Nos gustan tanto las efemérides que hay un día para todo y para todos, y como bien es sabido hoy es el día del Orgullo Gay. Y en el propio colectivo gay, transexual y bisexual, pues existe de todo pues el abanico es tan amplio como amplias son las posibilidades de SER personas. También hay cristianos y cristianas.
"¡Yo no quiero misericordia por ser gay, pues la condición homosexual no lleva implícito el pecado! Yo quiero todo aquello a lo que un digno hijo de Dios pueda aspirar. Todo. Ni más ni menos."
Y como cristianos que somos,
tenemos un motivo de ejemplaridad para afrontar este día y todos los días,
Jesucristo. ¿Sabía Jesús de sexualidad? Claro que supo de sexualidad. La
sexualidad está en la mente y en la propia esencia del ser humano, y como
humano que era “Jesús tuvo que tener deseo sexual” (José Mª Castillo). Ojo,
hablo de deseo no de relaciones sexuales. De esas cosas personales respecto de
Jesús, el evangelio no dice nada aunque si las hubiera tenido, su mensaje,
persona y la obra de la redención hacia nosotros, no queda invalidada desde
ningún punto de vista, pues todo lo ánima el Espíritu Santo de Dios como
aliento de vida (Jürgen Moltmann).
Lo que es una autentica
lastima, es que centrándose Jesús en la necesidad de la felicidad para el ser
humano, en el interés que tuvo por la salud de las personas y su propia vida
afectiva, desarrollando lazos sensibles de autentica fraternidad comunitaria
como autentica táctica para la evangelización; nuestra Iglesia Católica –especialmente
la española- se afane constantemente en denostar a los homosexuales y demás
grupos de género.
Al no acoger a ciertos
sectores, la jerarquía debiera darse cuenta de que devalúan plenamente el
sentido de comunidad, realizan una acepción de personas denunciada por Jesús y
encima pierden un motivo ejemplar para estar orgullosos de sí mismos como
pastores. Y es que, todo lo que para los obispos no es normal, está
intrínsecamente desordenado. Todo lo que no es conforme a su opinión sobre
cualquier cosa, está apartado de la comunión de la iglesia.
¿Cómo así somos Iglesia? Esta
es ya una guerra declarada y defendida por los obispos, en pro de un magisterio
que es causa interpretativa de la Palabra de Dios realizada por hombres; pero
que nunca puede ser flagelo para subyugar denostar y anatematizar la vida de la
gente. Nos refresca el espíritu, el percibir que entre los muchos gestos del
Papa Francisco están los dirigidos tímidamente a los homosexuales, dejando
claro que no hay que estar obsesionados ni nada por el estilo; y haciendo
constantemente un llamamiento hacia una pastoral de inclusión y no de
exclusión.
Aun así, todos los creyentes
homosexuales o que pertenezcamos a la diversidad sexual considero que debemos
ser cautelosos, pues el hecho de que el Papa pregunte por nosotros a los
obispos del mundo, no nos garantiza una inclusión de nuestra afectividad sexual
y nuestro “Ser” como personas. Se habla de mostrar misericordia, de ser
generosos…etc. ¡A ver si encima de lo que llevamos aguantado les vamos a tener
que dar las gracias por pedir para nosotros misericordia!
¡Yo no quiero
misericordia por ser gay, pues la condición homosexual no lleva implícito el
pecado! Yo quiero todo aquello a lo que un digno hijo de Dios pueda aspirar. Todo.
Ni más ni menos.
Y ello implica el que a nosotros o se nos quiere con nuestra
sexualidad incluida y se reconoce nuestra propia naturaleza de personas, o que
simplemente se nos deje en paz para seguir –como hasta ahora- iluminando
nuestra vida desde la Luz del Evangelio, siendo entre los nuestros la levadura
de Jesús de Nazaret.
Considero un derecho el
ejercer libremente lo que cada uno viva en sí mismo y lo viva con naturalidad.
Creo que es una grandeza para la humanidad, y creo que da pleno sentido al
evangelio de Jesús el que muchas personas podamos hacer un uso particular de la
libertad, aunque la jerárquica iglesia solo considere libertad a la suya, la
llamada libertad responsable, que descansa en el principio anunciado de que “quien se mueva no sale en la foto”. Me duelen las
personas y me duele la iglesia. Me duele que algunos quieran esgrimir la Biblia
al pié de la letra para condenar por ejemplo la homosexualidad; y no cojamos el
pié de la letra otros pasajes para defender aquello en lo que jamás debiera de haberse
convertido la Iglesia de Jesús.
“Obedecedlos y haced todo lo
que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra”
(Mt 23,3). ¡Qué sabio fue Jesús!
Para terminar, solo dar un
mensaje esperanzador. Los que en Jesús tenemos puesta nuestra mirada y nos
tratamos de manera fraternal y solidaria, seremos Iglesia aun a pesar de los
que piensan que no los somos. Aquellos que pasaron de largo ante el hombre
herido en el camino (Lc 10, 31-32), no se pararán en el camino ante nuestra
necesidad. Dios Padre si lo hace pues es bondadoso y es lo que llamamos en el
pueblo harina de otro costal.
Este Dios Padre, en Jesús y
por Jesús -su revelador- renueva nuestra esperanza en la superación diaria de
obstáculos y controversias. De sus labios recibimos un apoyo, para dejar caer
la cabeza en su hombro para poder reír y llorar. La amplitud de su corazón, en
Dios se hace acogida total pues con el profeta nos dice: “¿acaso una madre
olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te
olvidaré” (Isaías 49,15). Ánimo a todos los que amáis sin tener que pedir
permiso para ello. Ánimo a los que os amáis tal y como somos. Tened en cuenta que
si no os amarais os respetarais y aceptarais, le estaríais faltando el respeto
a Dios.
Floren de Estepa.
PADRE NUESTRO, DE TODOS
LOS AMORES
Padre nuestro y padre de
todos.
De los altos y los bajos,
de los hambrientos y los
hastiados,
de los tradicionalmente
casados,
y padre también de los
homosexuales.
Como me siento hijo/a tuyo/a, te digo
que quiero vivir en ese
reino que prometes
y que día a día esperamos.
Queremos repartirnos entre
todos
el pan, las flores, el
tiempo y el trabajo.
Equitativamente y sin
desigualdades,
ya que todos, ¡todos somos
imagen y semejanza tuya!
Espero de ti el perdón tan
necesario,
para ofrecerlo a aquellos
que nos ofenden
con teorías sobre nuestra
sexualidad,
que se basan en la muerte
y la degradación;
Ese perdón que nos haga
vivir serenamente el futuro.
También nosotros queremos
perdonarnos,
colaborando a levantar un
mundo derruido,
Un mundo que se atreve a
pesar el amor
para separar el legítimo
del ilegitimo.
Como si todo el amor no
proviniera de ti.
Queremos aportar nuestra
fuerza en la lucha,
del odio egoísta,
de la boca soberbia,
de la ciega violencia,
de la xenofobia bendecida,
de los deseos que
esclavizan,
de toda individualidad que
excluya.
Tentaciones que cada día
nos acosan
como a Jesús un día le
acosaron.
Con su fuerza, que es la
tuya,
queremos rechazarlas
y bendecirte por nuestro
amor y sexualidad.
Quiero ser fuerte para
rechazar,
todo aquello que lastre mi
dignidad personal,
y convencid@ de la enormidad de tu corazón
poder decirte:
(Adaptación del P.N. de
Arbeloa)