CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 31 de marzo de 2011

CARTA DE CONDOLENCIA

“Vosotros que dormís, no temáis ya mas el tiempo, ¡que es verdad que la vida ha vencido a la muerte, y la risa al sollozo y el amor a los miedos, y por toda la tierra, en valiente huracán de promesas, revuelan para siempre las campanas de la pura libertad”
(Epitafio a los difuntos)

         Estimada familia, ¿qué deciros?.

            Mi sorpresa fue como la de todo el pueblo, no creer que una persona joven como lo era vuestro padre se marchara de este mundo, en tan poco tiempo y de una manera inesperada.
            Y es que, ¿acaso nos queda otra cosa que afrontar nuestra condición humana, que nos expone a estos trances? Vuestro padre era una persona buena y afable, conocido de todo el mundo; pero sobre todo era un buen marido y un excelente padre. Por todo ello su muerte es una desgracia, en primer lugar para él que ha dejado de vivir para este mundo. En segundo lugar es una desgracia para los que añoráis su presencia.
            Aun así quisiera daros un consuelo. Un consuelo que no se basa en supercherías ni supersticiones. Vuestro padre como os digo y vosotros experimentáis ya no vive para este mundo, pero sigue viviendo para vosotros. Quizás solo os baste cerrar los ojos para verle o casi sentirle. Solo tenéis que dar rienda suelta a vuestro pensamiento y lo veis junto a vosotros en tal o cual reunión familiar o de amigos. Sus momentos de ocio, sus pequeñas manías que ahora echáis de menos, su afecto, sus abrazos y sus consejos.
            Es ahora cuando él estará en vuestro interior, y vuestra conciencia os ayudará a ordenar sus enseñanzas para aplicarlas poco a poco en vuestra vida, y así tenerle presente.
            La vida que nos modela como el barro, os irá enseñando a soportar la ausencia, llenándola de los recuerdos agradables que nacen de la experiencia de una vida vivida junto a él. Y es que lo bueno, como casi siempre a las personas nos sabe a poco, pues se nos quita de las manos en todo su esplendor.
            No volveréis a ver a vuestro padre, pero le volveréis a sentir y sentiréis su amparo desde la dimensión espiritual en la que él ahora vive. Él no volverá a acariciar vuestra mano, ni os abrazará físicamente. Su sitio ha quedado vacío e irremplazable en vuestra mesa. Sin embargo el vive ahora y siempre vivirá para vosotros, pues los lazos del amor son mas fuertes que los lazos de la muerte.
            Y tened seguro, que aquellos que aman perdurarán para siempre y su memoria se extenderá por los siglos de los siglos; y sus testimonios serán escritos con tinta de oro en el libro de la vida y de la eternidad. Vuestro padre estará entre sus letras.

            Estimada familia, cuñados y amigos; con vosotros mi abrazo y mi deseo de paz.

            Estepa 31 de Marzo de 2011. Laus Deo.
  
            Atte. Florencio Salvador Díaz Fernández.