CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

domingo, 30 de septiembre de 2012

LA ORACIÓN II. 4.2 LA COMIDA EUCARISTICA


 
4.2 La comida Eucarística

Esta comida es para muchos cristianos la oración suprema, pues hay en su fondo aspectos universales como el pan y el vino de la tierra, hay elementos de interioridad o encuentro personal con lo divino –la Palabra Sagrada-, y sobre todo una intensa evocación de historia; ya que en el mismo centro de su plegaria, los cristianos recordamos a Jesús y rememoramos y actualizamos el sacramento de su amor.
 
Aquel sacramento por medio del cual dio su muerte a favor de los demás, anticipando su venida salvadora. Igualmente, en su mismo centro, esta plegaria es comunión interhumana, descubrimiento y cultivo de la más honda comunicación creyente.

1Cor 11,23 Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: Que Jesús, el Señor, en la noche que fue entregado, tomó pan, 11,24 dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía". 11,25 Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía". 11,26 Pues siempre que coméis este pan y bebéis este cáliz anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva.

La eucaristía, considerada por muchos una comida espiritual a través de los siglos, en su origen no fue instituida como unida a la comida social de las personas.
En la religión hebrea la comida tiene un carácter muy relevante en cuanto a la relación del sujeto con Dios. Existían comidas sagradas, por ejemplo aquella en la cual se ratifico la alianza con Dios.
 
El texto del Éxodo nos refiere una doble tradición: una, que describe el sacrificio como rito esencial de la alianza, y otra que muestra la expresión de la alianza en la comida. Respecto a esta última tradición se nos dice que los setenta ancianos de Israel, que habían subido con Moisés al monte, contemplaron a Dios:

Éxodo 24,9 Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y setenta ancianos de Israel subieron 24,10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, semejante en claridad al mismo cielo. 24,11 No extendió su mano contra aquellos elegidos de Israel; y ellos vieron a Dios, comieron y bebieron.

Aquí, como en nuestra actual celebración eucarística, se interpreta la comida como comensalía en la cual participa Dios, como manjar y como comensal; haciendo participes a los asistentes de toda su esencia.
 
Si miramos estas comidas sagradas desde el punto de vista histórico, en ellas advertimos, estrictos rituales, un Dios implacable y temeroso y una comunidad a la cual en muchos casos le es imposible hacer comunidad, ya que están continuamente siendo objeto del cumplimiento de la ley, que es la que salva.
 
Cuando miramos estas celebraciones desde la perspectiva instaurada por Jesús, vemos que desaparecen las estrictas rescisiones y se da paso a una comida de amigos, sin otro particular que la unidad como elemento que cohesiona entre Dios, Jesús y sus hijos, por medio del compartir de su Espíritu Santo.
 
Aunque Jesús nunca mencionara la expresión “eucaristos/eucaristía”, como acción de gracias, lo deja implícito ya que la unión de los que se aman es siempre motivo de grandeza para el Señor, pues considera cumplido su objetivo. Si aquella unión de doce amigos fue efectivamente fraternal, Jesús nos deja dicho que espera de nosotros, la repetición de ese “ZIKKARON”=MEMORIAL:

1Cor 11,24 dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía".

La memoria en la concepción de los judíos –y Jesús lo era-, es la celebración conmemorativa de un acontecimiento del pasado que se hace presente en la comunidad celebrante, la cual toma parte en el acontecimiento y en la salvación que el acontecimiento anuncia.
 
Por tanto, el “memorial” no es un mero recuerdo de lo que pasó, sino que es la actualización del hecho que se recuerda. Y, ¿cuál era el recuerdo de los amigos más cercanos de Jesús?. ¿Qué era aquello que mantenían con más frescura en su retina?.
 
Sin lugar a dudas no podemos estar en la mente de ellos, pero por sus enseñanzas advertimos que el acontecimiento de la nueva economía de la salvación –te salvas porque amas y no porque cumples la ley-, y la contemplación de un Dios que es amor de padre, fueron sin lugar a dudas aquello con lo que quedaron marcados, ya que como judíos, no tenían esa concepción de Dios.

