vida entera no era el pecado, la moral o la ley, sino el sufrimiento de las gentes. Jesús no sólo amaba a los desgraciados sino que nada amaba más o por encima de ellos. No estamos siguiendo bien los pasos de Jesús si vivimos más preocupados por la religión que por el sufrimiento de las personas. Nada despertará a la Iglesia de su rutina, inmovilismo o mediocridad si no nos conmueve más el hambre, la humillación y el sufrimiento.
Lo importante para Jesús es siempre la vida digna y dichosa de las personas. Por eso, si nuestro «cristianismo» no sirve para hacer vivir y crecer, no sirve para lo esencial por más nombres piadosos y venerables con que lo queramos designar.
El Adviento es un tiempo apropiado para reaccionar. No hemos de mirar a otros. Cada uno hemos de sacudimos de encima la indiferencia, la rutina y la pasividad que nos hace vivir dormidos.
DINAMICA –ALUMBREMOS EL CAMINO AL SEÑOR
(Realizamos de algún material tal como lana, cartulina, "gomaeva"...etc, algunas velas simbólicas para que la persona se las lleve a casa y le sea recordado su compromiso. Deben levantarse coger la vela que está junto a la PALABRA y manifestar su compromiso de alumbrar...etc)
Es evidente que esta oración tiene una segunda parte. Pues todos sabemos que tras la ortodoxia viene la praxis. O sea, tras la enseñanza, la oración o la reflexión; viene el momento de poner en práctica aquello por lo que hemos orado.
Esperanza es el grito fundamental del adviento. Si bien se dice que se vive de esperanza, también se puede morir esperando. Eh, ahí que Jesús, el que vendrá. El bendito niño que esperamos en esa bendita noche de Navidad donde todos aquí presenten lo celebraremos de manera confortable. Digo que Dios nos muestra el camino, para que nuestro caminar durante el adviento sea una tarea a través de la cual ALUMBREMOS el camino de los demás.
Quizás tenemos que alumbrar un poco o un mucho nuestra vida de pareja, intentando volver a vivir como novedad aquello tan importante que se nos olvidó, o tenemos en desuso.
Quizás tenemos que alumbrar el sendero de la vida comunitaria, con un refresco espiritual por medio de una acción concreta.
Quizás tenemos que alumbrar el camino del niño Jesús, viviendo en paz, siendo personas de paz interior; antes de pregonar paz por todos lados sin vivir esa realidad en nuestro interior.
Quizás tenemos que alumbrar el mundo con un ejemplo determinante en amor hacia todas las criaturas, como hizo nuestro Padre San Francisco. Respetando, amando los seres vivos y las plantas; y comprometiéndonos con un uso responsable de los recursos naturales.
Quizás tenemos que alumbrar el camino para el encuentro con Jesús, intensificando nuestra mirada en esas personas muchas veces invisibles, que reclaman nuestra atención, sonrisa, abrazo y consideración que un encuentran en casa o en la propia sociedad.
…. (se coge la vela y se manifiesta un compromiso)
MAGNIFICAT
Un ejemplo de capacidad de alumbrar, lo tenemos en María. Ella con su sencillez y disponibilidad al Padre, no solo alumbró al niño Jesús, sino que alumbro nuestra existencia con esa actitud de mujer discípula.
Ahora nos unimos a ella, nuestra Señora de los Hogares y Reina del Adviento, con el rezo del Magnificat.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Preces. Página 22
Cáritas.
COMPROMISO DE LA LUZ
PARA EL ADVIENTO
¡Despiértame,
Señor!
Quiero ser luz,
como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche al encuentro del
amigo que ya viene, para decirle que nuestra casa es una casa acogedora.
Me comprometo a ser
LUZ, en la vida de quienes viven junto a mí.
Muchas sombras nos
envuelven. Muchos halagos nos adormecen, pero tu venida reclama que seamos LUZ
para que sea creíble nuestra ofrenda ante ti, en el portal del Belén.
Queremos estar
despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la más profunda
y la alegría más verdadera.
¡Ven, Señor Jesús,
ven!
Una vez más me invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre,
por donde Tú vienes trayendo buenas noticias.
Gracias, Señor.
Porque cuentas conmigo
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones...
Gracias, Señor.
Porque te pones en la senda
por la que yo voy caminando
para que te encuentre...
Gracias, Señor.
Porque entras en mi casa
y quieres hacer de ella una morada nueva
para todos los que caminan y se acercan...
Gracias, Señor.
Porque puedo proclamar,
después de haber sentido y vivido tu toque de gracia,
que el bautismo con Espíritu Santo nos recrea.
Gracias, Señor.
Una vez más me invitas
a adentrarme en el desierto para hacerme persona nueva
acogiendo a tus mensajeros y tu evangelio.
Gracias, Señor.
Tú me has encontrado,
y ese toque tan tuyo me está transformando.
La vida ya germina dentro de mí.
Gracias, Señor.
(*) Las imágenes escaneadas de las introducciones y oraciónes de los textos de la salmodis, son de Publicaciones Tabor, José Antonio Taboada, Claretiano.