CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 8 de diciembre de 2011

LA MUJER QUE VENCIÓ AL TEMOR

LA MUJER QUE VENCIÓ AL TEMOR
Bueno, mañana de Inmaculada Concepción en España.
Es una fiesta cuasi política, respecto de que en nuestro país, tenemos arte para convertirla –junto al día de la carta Magna- en un super puente para vacaciones y otras lides.
Vacaciones para quien las tenga, claro.

El trabajo, hoy por hoy es una ventura y desde luego doy gracias a Dios por tener esa ventura.
Pero, digo que, esta fiesta de la Inmaculada me hace preguntarme algo a día de hoy, y tras dar un vistazo por las páginas web al uso de religiosidad y otras hiervas.

¿Nos cansaremos algún día, de venerar a María como la mujer que dijo exclusivamente SÍ?
No me malinterpretéis, yo admito este SI y su trascendencia en el mundo en el que vivimos.
Además, entiendo que ese SI de María, favoreció la creación del cristianismo como movimiento espiritual y religioso. El movimiento espiritual que alienta mi fe.
Pero todo no quedo en el SI.

La trascendencia del SI, es lo que auténticamente nos debe de importar, puesto que el SI de María, como lo tenemos estructurado en nuestra cabeza, es mas bien improbable.

Equivocado o equivocada está, la que diga: -ya es todo mentira. No, nada es mentira mientras no se demuestre lo contrario. Pero es bastante improbable, que la virgen María mantuviera un diálogo con el ángel, igual al diálogo verbal que podemos realizar los humanos.

María dijo SI. Pero su si, fue mas duro de lo que pensamos, pues fue un doloroso y complejo proceso de asimilar su situación, respecto del embarazo de un ser especial y excepcional.
En estos tiempos de crisis de fe y crisis económica, bien podemos admirar a María, como la mujer que venció al temor. La mujer que supero la dificultad, y venció las reticencias que todo humano tiene, porque confió en el Trascendente, en Dios.

Como dice el amigo y teólogo Arregui, hay dos clases de temor. Un temor que paraliza, que te minimiza como ser, que te relega al inmovilismo más absoluto, que te destruye como persona que se relaciona y reacciona. Pero hay un temor que nos lleva a confiar en algo o “alguienes”, por medio de una confianza que se basa en el sentido de la esperanza, que a todo humano no le debiera de faltar. 

Ojala, así fuera. Un temor, que se transforma en espíritu de resiliencia, puesto que supone un reto a superar, donde otrora pudiera verse solamente un obstáculo insalvable.
María, a este respecto no fue una excepción.

Su concepción fue un enigma, pues ninguno de los que nos referimos a día de hoy a ese acontecimiento, estuvimos presentes; aunque nos fiamos de la palabra.
Pero, en cualquier caso, fue explícitamente así.
¿Pudo concebir María, sin tener relaciones sexuales?

Debiéramos de afrontar estos temas candentes y de interés, aunque no relevantes para el desarrollo de nuestra fe. Que María concibiera a Jesús en una relación sexual o sin ella, -a mis ojos- no altera ni su vida, ni la pureza de su corazón, ni el mensaje y obra de su hijo, ni deja de ser madre de los creyentes, ni es causa de depreciación a los ojos de Dios, ni nada de nada.

Lo que ocurre, es que se nos ha educado desde siglos y siglos y generaciones enteras, a considerar lo sexual y placentero como antagónico de lo celestial, divino y sacramental.
Hay teólogos que afirman hoy en día que, el placer es sacramento de Dios, pues es una función del cuerpo humano que puede orientarse desde la vivencia fraterna, amorosa y placentera de compartir unas determinadas sensaciones.
¿Acaso, no asiste el Espíritu Santo a cada pareja que se une sexualmente por amor o a los que simplemente piensan en placer sexual?

Y, sea cual fuere el fruto de esa relación sexual, tanto si es la concepción de una criatura como el compartir el placer mutuo; ¿cómo les va a asistir el Espíritu Santo, en menor medida en que asiste al papa o a los ministros ordenados o sea quien fuere el asistido?
Todos somos criaturas de Dios.
Solo nos queda, constantemente animarnos a descubrirlo en el otro y en nosotros mismos.
La esperanza de María Concebida con la asistencia del Espíritu Santo, unido a espíritu del Adviento, son la receta perfecta para ponerse manos a la obra.
¿A que esperas?
Buen Domingo a tod@s. Laus Deo.