Mc 12,28 Un maestro de la ley que había oído la discusión, viendo que les había contestado bien, se le acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?". 12,29 Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor, Dios nuestro, es el único Señor; 12,30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 12,31 El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos". 12,32 El escriba le dijo: "Muy bien, maestro; con razón has dicho que él es uno solo y que no hay otro fuera de él, 12,33 y amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios".

Por medio de esta inapelable enseñanza, se vinculan los dos rasgos principales de la confesión cristiana: amar a Dios y amar al prójimo.
Ellos definen la oración eucarística, que es un diálogo con Dios siendo diálogo de amor y comunicación entre la comunidad. Por ello, al unirse con Dios, el orante se vincula con el único proyecto de este –Dios-, en plegaria compartida.
 
Por ello toda oración es, de algún modo, comunión fraterna, ya que al formar parte activamente de la comunidad eclesial, se llevan los deseos y anhelos de esta, allá donde estemos y aunque estemos momentáneamente solos.

Pero no debemos de olvidar el sentido de gratuidad de la celebración eucarística, en cuanto a unión común de los que amándose, conforman el pueblo de Dios, y ven en el compartir de los alimentos, en la escucha de la palabra y en el abrazo de la paz –como signo de amor-, los signos visibles de la presencia del sacramento de la fraternidad.
 
Tengamos en cuenta que, bien por cultura, o por un excesivo afán de preservación del misterio eucarístico, hemos envuelto a Dios en demasiadas capas, como para que ahora en esta etapa concreta a muchas personas les resulte difícil romper ciertos arquetipos, para llegar al centro de Dios, que en realidad son ellos mismos.

 

 
Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.

Estudiante de Teología Cristiana.


(Este material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)

viernes, 28 de septiembre de 2012

LA VIÑETAS DE MOHAMMAD

En relación a la publicación de las viñetas de Mahoma, quiero pronunciarme hoy. ¿Estan legitimadas por la libertad de expresión? ¿Se excede el mundo musulman en la virulencia de su expresión por estas viñetas?
El caso, es que todos reaccionamos con más o menos inquietud, cuando la mofa es sobre algo en lo que tenemos puesto nuestro corazón.
Por este motivo, ofrezco hoy un escrito propio, publicado en  Febrero de 2006 en el diario impreso "La Voz de Estepa". Como verán es de plena actualidad.
atte. Floren de Estepa.

