CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿CUANTAS IGLESIAS TENEMOS?

Acabo de ojear el Enchiridion, el magisterio de la Iglesia y respecto de la unidad de esta, es para aburrirse de las declaraciones papales existentes en encíclicas y otras. La más antigua que figura en mi libro es de Cirilo Obispo de Jerusalén, hacia el año 348 en que se establece uno de los primigenios credos (apend 41) “la Iglesia es una…”. Pero veréis, el magisterio eclesial es fascinante y revelador, pues en el se advierte la progresión de la comunidad cristiana en el mundo.

Aun así, vueltos al siglo XXI en el que nos encontramos, concretamente a este fresco jueves septembrino –como dijera aquel- en el cual yo, después de unas apresuradas Laudes a eso de las seis y diez de la mañana, volvía a Estepa para trabajar muy de mañana. La radio daba cuenta de la tristísima marcha del ya ex fray José Arregi, eminente teólogo y pensador, de la OFM, la orden de frailes menores de san Francisco. Frente a esta noticia y su correspondiente enjundia transfigurada en intransigencia clerical, mi amigo Rafa reflexiona hoy en su blog sobre la noticia de la diócesis de Sigüenza de formar cristianos ante la falta de vocaciones.

¿Advertís la diatriba?. Por un lado unos se marchan, pero por otro lado se sugiere con determinación que hay que formar laicos para salir del atolladero –permítaseme la expresión-. A donde caminamos me pregunto.
Los versados en el tema asentirán ante la afirmación, de que para acercarse a la palabra de Dios y comenzar a formarse solo puede bastar el leer concienzudamente la Dei Verbum de SS.Pablo VI. Revelación, Palabra sagrada, fe, inspiración, interpretación…etc. Con la gran capacidad demostrada por nuestra iglesia para tomar el pulso a la sociedad de entonces, en 1965 nos dijeron como se acerca uno de manera responsable a la formación, palabra y Cristo. Pero creo, que no dieron a la iglesia los materiales oportunos ni pusieron empeño autentico en la formación de los hijos e hijas de Dios. Permitidme una maldad; ¿teme o huye la iglesia de hijos cultos y de fe, con capacidad y libertad interpretativa?.

El exclaustrado Arregui nos dice hoy que: "En la Iglesia institucional que tenemos no hay lugar para insumisos”. ¿Institucional?. De nuevo me pregunto, ¿cuántas iglesias hay?. Hace varios días en una conversación con un cura amigo, este casi afirmaba el término de iglesia institucionalizada, y admitía que los sacerdotes y especialmente los párrocos hoy en día son el funcionariado de los obispos. Quizás, más preocupados en sostener y colaborar en la supervivencia de la iglesia, que en la autentica difusión del evangelio.

¡Pero si la iglesia jamás desaparecerá mientras exista y lata el corazón de un hijo de Dios!.

Estas nuevas cabezas pensantes recién salidas de los seminarios, llegan a sus parroquia con unas dosis de autoridad, que parece que se las dieron juntamente con las sopas por las noches. Y casos como el deplorable del obispo Munilla y el cura Arregui, se dan a nivel nacional, provincial y local. Intransigencia ha habido siempre entre las personas. Incluso estoy dispuesto a admitir que en ocasiones la cultive en dosis proporcionadas. Pero cuando nos dedicamos denodadamente a testimoniar, la cosa cambia. Entonces llega el ser ejemplo y ser antes, una persona de verdad. A los ojos de Dios y sobre todo a los ojos de la comunidad, que es el fundamento y portadora de la esencia evangélica, pero –pienso- iglesia de segunda clase.

¿Quién sino la gente como comunidad de personas, los que salvarán a la iglesia?. Pero es preciso que esto lo crean los obispos. Intento explicarme. En el Oficio de lectura hoy San León Magno nos enseña, por medio de su sermón 95 sobre las bienaventuranzas, que son las personas los únicos objetivos de la misericordia y el amor de Dios. Pero, ¿que percepción tienen hoy en día esas personas de la iglesia de Jesús?. Creo apenado, que si no fuera por medio del vínculo cultual, las iglesias ya estarían efectivamente vacías. ¡Cultual sí, no cultural!. Sentido cultual es aplicar a la cotidianeidad de la vida y sus acontecimientos relevantes, determinadas ceremonias o protocolos religiosos, que forman parte de la tradición de la comunidad social de cualquier enclave ciudadano.

Te casas porque te casas, o te mueres y te llevan a la iglesia porque, ¿a dónde te van a llevar para establecer un protocolo publico de pésame y condolencia y rendir honores al finado?. En esto acabo. Necesitamos ser cristianos desde el corazón. Intentando sumar, nunca restar por medio de exclusiones o abusos de autoridad. Al fin y al cabo, el Espíritu que reviste de autoridad a los jerarcas, es el mismo que  durante las 24 horas del día, asiste en plenitud a todo el pueblo de Dios.
Chao, laus Deo.