CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 20 de julio de 2012

LA VERDAD DEL AMOR HUMANO EN LA FAMILIA CELESTIAL


La verdad del amor humano en la familia celestial
Autor: Nicolás Puente http://www.redescristianas.net/
Reproduzco aquí este articulo de Nicolás Puente, por la clarividencia con la que escribe y la responsabilidad y precisión con la que lo hace. El articulo no es mío, por lo tanto. Aun así suscribo cada letra, pues la acepción de personas que nuestra iglesia realiza por legitimar a un concreto modelo de familia, es algo innombrable para quienes predican que todos somos iguales ante los ojos de Dios. (Floren Salvador)
La conferencia Episcopal Española, presentó el documento salido de Asamblea Plenaria: “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”. El texto se presentó el 4 de julio después de que lo revisara la Permanente.
Si algo tiene este documento de interesante es el descubrirnos cuáles son las preocupaciones más importante que laten en el corazón y la cabeza de nuestros obispos. Y su desvelos principales tienen como causa la situación jurídica y valoración social que está padeciendo en estos momentos la familia. No se trata de la familia concreta, esa que sufre, esa que tiene a sus miembros todos en paro, esas que no llega al fin de mes, ni esas a las que dejan en la calle después de embargar su casa.
Tampoco de esas a las que ahora le obligarán al copago de los medicamentos ni a esas a las que el gobierno les subirá los impuestos, ni a esas otras que no pueden llegar a familia, porque los jóvenes que desean casarse tienen que seguir viviendo en casa de sus padres. Se trata de unas familias a las que hay que hablarle de amor, de leyes morales, de formación de conciencia, de la belleza del amor humano.
En el número cuatro dicen nuestros obispos: “Estas luces, sin embargo, no pueden hacernos olvidar las sombras que se extienden sobre nuestra sociedad. Las prácticas abortivas, las rupturas matrimoniales, la explotación de los débiles y de los empobrecidos –especialmente niños y mujeres–, la anticoncepción y las esterilizaciones, las relaciones sexuales prematrimoniales, la degradación de las relaciones interpersonales, la prostitución, la violencia en el ámbito de la convivencia doméstica, las adicciones a la pornografía, a las drogas, al alcohol, al juego y a Internet, etc., han aumentado de tal manera que no parece exagerado afirmar que la nuestra es una sociedad enferma” (El subrayado es mío). Tengo mis dudas. Pienso que nuestra conferencia Episcopal vive en otro país o por lo menos padece miopía.  [...] 
En la apertura de la XCIX Asamblea Plenaria de la CEE decía el cardenal Rouco: «la fe sin la caridad no da fruto y la caridad sin la fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda… que la fe y la caridad se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino». Estas palabras las tomaba el Cardenal de la carta Apostólica Porta Fidei (14,2).

Pero, lo triste es que se olvida que en 14,1 ,un párrafo antes, recuerda Benedicto XVI el texto de St 2, 18 “Así es también la fe: si no se tienen obras, está muerta por dentro”. Y quizá no llegó a leer el final de (14,2) o quizá lo leyó, pero no le pareció importante: “Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1)”.
Decía antes que este documento estaba pensado para las familias que están más allá de lo real, esas que no son de este mundo ni viven en este momento. Eso aclara que un documento pensado para la reflexión y el estudio sobre la situación actual de de familia que no llegue a condenar de manera explícita la violencia familiar entre las líneas en las que explican lo inadecuado de usar el término violencia de género (58).
Intentar escapar del deber creando cortinas de humo es cuando menos un pecado de omisión. Callarse ante decisiones políticas, aunque estas sean del PP, alegando que la iglesia no debe meterse en política es irresponsable. No recuerdo nada más político que el mandamiento nuevo, amar al otro como Cristo nos amó. Porque si lo amas, no dejarás que le quiten su casa; si lo amas, no dejaras que pisen sus derechos; si lo amas, no dejarás que le roben en educación ni en medicinas; si lo amas no le cerrarás las puertas de la casa de Dios….