LAS VIÑETAS DE MOHAMMAD

Y verdaderamente que para aplacar las aguas agitadas del Islam creo que los autores de las mal-famosas caricaturas sobre la mofa de Mahoma -la paz sea con él-, deberían mostrar a posteriori mas prudencia. Quizás se pueda pensar que no sea para tanto, pero pensemos en la creencia y raíces históricas de los agraviados.
Aproximadamente en el año 570 de la era cristiana, nació en una familia numerosísima y perteneciente a la prestigiosa estirpe de los Koreich de la Meca el niño Mohammad, popularmente llamado Mahoma. Joven esteta, bohemio -y pastor según la tradición-, que vivió de manera plena la contemplación hasta que recibió en la cueva del monte “Hirá”, las palabras sagradas que de parte de Dios le interpelaron para fundar la sagrada religión islámica: “¡Predica en el nombre de tu Señor que te creó! (...)¡Predica, pues tu Señor es  quién enseñó con el cálamo, enseñó al hombre lo que no conocía.” (Sagrado Corán,XCVI,1-5).
A pesar de estas letras y como todo es libremente cuestionado, puede que para muchas personas el Islam sea –equivocadamente- una religión de ignorantes. Sin embargo como escrita quedó la Biblia cristiana, aquellas enseñanzas de Mahoma quedarían inmortalizadas en el Corán, libro sagrado del Islam que llegaría a ser la columna vertebral de esta gran religión profesada por 550 millones de personas en el mundo.
No se trata de defender o culpar, creo que se trata de informarse antes de opinar. Y por esta sagrada regla del periodismo considero que los autores de estas famosas viñetas se extralimitan hacia lo que en Andalucía llamamos puro “cachondeo”. Recuerdo la joven que vestida como la Virgen Macarena desfilo por una prestigiosa pasarela de moda, causando el levantamiento de la ciudad de Sevilla. Y otras muestras de terrible mofa de las que no me escandalizo, puesto que hacen notar la verdadera calidad de la persona que las inflige y su poco sentido de la sensibilidad o el respeto.
Sí admito, que me sorprende el masoquismo en algunos sitios, especialmente de devoción y en los cuales se venden como souvenir, montones de coronas de espinas en recuerdo de la pasión de Jesús. Unos se pasan y otros no llegan. Y es que no nos enteramos que de la misma manera que Jesús no es patrimonio de los Católicos, Mahoma no es patrimonio del Islam. Son personajes históricos, además de líderes religiosos. Y por esta razón están sujetos a ser opinables y obligatoriamente respetados por lo mucho que representan o significan.
¡Pero claro, cuando a un líder religioso se le relaciona de manera íntima con el terrorismo sucede lo que está sucediendo! Y si el actor “Leo Bassi” cuestiona en una obra de teatro la existencia de Dios, un creyente en nombre de sus principios le pone una bomba en los camerinos, que si hubiese explotado sería la matanza del año.
Si a esto le añadimos la arenga política que muchos “Imanes” vierten sobre la clase humilde y en muchos casos desfavorecida de los creyentes islámicos, podemos resumir que el conjunto de las personas forman un gran animal llamado masa que –sea de la creencia o raza que sea- se manifiesta notoriamente enfurecido y difícil de reconducir hacia la sana convivencia.
Y es una pena que paguen justos por pecadores y de esta manera estigmaticen a una creencia en su totalidad, por el estruendo de unos pocos y no nos fijemos en lo que tenemos en casa. Islam no es violencia como vehículo para solucionar conflictos, Islam no es estricta represión como acotamiento de libertades, Islam no es hambre, necesidad y pateras.
Islam como cada una de las grandes religiones es creencia y legendaria cultura, cuna de un inigualable y espléndido arte, nacimiento de la más avanzada medicina desde la antigüedad y bastión de los sanos valores de la hospitalidad y la fraternidad. Y de esta manera y como en todos los sitios nacen en su seno hijos malos y buenos.
Yo mismo disfruté en tierras jordanas de estos sanos aspectos de la cultura islámica, y por ello me niego a aceptar que se relacione exclusivamente esta creencia con los estragos injustificables causados por la furia de personas extremistas que anteponen la violencia a la mansedumbre que predicó el profeta Mahoma –el Altísimo sea con el-.
Decía el sabio árabe Almamún: “Como veo que en los delitos no influyen los castigos que a causa de ellos se imponen, empleo como medio para evitarlos un perdón que resulta más eficaz que cortar cabezas”. Que difícil nos resulta a las criaturas establecer un término medio, pero tenemos que intentarlo.
No podemos desfallecer en el intento de lograr que la paz sea posible entre las civilizaciones y de esta manera instalar en los países, sus gobiernos y nuestros corazones el sano principio budista-islámico-cristiano-judío de la duradera paz.

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - NADIE TIENE LA EXCLUSIVA DE JESÚS

NADIE TIENE LA EXCLUSIVA DE JESÚS
26 Tiempo ordinario (B) Marcos 9, 38-43.45.47-48
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Viene de: ECLESALIA
La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
 
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los nuestros".
 
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?
 
Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.
 
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
 
No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
 
En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar.
 
Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.

jueves, 27 de septiembre de 2012

GRACIAS PADRE POR LA LLUVIA


Señor y Padre bueno, que nos amas y nos buscas.

Por bendición tuya, creaste el mundo (Gn 2), la naturaleza con sus elementos, los ríos y los bellisimos árboles, poblados de pajaritos.

Todo ello responde a un orden sabio y establecido, que armoniza la vida del mundo y de los humanos que pueblan el mundo.

