CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 15 de febrero de 2011

AMOR

La Salada. Completas.

“Espero gozar de la dicha del Señor, en el país de la vida. 
Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.”

Bueno, acaba el día de los enamorados.
Como comprenderán hoy es un día de trabajo para un florista como yo, y por ello me alegro, aunque los amores –respecto de negocio- no son lo que eran. Pero es un día en el cual uno tiene la dicha de ver demasiadas sonrisas, algunas de ellas picarescas, ya que todo símbolo encierra un significado profundo. Y la flor, desde luego, es vehículo propicio para mensajes profundos y sentimientos comunes.
Yo vivo este día desde la barrera, aunque profesionalmente me exige un gran esfuerzo físico, pues han sido días de intenso trabajo. Me refiero con esta frase última, al amor en sí mismo. Pienso un poco y llego a la conclusión de que nunca he estado enamorado. Al menos, si en algún momento de mi vida se pudo dar un conato de relación personal, desde luego no fue todo lo intensa que debiera, pues responsablemente admito que no he vivido en mi vida la sensación de enamoramiento hacia otra persona.
Tampoco he estado, ni estoy enamorado de Dios, ni de Jesús ni de su Espíritu. Aunque respete a quién admita lo contrario, creo que es una autentica cursilada el admitir estar enamorado de Dios. Lejos de esto, sí admito que deseo a Dios y todo el conocimiento que junto a la experiencia de su Palabra, podamos disfrutar.
En cualquier caso, es bonito ver caras de admiración, o arrobadas de emoción contenida al ver que la persona que le ama, se acordó de él o de ella y por ello le envía unas flores. Algunos casos de personas corrientes y sencillas, que en la madurez de su vida se comportan como si se estuvieran cortejando ahora.
Es bonito, y siempre que uno se lo tome de una manera positiva, y amorosamente constructiva, creo que merece la pena.
Junto a estas palabras y ahora que ya es de noche, me despido con una frase edificante y realista donde existan, porque al fin y al cabo: “nadie puede amar, sino se respeta y ama a sí mismo”.
Laus Deo.