CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 20 de junio de 2019

ADORÉMOSLE - CORPUS CHRISTI


Allá por Junio de 2003 mi amigo y teólogo Rafael González Armenta (Ecija), se planteaba esta reflexión y preguntas al hilo de la festividad del Corpus Christi:
“[…] en esta semana de abundantes actos eucarísticos, conciertos, pregones, exposiciones, etc... Yo quisiera plantear las siguientes preguntas: - ¿No necesita la Iglesia una experiencia más viva de la Eucaristía, que la que ofrece la liturgia actual? - ¿Es la liturgia que venimos repitiendo desde siglos la que mejor puede ayudar en estos tiempos a los creyentes a vivir lo que vivió Jesús, y recapitular para que vivió y murió?” 

Sin lugar a dudas es una elocuente reflexión si se aborda la eucaristía desde la efectividad de lo que representa, no solo desde la perspectiva orante, que también. Escribo esto y también recuerdo al teólogo Estrada –cuyos pasos sigo muy de cerca- que planteaba la disyuntiva que la cruz representa para el cristiano de hoy, que bien puede contemplarla desde una visión estática o móvil. Está claro. O la adoras y punto, o la adoras y reaccionas. ACCIÓN=REACCIÓN. Con la eucaristía pasa exactamente igual.
La primera procesión de Corpus o el Corpus en sí mismo, se celebró en la ciudad de Lieja el año 1246 y desde entonces hasta nuestros días. Creo que es algo que merece la pena celebrarse, pues las personas tenemos una necesidad imperiosa de mostrar aquello en lo que creemos y queremos, para manifestarnos y hacer público nuestra fe, creencia o sentimientos.
La Eucaristía es uno de los elementos más sagrados que tiene la Iglesia y solo se le puede equiparar en importancia a la Palabra de Dios, aunque esta última –por desgracia- carece de la relevancia que tiene el pan eucarístico. Sea como fuere, yo creo. Sí. Creo en Jesucristo eucaristía. Creo en ese cuerpo que partimos y compartimos para hacerlo de esa manera fuente fecunda de unas prácticas a las de debiera sumarse toda persona humana que siga las huellas de Jesús y se considere cristiana.
Fraternidad, respeto, servicio, paz…etc. Entiendo que todo esto está muy bien, que todos rezamos y somos buenissimo; pero como dice el refrán “luego llega Juanillo rebajando”.
La cuestión es sencilla. O estamos o no estamos a la altura. ¿Iremos a la procesión el domingo a compartir el pan a comprometernos con “ese” “cuerpo” que es revelación de Dios en el propio cuerpo humano desde donde le debemos servir? ¿O iremos a la procesión a otra cosa, la que sea? Es una pregunta sencilla con una sencilla respuesta.
Y quien se la conteste mientras no se empecine en fastidiar al otro, tiene mi respeto y consideración.
Adoremos a Cristo. Sí, adorémosle. En esa persona desconocida que viene en nuestra ayuda y a la cual puede que ni siquiera conozcamos.
Adoremos a Cristo, desde la atención a los desfavorecidos a los necesitados de cariño, ternura y consideración.
Adoremos a Cristo –y en Él a María- en tantas mujeres que lo pasan fatal y están sumergidas en una violencia doméstica de la cual no saben cómo escapar.
Adoremos a Cristo en tantas personas que sin ser Iglesia hacen humanidad en sus vidas y hacen Reino de Dios, aun sin saberlo.
Adoremos a Cristo en tantas personas que se aman y cuyo amor es juzgado, apartado, excluido aun cuando Jesús no excluyera ni apartara a nadie de su lado, Él solo abrazaba. Adorémosle.
Adoremos a Cristo en la falta de libertad, en quienes oprimen y utilizan su poder e influencia para mancillar, escalar y… yo que sé.
Adoremos a Cristo en la Madre Naturaleza expresión maternal de Dios, agotada herida y exprimida en sus recursos naturales y animales. Cuidémosla como nuestro padre San Francisco.
Adoremos a Cristo donde queramos, desde el respeto la consideración a Él y al prójimo. Adorémosle.
Fraternalmente, Floren.