Ahora, tras el agostado verano en el que “hemos aguardado pacientemente las lluvias, que riegen los campos y hagan fértiles los frutos” (Sant 5. 7-8.11.16-17); recibimos con gozo las lluvias, que son preludio de un nuevo tiempo que acompaña al otoño.

Gracias, Padre de amor. Gracias porque nos unimos en Ti, por medio de la oración esperanzada. Gracias porque nuestra ceguera, en ocasiones nos impide ver lo mucho y valioso qu recibimos de tu mano.

Hoy Padre Bueno, como Ananías, Asaías y Misael, “bendecimos la lluvia” (Dn 3), que gota a gota bendice la tierra el mundo y nuestras personas, con la bondad de tu presencia. Que sepamos administrar tu presencia, tan eficazmente como administramos el agua tan necesaria.

¡¡Gracias de todocorazón, Abba!!
Fdo. Floren de Estepa

martes, 25 de septiembre de 2012

LA ORACIÓN II. 4. ORACIÓN COMUNITARIA 4.1 KOINONÍA


4. Oración comunitaria.

4.1 Koinonía (comunidad)

Como personas adultas que somos, no vamos a sentar cátedra sobre este tema, ni vamos a asegurar cual es el mejor modo de oración.
 
Esto no es posible, pues maneras de orar hay tantas, como vidas humanas contiene el mundo. Sin lugar a dudas, encontramos en el misticismo –o en el camino hacia él (Dios)- un claro ejemplo de contemplación de la realidad de Dios en cada elemento de la vida.
 
Aun así y admirando todos los posibles ejemplos de oración en soledad o desierto, aquí veremos la oración comunitaria como esencia de la iglesia de Jesús. Esta misma comunidad es encontrada por el orante en el propio camino de la vida.
 
No es posible caminar sin encontrar a alguien por el camino y compartir o departir con él. Por ello desde las perspectivas anteriores –llamada, disposición, camino-, la oración se vuelve, por sí misma, comunitaria en cuanto a ejercicio de encuentro sagrado con los otros, por lo menos con los miembros de la propia iglesia. 

La misma oración compartida, funda y delimita un grupo de personas que descubren juntas a Dios y cultivan en plegaria su presencia.
De esa forma se vinculan con Dios, que es el misterio y presencia creadora; estableciendo con él un compromiso de acción en el mundo en el que vivimos, por medio de la vinculación comunitaria y la filiación divina que nos cohesiona.
 
Los orantes descubren que no viven simplemente en el mundo, ya que degustan una realidad espiritual y activa, que les hace secundar lo mundano.
Por ello tampoco habitan sin más en el misterio escondido de Dios, sino que son sabedores de que como eslabones de una cadena, forman parte de una historia que les llevará al más allá de la libertad final. Habitando en la comunidad de una manera consciente, en dimensión de gracia compartida –don de Dios- y en diálogo de pan y de la palabra.

Se ha dicho a veces que la verdadera patria de los seres humanos es su idioma y la capacidad de vincularse con él, con otras personas compartiendo una cultura.
 
Pues la patria de muchos cristianos –y de otros grupos religiosos- es  su oración comunitaria, como expresión de diálogo personal que se condensa en los símbolos del pan de la eucaristía.

 
 
Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.


(Este material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)

viernes, 21 de septiembre de 2012

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - ¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?

¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?
25 Tiempo ordinario (B) Marcos 9, 30-37
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que "no le entendieron y les daba miedo preguntarle". En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: "¿De qué discutíais por el camino?". Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí...acoge al que me ha enviado".
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
 
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

ORACIÓN PARA EL DÍA INTERNACIONAL DEL ALZHEIMER


Señor y Padre bueno, que nos amas y nos buscas.
En la humanidad de vida de la que participamos,
en muchas ocasiones tenemos que enfrentarnos
a la degeneración del cuerpo y la mente
por causa de la enfermedad.

Permite Padre de bondad,
que al llegarnos a esta prueba como enfermos,
seamos asistidos por Tí
en el submundo en el que nos encontremos.

Como enfermeros,
asistenos con tu Espíritu
para no desfallecer en la tarea
del cuidado del enfermo.

No perdiendo de vista
la amorosidad y el respeto,
como garantias de toda vida humana.

