CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 2 de octubre de 2012

LA FE DE UNOS Y LA FE DE OTROS, EL AÑO DE LA FE


La Fe de unos y la Fe de otros

Está próximo el año de la fe. El año de la fe por aquí, el año de la fe por allá. Lo cierto es que parece que nuestra Iglesia, está bastante dispuesta a poner mucho esfuerzo en la difusión de este año de la fe y lo propuesto para desarrollarlo. Carteleria, banderolas en todas las webs de aire cristiano o religioso, cartas de los obispos, el motu proprio “Porta Fidei” escrito para su convocatoria…etc.
Aprecio profundamente la preocupación del papa por el sentido de la fe: “redescubrir el camino de la fe para iluminar […]la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”. Sobre todo por el sentido de la fe en el mundo y en Europa. Como sabemos, la evangelización de Europa es un testigo que el actual papa ha recogido de su predecesor Benedicto XV.
Las circunstancias eran distintas al comienzo del siglo XX, aunque problemas como tales, no han faltado en cada una de las épocas. Lo que ocurre en cada sentido, es que puede que nuestra Iglesia aun a pesar de la sabiduría que le proporcionan los años, quizás no haya sabido colocarse certeramente en el lugar adecuado, para afrontar tales eventos.
“Después del Concilio, la Iglesia ha trabajado para que sus ricas enseñanzas sean recibidas y aplicadas en continuidad con toda la Tradición y bajo la guía segura del Magisterio”, dicen las indicaciones pastorales para el Año de la fe. (S.C.D.F) Y efectivamente, si de algo somos conscientes muchos cristianos, es del interés que demuestra nuestra iglesia, para que el Magisterio sea estrictamente observado en el pueblo de Dios.
Poco margen se ofrece a los cristianos en la consecución de sus vidas, aun cuando se observe siempre el reducto de la confesión para descarriados, como oportunidad para regresar al buen camino. La fe a lo ancho y largo de su significado, como he escrito en otras ocasiones no es garantía de ser buena persona. Se puede tener fe y llegar al fanatismo, por el cual todo el mundo debe creer lo que yo creo, u orientarlo en la misma dirección.
O se puede tener fe, y pasar desapercibido (Lc 10,29ss) haciendo el bien sin preguntar por la situación social o moral del necesitado. ¿No os parece que más que estar necesitado el mundo y la humanidad de fe; es la fe la que está necesitada de humanidad? En primer lugar, quiero decir que me hubiera gustado que la Iglesia llevada por un espíritu aperturista e integrador, bien pudiera haber reservado espacios del año de la fe, para profundizar en la fe como principio universal, desde toda perspectiva o creencia interreligiosa.
Pero continuamos en cierto modo los cristianos, considerándonos la guinda del pastel, al considerarnos depositarios de algo, que en muchas ocasiones se nos escapa de las manos. “Esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble” (Porta Fidei nn.5), dice el papa.
Yo creo que hoy más que nunca, la fe es una actitud ante la persona que está ante nosotros o nos interpela en la distancia (Sant 2,18.26). Pues es solo ante el sujeto que reclama nuestra atención en pro de una ayuda, un abrazo o una acogida, donde encontraremos el rostro del Dios vivo (Mt 10,42). Todo esto es una opción de vida de fe, considero yo que completamente actualizada y humanizada desde el Evangelio de Jesús.
El papa afronta este año de la fe, como consecución del declive del cristianismo en Europa, ya que la fe cristiana no va incardinada en el proceso cultural de nuestra sociedad europea, como un presupuesto adicional a la educación recibida. En términos generales, no preocupa demasiado a los padres y madres que sus hijos sean cristianos. Y esto nuestra iglesia lo percibe con estupor, en función del descenso de las estadísticas, respecto de la bajada de la natalidad, el descenso de los bautizos, el bajón en los matrimonios canónicos y el descrédito general al que la iglesia se somete a sí misma aunque no lo reconozca.
A este proceso de involución del cristianismo, nada ayuda la férrea doctrina impulsada por el papa y los obispos, para no abrirse a nuevas realidades sociales planteadas, la negación a nuevos retos en la búsqueda de la verdad de cada cual y los nuevos estados de vida que son una realidad en nuestra sociedad comunitaria europea. “La misma profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario. En efecto, el primer sujeto de la fe es la Iglesia”, (P.F. nn10) dice el papa.
Pero si la iglesia abrazara a todos los que dicen seguir a Jesús y le siguen, ofreciendo un camino integrador y de diálogo antes que someter a la persona al credo y la moral del catecismo naranja; -digo que- la catolicidad de la iglesia tendría un vuelco absolutamente comunitario y humanitario, pues primero abrazaría y luego preguntaría.
Se nos habla de fe y se nos habla de salvación en “Porta Fidei”, como una concatenación de circunstancias, las cuales no pueden darse la una sin la otra. No me voy a enredar en temas de soteriología con el gran teólogo Ratzinger. Pero estoy convencido de que la salvación de cada cual, está donde está su corazón.
Y el corazón de muchos cristianos sufre hoy, porque no sienten ni sentirán el calor de la iglesia, más preocupada por sus privilegios y sostenibilidad, que por el nivel de calor del corazón de sus hijos.
Lo diré sin reservas al acabar este escrito. Soy completamente escéptico respecto del Año de la Fe. Creo que es nuestra Católica Iglesia la que tiene que ser reevangelizada desde dentro mirando a los que nos miran con incredulidad, sin dar crédito a los modos con que nos las gastamos los que decimos seguir al de Nazaret, incluso entre nosotros mismos.
Comparad estas últimas palabras mías con las del papa al Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. “La Iglesia en Europa, en el trasfondo de los desafíos sociales y espirituales, está llamada a reflexionar sobre la perenne tarea de la evangelización y sobre su urgencia renovada y actual”. ¿Será posible? ¿O será una quimera?, por cierto palabra tan de moda.

Nada más. Todo sea por una fe humanizada.
Saludos desde el corazón de Andalucía.

Atte. Floren de Estepa, estudiante de teología cristiana.