CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

lunes, 5 de agosto de 2019

TRANSFIGURACIÓN Y SALVADORES


Hoy es el día de los "Salvadores" y por ello es el día de la TRANSFIGURACIÓN del Señor. Así que también es mi medio día... jejeje, pero sobre todo es un día maravilloso para recordar a mi abuelo Salvador, un hombre cabal y generoso que fue un regalo de la vida para su familia y amigos, y que hace años que nos dejó.
La fiesta de la transfiguración de Señor es una más de las experiencias del resucitado que tuvieron los contemporáneos de Jesús. Las connotaciones de esta experiencia son formidables, en cuanto a que, desde el idílico lugar en el que sucede, contando con la asistencia de Moisés y Elias (profetas representantes del sacerdocio y la ley), la de los apóstoles y la voz del Padre que se manifiesta; hacen de este episodio de la vida de Jesús, quizás no un relato para creer a pies juntillas; pero si una hermosa alegoría sobre la que reflexionar y orar. Yo considero que el centro de este evangelio de Mateo (17,1-9) radica en la propia experiencia de Dios (Padre, Hijo y Espíritu).

La primera lectura de Daniel nos muestra una de esas experiencias que solemos llamar Teofanías (manifestaciones de Dios), contada al más puro estilo épico del momento en el que se vivió. Dios es considerado algo tremendo, formidable, temible, grandilocuente…etc.
Pero el evangelio nos muestra la otra cara de Dios, desde luego contextualizada por los hagiógrafos del momento. Mateo nos muestra un Jesús humano que se hace acompañar.
Desea mostrar a sus amigos la capacidad para buscar y asumir la Presencia de Dios. Y esta experiencia a la que se presta Jesús, para deleite de sus discípulos y amigos, es adornada con la presencia de Moisés y Elias, que están colocados ahí precisamente para testimoniar la conexión entre la antigua y la nueva economía de la salvación.
Antes, en época de Jesús y ahora, es posible la experiencia de Dios. Es posible y deseable. Dios se nos muestra en la magnificencia, en la quietud y en la crueldad de un mundo que reclama manos para trabajar y testimoniar. “Este es mi Hijo, escuchadle”, dice Dios desde la nube. ¡Si fuera tan fácil! Podemos decir. Pues no, fácil no es, pues al optar por algo hay que dejar cosas por el camino. Pero siempre se ganará en cuanto a la satisfacción del deber bien hecho y el testimonio realizado.
Por ello, busquemos el rostro del resucitado. Escuchemos y descifremos en el mundo y entre nuestros hermanos la voz de Dios, de la cual nos dice Pedro (1,16-19): “hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones”.
Nunca es tarde para optar por Jesús y su Palabra de Vida. Nunca es tarde para decidirse por el Reino de Dios (Salmo 96). Nunca es tarde para ayudar a transfigurar este mundo, en paz y fraternidad. 
Que tengáis una buena jornada.
Fraternalmente, Floren.
Lecturas en: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2017-08-06