En el desaliento,
ofrecenos las palabras oportunas
de aliento y las fuerzas necesaria,
para entre todos,
poder vivir el día día,
superando la enfermedad
con esperanza de vida eterna.

Te lo pedimos por Jesús,
el sanador de esperanza y de vida, Amén.

Autor: Floren de Estepa.

jueves, 20 de septiembre de 2012

LA ORACIÓN II. 3.DISPOSICIONES PARA ORAR 3.3 CAMINO


3. Disposiciones para orar
3.3 Camino
Es una de las palabras más utilizadas en la Biblia de Jerusalén ya que se encuentra en 682 ocasiones a lo largo de todos los setenta. En sentido propio, camino indica la dirección hacia un punto determinado o el espacio que hay que recorrer para llegar a él.
 
No podemos esperar de la Biblia una descripción de camino en cuanto a determinadas vías de comunicación, pero si advertimos como camino, el sentido según el cual se denota el modo de obrar, o el plan de Dios y también la conducta moral del hombre.
 
En el AT la vida del hombre se presenta como una marcha, un camino hacia Dios y con Dios. Como hemos dicho en varias ocasiones, la Biblia, como historia de salvación del hombre, es un continuo caminar de este hacia Dios. Hacia delante o hacia atrás, ya que no siempre estamos de Dios, todo lo cerca que este quisiera.
 
Por ello en Abraham tenemos el mejor ejemplo de los que se ponen en camino. Si el carácter nómada de esta gran familia encarnada en la persona del patriarca, se caracteriza por el camino constante que hacen en busca de pastos para el ganado (o sea, por el sustento como única orientación); luego será Dios el que les invite a ponerse en camino, pero en camino hacia Él.
 
Realizando un recorrido que les llevará hasta la tierra prometida, no sin pasar antes por un sinfín de experiencias muy variadas.
Génesis 12,1 El Señor dijo a Abrán: "Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te indicaré. 12,2 Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una bendición: 12,3 Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por ti serán bendecidas todas las comunidades de la tierra".
 
Dios le deja entrever a la comunidad Abrahámica, que la meta de su andar continuo es Dios y no el mero sustento. De sustentarlos se encargará él, ya que en su revelación, le advierte de su permanente asistencia. “Te bendeciré, yo te indicaré, haré de ti, maldeciré a quien te maldiga…etc”.
 
Dios anima a caminar pero garantiza su presencia en el camino de la vida del hombre. Ese camino de vida que es nuestra vida y la vida de cada humano.

Por ello si admitimos que para estar atentos a la llamada de Dios, o a los cambios experimentados, hay que estar expectantes para saber que quiere Dios de nosotros ante nuestra disponibilidad; -digo que- si para todo esto es preciso –aunque no necesario- el silencio; la misma oración de escucha que contemplamos en los dos puntos anteriores, en esta ocasión suscita una respuesta continuada, de manera que se expresa y ratifica en una acción personal.
 
El orante ya no se introduce en el silencio sin palabras, en el vacío sin figuras (donde orar es no-hacer y dejarse en lo divino), sino que escucha la voz del Dios que le envía para que cumpla su mandato en la vida del mundo, asumiendo desde la convicción de creyente, la vocación a la que Dios le llama y sea la que sea. Por eso, el diálogo religioso se vuelve compromiso histórico en cuanto que ese diálogo de aquel día es punto de partida para caminar, no durante ciertos días, sino durante una vida entera.
 
Con la ayuda de Dios, en la guerra del mundo, el orante se pone al servicio de la paz y del evangelio. No penetra en sí para perderse en Dios, sino para escuchar su voz y ponerse en movimiento, volviéndose profeta o mensajero.
 
Teniendo siempre presente como principio inviolable el evangelio.
¡Evangelio, evangelio, evangelio!. Todo lo demás en inventado por el hombre.
Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández. Estudiante de Teología Cristiana.

