CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

sábado, 25 de agosto de 2012

LA ORACIÓN II. 2.2 LA ORACIÓN DE JESÚS


2. La experiencia de Dios
2.2 La oración de Jesús

Jesús deja en herencia a sus seguidores y seguidoras una oración que condensa en pocas palabras lo más íntimo de su experiencia de Dios, su fe en el reino y su preocupación por el mundo.

En ella deja entrever los grandes deseos que latían en su corazón y los gritos qe dirigía a su Padre en sus largas horas de silencio y oración. Es una oración breve, concisa y directa, que sin duda sorprendió a quienes estaban acostumbrados a rezar con un lenguaje más solemne y retórico.
 
 
Los dos primeros deseos de la oración de Jesús son breves y concisos: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino”. Según el sentir general, estas dos peticiones se inspiran en el qaddish (santificado), una plegaria con la que concluía la oración de la sinagoga y que Jesús sin duda conoció. Sin embargo, el tono y el clima de esta oración judía es diferente:

“Ensalzado y santificado sea tu gran nombre en el mundo, que él creo por su voluntad. Haga prevalecer su reino en vuestras vidas y en vuestros días, y en la vida de toda la casa de Israel, pronto y en breve”.

          
Texto íntegro del Qaddish:

"En este mundo de Su creación que creó conforme a Su voluntad; llegue su reino pronto, germine la salvación y se aproxime la llegada del Mesías, amén.

En vuestra vida, y en vuestros días y en vida de toda la casa de Israel, pronto y en tiempo cercano y decid Amén.

Bendito sea Su gran Nombre para siempre, por toda la eternidad; sea bendito, elogiado, glorificado, exaltado, ensalzado, magnificado, enaltecido v alabado Su santísimo Nombre (Amén), por encima de todas las bendiciones, de los cánticos, de las alabanzas y consuelos que pueden expresarse en al mundo, y decid: Amén.

Por Israel, y por nuestros maestros y sus alumnos, y por todos los alumnos de los alumnos, que se ocupan de la sagrada Torá, tanto en esta tierra como en cada nación y nación. Recibamos nosotros y todos ellos gracia,

bondad y misericordia del Amo del cielo y de la tierra, y decid: Amén (Amén)

Descienda del Cielo una paz grande, vida, abundancia, salvación, consuelo, liberación, salud, redención, perdón, expiación, amplitud y libertad, para nosotros y para todo Su pueblo Israel, y decid: Amén. (Amén)

El que establece la armonía en Sus alturas, nos dé con sus piedades paz a nosotros y a todo el pueblo de Israel, y decid: Amén. (Amén)"

Esta oración de Jesús, llamada popularmente el “Padre nuestro”, siempre ha sido considerada por las primeras generaciones cristianas la oración por excelencia, la única enseñada por Jesús para alimentar la vida de3 sus seguidores. La manera de orar propia de un grupo expresa una determinada relación con Dios y constituye una experiencia que vincula a todos sus miembros en la misma fe.

Así entienden también los primeros cristianos el “padre nuestro”; su mejor signo de identidad como seguidores de Jesús. Los discípulos del Bautista tenían su propio modo de orar. No lo conocemos, pero, si respondía a su mensaje, era la oración de un grupo en actitud penitencial ante la llegada inminente del juicio, suplicando a Dios verse libres de su “ira venidera”.

La oración de Jesús por el contrario, es una súplica llena de confianza al Padre querido, que recoge dos grandes anhelos centrados en Dios y tres gritos de petición centrados en las necesidades urgentes y básicas del ser humano. Jesús le expone al Padre los dos deseos que lleva en su corazón: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino”. Luego le grita tres peticiones: “Danos pan”, “perdona nuestras deudas”, “no nos lleves a la prueba”.

Lucas describe las circunstancias concretas en que Jesús enseñó a los discípulos su oración:

Lc 11,1 "Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

El episodio ha sido elaborado por el evangelista, pero nos ayuda a ver como entendían los primeros cristianos la oración de Jesús.

 

Esta oración, como estamos viendo, aunque es amplia y puede ser vista desde diferentes perspectivas, fundamentalmente es conocida en su expresión máxima y universal en el Padrenuestro.
Esta oración ha llegado a nosotros en dos versiones ligeramente diferentes.

El análisis riguroso de los textos permite detectar añadidos y modificaciones posteriores, hasta llegar a una oración breve, sencilla, de sabor arameo, que estaría muy próxima a la pronunciada por Jesús.

Esta seria con carácter mas especifico la oración que Jesús enseñó: “Padre, santificado sea tu nombre; venga tu reino; danos hoy nuestro pan de cada día; perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos lleves a la prueba”. ¿Podemos acercaros al “secreto” de esta oración?.

Tengamos en cuenta que las dos versiones de Lucas 11,2-4 y Mateo 6,9-13, provienen de la llamada Fuente Q, en la cual se aprecia que el texto de Mateo es más extenso, pues ha introducido varios añadidos para darle a la oración un tono más solemne y redondeado, propio de la piedad judía. Lucas, por su parte, introduce modificaciones de menor importancia.

Tengamos en cuenta que la oración proviene de Jesús. Algunos investigadores piensan que el Padrenuestro contiene “peticiones sueltas” que los discípulos le oían pronunciar y que, más tarde, alguien las recopiló en una sola oración, pero no hay argumentos para defender esta hipótesis.

Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
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