CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

domingo, 9 de enero de 2011

DE ROJO Y JUNTO A DIOS, POR UN CAMINO DE PAZ

Laudes, La Salada

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto para iluminar nuestros pasos por el camino de la paz”
(Lc 1,68-79)

Creo que en el día de hoy veremos el sol a intervalos. No saldrá de manera permanente como lo ha hecho hasta las diez y pico de la mañana. Y es que las nubes se ciernen sobre la aldea y la montaña y no me decido a salir con la bicicleta de montaña. En cualquier caso tengo tarea en casa. La preparación de un examen, la terminación de una escueta historia de un personaje histórico de La Salada y la continuación de la lectura de “El cementerio de Praga”, la novela de Umberto Eco, que me regaló mi amabilísimo amigo invisible la víspera de Epifanía.
Digo que, en las Laudes de hoy, he sentido una curiosa sensación. Sensación de paz y bienestar. ¿Acaso sería por el atuendo del que estoy vestido?. Ayer de compras por una cercana ciudad, descubrí junto a mi querida amiga Rocío y su peque, una tienda de ropa de estilo, entre zen y budista. Lo cierto es que quedamos prendados del genero de la tienda, hasta el punto de que yo compre un habito budista. Si, es precisamente eso. No es de manteo largo y amarillo (propio de la tribu budista de los “Chelupas”), pero es de pantalón rojo pimentón anudado a la cintura con vuelta sobre solapa, bolsillo trasero y tiro muy bajo. La camisa es del mismo rojo, manga larga, cuello de tirilla y botones hechos con nudos de la misma tela. El caso es que sentía la necesidad de este detalle en mi vida de retiro. Y, la verdad, no tengo ganas de dar que hablar vestido como un monje cristiano con alba blanca, por aquello de querer ser lo que uno no es. Pero este atuendo budista, es incomprensible para la mayoría de los mortales que solo verán en mi a un ser curioso, o aun quizás estrafalario, que con sus animales y libro en mano se pasea por el campo a sus anchas con una determinación tremenda sobre el sentido de la libertad.
Me siento bien hoy, mañana Dios dirá.
Me siento bien vestido de este rojo casi sangre, que es color símbolo del hombre según la tradición, o mas bien símbolo de la humanidad. Que curiosos los elementos que las religiones tienen y lo mucho que se parecen entre sí.
¿Nunca ha visto usted a una imagen de Cristo Rey, o del corazón de Jesús vestida de rojo?. Y, ¿Qué inmaculada no tiene un manto celeste?.
El celeste o azul es el símbolo de la divinidad, en este caso de la virgen María. El Rojo, en el caso del corazón de Jesús es símbolo de la humanidad de Cristo que se bajo a la condición humana (texto de Filipenses). Por ello son muchas las similitudes entre religiones, teniendo en cuenta que si algo pretenden unas y otras, es que el sujeto –ser humano- se encuentre en primer lugar en armonía y equilibrio suficiente, con control de sí mismo y aptitudes para expandir lo experimentado. Este camino espiritual es parecido en muchas religiones, o puede ser utilizado, se crea en Jesús –como es mi caso- o se admire a Avaro Kitesvara, el bodisatua de la compasión budista –como también es mi caso-.
En el cristianismo predicamos cosas que nos cuestan vivir como: el amor, la caridad, la fraternidad, la solidaridad.
La moralidad budista, radica en el amor y la compasión, en primer lugar en uno mismo y luego proyectado hacia los demás. Una enseñanza que Buda impartió para “el bien de la mayoría, para la felicidad de la mayoría, por compasión hacia el mundo”. Dice Buda que la persona para ser perfecta, “debe cultivar al mismo tiempo compasión y sabiduría. Por compasión se entiende, el amor, la bondad, la tolerancia y las demás nobles cualidades de orden afectivo, mientras que la sabiduría presenta el aspecto intelectual” (Juan Roger Riviére, doctor en filosofía y ciencias orientales-).

En definitiva, se trata se no salirse de la línea espiritual planteada –en mi caso-. De ser feliz, de obligarse, estar ordenado, mantener constantemente en la mente a Aquel que nos trasciende y al que yo llamo Dios, Jesús o Santo Espíritu.
Bueno, que me enrollo y tengo que preparar un examen.
Hasta la tarde, buen día.