(Este material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

SILENCIO FASCINADO POR DIOS

Buen día a todos y a todas. Hoy me tomo una libertad.
Publico aquí una reflexión esplendida sobre el silencio, con la cual estoy plenamente de acuerdo.
Además, os regalo una imagen del Monte "Hacho", al abrigo del cual está mi pequeña aldea donde tengo mi retiro. La Quietud de esa montaña, la Serenidad de su silueta, la Armonia de su naturaleza a la cual pertenecemos.
Creo que de intentar o ser mas silenciosos, obtendríamos frutos de más consideración.
Abrazos y buen día.
p.d. Espero no te moleste Hno. Abdón.
 
 
El silencio monástico no es sólo silencio exterior. No es “insonorización de un espacio”, control de ruidos molestos; no es tampoco técnica terapéutica, vida tranquila, contacto sereno con la naturaleza. Es antes que nada silencio a solas ante Dios. Es ponernos en contacto con lo profundo de nuestro ser, callarnos ante la inmensidad de Dios, adentrarnos confiadamente en su Amor insondable, quedar sumergidos en ese Misterio que no puede ser explicado ni hablado, sólo venerado y adorado. Silencio es entonces acallar los ruidos y solicitaciones que nos llegan desde fuera, acallar sobre todo el ruido de nuestro propio yo con su cortejo de ambiciones, miedos, orgullos y autocomplacencias, para no perdernos la presencia oscura y a la vez luminosa, tremenda y fascinante, pero siempre inconfundible, amorosa y tierna de quien existe sosteniendo y envolviendo nuestro ser.

El silencio monástico no es un silencio ateo. Es silencio lleno de Dios. Es acallar mi ser ante él para reconocer humildemente mi propia finitud : “Yo no soy todo, no lo puedo todo, no soy la fuente ni el dueño de mi ser”. Callarse ante Dios es entonces aceptar ser desde esa realidad misteriosa; acoger con confianza ese misterio que fundamenta mi ser; descubrir con gozo que hay “algo más”, más allá de todo, algo que me transciende pero que está ahí, fundando y sosteniendo la realidad; saber que puedo vivir de esa “Presencia fundante”. Este enraizamiento en Dios, ¿no debería ser el rasgo nuclear del silencio monástico en medio de una sociedad superficial que va separando a tantas personas de esa Realidad suprema que fundamenta su ser?

Pero el silencio monástico ha de ser además hoy “fascinación” por Dios. El silencio de quien se siente fascinado, seducido, atraído por el misterio de Dios. El silencio de quien ha descubierto que en Dios se encierra lo que de verdad anhela el corazón humano. El es el único que puede curar ese vacío último del hombre, que nada ni nadie puede llenar. El monje lo sabe. Ha encontrado aquello de lo que se puede vivir. Ya no lo abandonará por nada ni nadie. Permanecerá en el que es fuente de toda vida. Esta fascinación por Dios es decisiva en esta época de hipersolicitación y seducción de los sentidos.

De ahí se derivan otros rasgos que, a mi juicio, han de configurar hoy el silencio monástico. En esta sociedad de consumo de cosas y profusión de ofertas, el monje no busca “algo” en su silencio, busca la presencia del amado. No quiere nada de él. No quiere cosas. Le quiere a él. Estar junto a él. Vivir con él. Por decirlo de alguna manera y en términos tal vez más seductores en nuestros días, se trata de tocarle a él, sentir su vida caliente en nosotros, disfrutar y padecer su presencia amada, sentirlo latiendo en lo más hondo de nuestro ser. En esta época de “moda plena” y de cambio permanente, parece que al monje se le ha de hacer duro y costoso salir de ese silencio. Es cierto que también el monje sentirá su fragilidad y su impotencia para permanecer en silencio ante Dios. Pero aún entonces la fascinación se convertirá en añoranza, deseo y anhelo de Dios, sin diluirse en una vida de dispersión en lo efímero.

