CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 21 de marzo de 2012

LA PALABRA, LO MÁS IMPORTANTE

LA SALADA, COMPLETAS. 19 Marzo, Lunes

La Palabra, lo más importante

Solo una simple reflexión al término de este día de San José, a pesar de que esta reflexión no se fundamente en la nombrada festividad. Eso no quita que manifieste mis mejores deseos con los “Josés” y las Josefas. El caso es que hoy es día de San José y se conmemoran los 200 años de la primera constitución democrática y liberal. Aquella que sentaría las bases para nuestra Carta Magna Española, y otras constituciones de países, algunos de ellos muy influyentes en el mundo.
Hace unos días, se nos informaba a los ciudadanos, de que el original de la constitución de 1812, “La Pepa”, viajaba desde la Cámara Baja (Madrid), con unas medidas de seguridad impresionantes a la ciudad de Cádiz. Toda una protección para una insigne obra de arte y símbolo del país, que consiste en un cúmulo de folios escritos, que desarrollan el articulado constitucional. Todo un merito para los de entonces y una ocasión para congratularnos los de ahora. Códigos civiles que velan por el cumplimiento de las constituciones, jueces y policías que velan por el cumplimiento del orden establecido…etc.
Esta reflexión sobre la Pepa,  es parte de las conclusiones que he sacado personalmente del escrito de fray Zurera Ribó, en el boletín de semana santa de la hermandad estepeña de El Calvario. Escrito que me ha gustado bastante. Denota el amigo y franciscano, la necesidad de profundizar, agudizar los sentidos y edificar nuestras diversas comunidades, en la Palabra de Dios, como norma de vida. Casi como norma constitucional, me atrevo a añadirle yo. Y desde este pensamiento, recuerdo unas palabras de hace muchos años, con un amigo cura que se fue al cielo, y como sabéis fue mi mentor en la fe cristiana junto a mis padres. Son muy pocas las personas, que conocían la faceta moderada y progresista –intelectual y litúrgicamente hablando- de Manuel Santos Ortega. Cura a la antigua usanza, conocedor del latín perfecto y cura de sotana casi hasta el concilio. Sin embargo, desde su apariencia no traslucía lo que guardaba auténticamente en su interior. Por la estrecha amistad que nos unía –hermoso vinculo heredado de mis padres-, siempre vislumbré en este amigo cura, unas posibilidades excepcionales respecto de su concepción moral y de fe, respecto de muchas cosas. Algo que confirme en vida de Manuel Santos, cuando de su mano heredé la mayoría de sus libros. Voy al asunto de la Palabra. Viajó una vez a Madrid, y me decía que le gustaba de entrar en todas las iglesias que veía abiertas, pues era una autentica catequesis la devoción popular de las distintas comunidades cristianas. Me comento fascinado, que en una parroquia junto a la mesa del altar, había un ambón de cara al público, con una gran biblia abierta en el. Me dijo que le fascino, el ver a la gente que junto al saludo del sagrario, acudían a aquel ambón a besar la biblia, como signo de respeto y consideración hacia la Palabra de Dios. Todo esto me lleva a decir algo archi-repetido, la Palabra es para muchos miembros de nuestras comunidades, el furgón de cola, pues casi tenemos su utilización cedida a los sacerdotes o intelectuales. Error total, pues la Palabra de Dios siendo accesible a toda persona, debe ser escrutada, leída e interpretada responsablemente por quienes deseen acceder a ese depósito de fe, que es la espina dorsal sobre el que fundamentamos el “Kérigma”, o enseñanza vital o esencial de Jesús. ¿Nuestras hermandades de nuestra ciudad? Bueno, hacen lo que pueden. Hay grandes focos de juventud, a los cuales merece la pena mostrar la Palabra de Dios, desde un plano evangélico, por Dios no desde la dogmatización, pues de ser así los perderíamos. Pero llamo la atención aquí sobre algo. De los muchos enseres que tienen, maravillosos y bien conservados, y que procesionan por las calles de nuestra ciudad de Estepa, creo que puede faltar uno. Es  curioso como muchas hermandades miran constantemente a Sevilla como modelo de procesionar y otros asuntos cofrades. Y sin embargo, a pesar de los muchos estandartes, banderas, trompetas, faroles, pertigueros…etc.; aun no he visto ni oído, que una hermandad procesione de una manera digna la Palabra de Dios, y aun menos que la trate debidamente al comienzo de su cabildo. Sé que esto último lo hacen muchas hermandades, pero lamentablemente no es la tónica general.

En definitiva, como dice el teólogo José Arregui, “la palabra es la finitud donde Dios se nos revela, y desde esa finitud debemos hacer el hombre y la mujer de cada tiempo nuestro propio punto de partida”.

Aprendamos de la Palabra. La civil, la sagrada, la que podemos hacer vida y que nos humanice al leerla al construirla, al enseñarla. Que por medio de la contemplación de la palabra, seamos seres de salvación, para que por el trabajo de nuestras manos, nuestros prójimos vean la salvación de un Dios hombre, y sus posibilidades de resucitar.