CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

sábado, 2 de febrero de 2013

EN CAMINO, TEOLOGÍA DE LA CUARESMA - 1.4 "DE PASSIONI DOMINI"


1.4 “De passioni Domini”

La gran carga significativa que tuvo la pasión de Jesús en la historia de la humanidad, ha llevado consigo su rememoración desde los primeros siglos del cristianismo; y sin lugar a dudas Jerusalén –como ciudad excepcionalmente santa- fue el escenario de lo que podríamos llamar las primeras “semanas santas”. 

Considerando este periodo santo, desde el domingo de ramos hasta la pascua. Podemos considerar este dato como cierto ya que la peregrina “Egeria” (siglo IV), deja constancia de las celebraciones santas en su libro diario. (Publicado por BAC “Itinerario de la virgen Egeria” 1980)

Para imitar a Jerusalén en ese revivir de los episodios descritos por los evangelistas, la liturgia occidental hizo algo parecido, organizando celebraciones particularizadas, que terminaron por dar origen a la semana santa. La reconstrucción demasiado anecdótica, por una parte permitió un análisis atento del valor de cada uno de los episodios pasionales, pero por otro lado rompió la unidad a considerar en el misterio pascual, como gloriosa conclusión de la pasión de Cristo.

En la edad media, la semana santa era llamada semana dolorosa, porque la pasión de Jesús era dramatizada, más que celebrada como misterio y memorial, poniendo de relieve los aspectos del sufrimiento y de la compasión emotiva, en detrimento del aspecto salvífico y de la victoria sobre la muerte por medio de la resurrección. 

Apuntar que aun hoy día, extrapolando la representación de la pasión de las personas a las imágenes santas de nuestras hermandades, corremos el riesgo de no estar atentos o no tener las ideáis demasiado claras respecto a la significación del Santo Triduo Pascual, aun a pesar de los esfuerzos del concilio vaticano II para restablecer la unidad perdida. El sentido cultual debe ir unido al sentido espiritual, tanto en los tiempos de cuaresma como en semana santa.

El Domingo de Ramos.
Al centrarnos en la celebración eucarística en la cual nos adentramos en la pasión del Señor, no debemos de ignorar –desde el punto de vista pastoral- que debemos de ser conscientes de que en la procesión de ramos en la cual todos participamos, reconocemos por medio de ella el carácter mesiánico de Jesús. Le reconocemos y en ella le encontramos, ya que al formar comunidad fraterna él se hace presente como aclamado por nosotros y como esencia de cada sujeto, que junto a Cristo entra en Jerusalén para realizar igualmente la pasión, ya que reside en nuestros corazones el amor de Jesús.

Por ello en esta celebración de la entrada de Jesús, debemos valorar no tanto los ramos de olivo y la procesión como rito, sino tener en cuenta que al participar en ella estamos proclamando la realeza mesiánica de Cristo, el ungido de Dios como autentico hijo. 

En este día, el Massimo significado es dado por Cristo, que al entrar como rey, toma posesión de Jerusalén representante de la humanidad y de todos los corazones humanos que la integran. Para por medio de ella- Jerusalén- llegar a tomar posesión como rey, pero no desde el punto de vista monárquico, sino para efectuar un escandaloso y eterno ejemplo de amor, por medio de la consumación de su pascua de muerte y resurrección.

Será en el jueves santo de la cena del Señor, el día en que la iglesia celebra como institución de la eucaristía y más aun, día del amor fraterno. Ya que en este día se prefigura la misma esencia del sacrificio de cristo, que por amor a la humanidad, muere en la cruz, dejando un memorial a sus discípulos. Memorial a cuya actualización estamos llamados según las propias palabras de Jesús en la cena pascual.