En el centro de este silencio y como impregnándolo todo está el amor. Se le ha llamado de diversas formas: “llama de amor viva”, “excitación ciega del amor”, “desnudo impulso del deseo”, descubrimiento de “la música callada”[14]. Cuanto más fuerte es el amor más profundo es el silencio y más honda la fascinación. Con este silencio, vivido muchas veces de manera pobre y vacilante, la vida monástica introduce en la cultura actual una “ruptura de nivel”, que permite vivir una experiencia diferente que está más allá de otras vivencias centradas en la utilidad, el pragmatismo, la seducción, la modas, o el consumismo[15]. Viviendo en silencio ante Dios, las comunidades monásticas apuntan hacia lo eterno en un mundo que vive en el cambio y la moda permanente; son signo de lo profundo en medio de una sociedad sumergida en lo efímero y superficial; son testigos de lo único absoluto en una cultura volcada sobre lo múltiple e intranscendente. Estas comunidades calladas, vueltas hacia Dios, cuestionan, interrogan, inquietan y evangelizan el mundo contemporáneo.


Hno. Abdón. Monasterio de Sta. María de las Escalonias. Hornachuelos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

NO PERDAMOS DE VISTA LA ESPIRITUALIDAD


No perdamos de vista la espiritualidad

Desde la tarde del sábado en que acabé de trabajar, hasta esta noche de domingo en que escribo estas letras, estoy sumergido en un retiro absolutamente contemplativo. Ello no me lleva a la ignorancia de las circunstancias. Basta acceder a cualquier medio de comunicación posible, para encontramos de pleno la realidad de la cruenta crisis y sus consecuencias. Recortes o ajustes por doquier.
Estrecheces y pánico ante el crecimiento de las necesidades básicas entre la ciudadanía. Desesperación por la incertidumbre que el futuro –aun por escribir- nos augura...etc. Puede que a estas circunstancias, a los creyentes se nos pueda sumar la desazón por causas personales o que afectan a la credibilidad de nuestra Iglesia, y que minan el sentido de comunión y la necesidad de revelarse igualmente.
Esto es humano, nos entristecemos, nos abrumamos, sentimos miedo en muchos casos, y siempre acaban soportando las consecuencias, aquello que nada o poco tiene que ver con el asunto. ¿Cuántos creyentes se han alejado de Dios y del evangelio de Jesucristo? De la iglesia se han alejado miríadas, pero ¿tiene culpa Dios del ritmo del timón y de los desatinos de la Iglesia? No tiene culpa, pero paga la culpa; pues hay aun en la sociedad una conciencia equivocada de anexionar Dios e Iglesia de una manera indisoluble.
Cuando es una realidad probada, el que en muchos casos, son decisiones puramente humanas las que marcan la pastoral de la Iglesia y lo que no es pastoral. No ahondo más en el tema, pues no pretendo juzgar. Lo que abordo aquí, es la necesidad de no dejar de seguir las huellas de Jesús de Nazaret y continuar desplegando una vida espiritual, que nos haga estar en sintonía con el mundo, desde nuestro papel de creyentes convencidos.
“Sería muy sospechosa una mística que pretendiera ir directamente a Dios y que no pasara por el culto de la humanidad de Cristo […]”, dice el moralista Häring. Porque si bien Dios se hizo carne en Jesús, revelándose al mundo como hombre e Hijo de Dios; fue por el único deseo de que los hombres y mujeres de este mundo que deseamos –o están abiertos a- seguir a Jesús, encontremos en Él un espejo en el que mirarnos y cerciorarnos de que es posible, ser semejantes a Él ante los ojos de Dios.
Y reconociendo esta realidad, solo nos queda buscarle en los signos y realidades sacramentales por medio de los cuales se hace presente, como presente se hace en cada ser humano que de manera directa o indirecta, se relaciona con nosotros. Ahora bien, la contextualización del cristianismo no puede reducirse al cumplimiento de lo anteriormente desarrollado, explícitamente con personas concretas y solo en determinados momentos. No es esta práctica –la de la vida cristiana-, solamente un mero mecanismo que nuestro aparato locomotor pone en marcha ante una urgencia determinada.
