CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 23 de junio de 2011

¿SI EN LUGAR DE PAN FUERAN NARANJAS?

¿Si en lugar de pan fueran naranjas, seguiría siendo Eucaristía?

Aunque considero recurrente el titulo del escrito, por nada del mundo quisiera que nadie se molestara por considerar estas letras, una falta de respeto. Dicho esto, afrontamos un año más la solemnidad del Cuerpo de Cristo, que aun a pesar del declive de lo religioso –y aun más católico- sigue en boga en nuestro país y en otros muchos. El Corpus es importante, ¡vale! Pero en la mayoría de los casos se desdeña la experiencia religiosa, por la de un espectáculo fastuoso de pompa y boato, que esta un poco deslocalizado en esta sociedad actual de “milieuristas”
Culturalmente no tiene desperdicio ver obras de arte en la calle, música antigua, y la expresión ritual de las gentes. Dalmáticas antiquísimas, obispos, cetros, canónigos y… todo sea por Jesucristo. Como dijera Jose Mª Castillo, todo esto es necesario para un sector de la iglesia, que por estar o considerarlo anquilosado, no deja de ser iglesia y tiene que ser respetado. 
Ahora bien, ¿hasta que punto se nos desdibuja la fiesta del corpus en virtud de la razón, o de otras posibilidades eucarísticas? Intentare explicarme, dando forma a esta inquieta mente de joven teólogo en ciernes que tengo. Mt 26, Mc 14 y Lc 22, nos explican lo acontecido en aquella cena –considerada última-, en la cual Jesús instituyo la eucaristía. Juan omite esta circunstancia pues pone en valor el autentico significado de aquella comida, y de todas las comidas en las que Jesús se hace presente. Significando la actitud de servicio en el Reino de Dios cap.13,1-20; y el amor a Dios y al prójimo en los versículos 31-35. 
Pero los escritos fundamentales para considerar instituida la eucaristía son los textos de los sinópticos. ¿Instituida porqué? Toda institución queda establecida con un organigrama, al cual tienen acceso solo unos pocos en virtud de unas circunstancias. ¿Ha sido correcto dar a la eucaristía ese carácter ceremonial o ritual tan sumamente específico? Según me informo un párroco, el arzobispo de Sevilla envió a sus sacerdotes nada más llegar, una carta para dar un toque de atención sobre los abusos litúrgicos –así se me dijo- en las misas, para dejar de lado los cálices de barro y plegarias no contenidas en el misal romano. 
Fuera las de Burgaleta, Floristan y todos aquellos que nos metieron la pasión por la vivencia eucarística por vía intravenosa. Y frente a estos planteamientos que yo respeto pero considero absurdos, -pues Jesús no se calentó tanto la cabeza- me pregunto, ¿y si en lugar de pan fueran naranjas? Uno de los primeros fundamentos de Roma para defender las especies eucarísticas, reside en los mismos sinópticos y en declaraciones pontificias como la Carta “Cum Marthae circa” de Inocencio III 29/11/1202, la cual dice: “Forma est Panis et vini, veritas carnis et sanguinis, virtus unitatis et caritatis” La forma es la del pan y el vino; la verdad, la de la carne y la sangre. 
Pero por Juan y aunque este nos hablara del pan vivo bajado del cielo, como nueva ley de Dios que se nos muestra como amor desbordado en Jesús a los judeocristianos, sabemos que lo importante de aquella cena no fue el continente sino el contenido. 
Y que el amor, el servicio y la fraternidad son un pan en sí mismo, que como hipotético alimento a nadie nos tiene que faltar. Pero la esencia es compartir en la vida, y sea lo que sea; pan, uvas, naranjas o peras. Compartir es vivir y dar parte de ti mismo. 
Compartir es hacer participe en tu vida y en la vida de los que te rodean, la esencia eucarística de la que todo hijo de Dios puede participar pues somos aptos para la gracia. Yo no deseo levantar el cáliz como el cura, ni mucho menos. ¡No es esa la cuestión! Pero estoy cansado, cansado que se nos hable de comunidad eclesial y sacerdocio real, cuando sobre la eucaristía y su esencia se blinda un cerco, que lo único que consigue es que la gente, los que viven y para los que vivimos los del Reino de Dios, pasen cada día más de nosotros. 
El Domingo iré a la procesión de Corpus de mi pueblo, estaré expectante. Reconoceré que el pan sagrado que paseamos me compromete con mi prójimo, pero os aseguro que me seguiré preguntando, ¿daría igual si en lugar de pan fueran naranjas? Saludos a todos desde la calurosa Andalucía. Laus Deo.
Floren de Estepa.