Valga el ejemplo de ayudar a esa persona que ha caído al suelo. La vida cristiana, implica un proceso de crecimiento continuo y determinarte, que nos lleve constantemente tanto a desvelar el rostro de Jesús entre nosotros, como al aprendizaje continuo de su Palabra revelada y otras enseñanzas que nos puedan acercar a Él, para edificación de nuestra construcción personal y espiritual. Hoy leo esta cita reveladora: “Antes de ser Cristo, Jesús es la verdad. Si nos desviamos de él para ir hacia la verdad, no andaremos un gran trecho sin caer en sus brazos” (Simone Weil, filósofa francesa)
Y, ¿qué es la verdad? Lo que tu corazón cree verdadero. Antes que nada, por un sentido inherente a nuestra condición nos aferramos a lo tangible, a lo seguro, a nuestra realidad. Y es precisamente en ese campo de la dimensión personal de cada ser, donde debemos de comenzar y no dejar de seguir a Jesús. Apreciándole en lo sencillo, en lo cotidiano. Dejándonos interpelar por Él, a través del silencio el viento o la quietud de un ambiente determinado. Contemplativos, ¿por qué no? ¿Te dejas interpelar por “esa chispa de fuego celeste que es la conciencia” (George Washington),  a través de la cual Dios te habla?
Creo sinceramente, que merece la pena no renunciar a una vida espiritual, por medio de un camino en el cual podamos con asiduidad o esporádicamente, pararnos y centrarnos en nuestra intima relación DIOS=YO=MI REALIDAD. Quizás para modificar esa última dimensión de “MI REALIDAD”, demasiado centrada en sobre protegernos de los demás y de agentes externos que nos desestabilicen. Como cristianos debemos superar ese posible retraimiento y abrirnos a la fraternidad, aun a costa de nuestra seguridad (Isaías 50, 5-9ª).
De mano de un amigo trapense rescato esta suculenta frase de Thomas Merton. “Huyamos de nuestro aislamiento para darnos cuenta de que Alguien habita en el centro de nuestro ser, quiere escuchar con amor, todo lo que ocupa y preocupa a nuestras mentes”. Hablo de contemplación. ¡Sí, de vida contemplativa! Como laicos, dejemos de lado el concepto clausura pues tiene connotaciones específicas para la vida monástica. Pero el aspecto místico y contemplativo, es algo de lo que no debiera faltar en la vida de quien dice seguir las huellas de Jesús.
Contemplación eucarística ante ese alimento sagrado que nos llama a compartir y servir, contemplación en la naturaleza que nos mima, ante la Palabra que desea hablarnos, con la comunidad o el grupo de amigos y amigas. Cultivando el espíritu, entiendo que podemos llegar a la plena realización de la simbiosis alma –espíritu/conciencia- y cuerpo. “Y por lo mismo su armonioso desarrollo, queda asegurado por el seguimiento de Cristo. Cristo se nos presenta como un hombre enteramente espiritual y entregado al Padre, y también humanamente sensible y abierto a todos los sufrimientos del mundo; absorto en la adoración al Padre y en la admiración por los lirios del campo” (Bernhard Häring. Ley de Cristo I).
Recalco, “humanamente sensible”. Para quienes no entiendan el sentido o los frutos de la vida u oración contemplativa, baste decir que esta será necesaria y precisa en el mundo y en la Iglesia, mientras la sensibilidad sea un valor en alza entre los humanos. Sensibilidad de sentirte parte. De sentirte interpelado y actuar en el momento preciso. Sensibilidad con el medio que te rodea respetando la naturaleza y optando por el desarrollo sostenible, ante un planeta que está casi agotado.
Sensibilidad ante toda causa personal o general, que de cerca o de lejos, nos hace alegrarnos de corazón o adolecernos hasta nuestras mismas entrañas. ¡Que nos importen los demás en definitiva! El de Nazaret, continuamente nos invita a que vayamos a él con todas nuestras energías. “El se dirige a todo hombre y mujer: inteligencia y voluntad, afectos y corazón”. (Häring, Ley de Cristo I) Para que no cejemos en el empeño de pertenecerle. De dejarnos influir y actuar según su Espíritu, para ser cristianos que además de trabajar por sus afanes, son capaces de desplegar la sensibilidad activa, solidaria y amorosa de la vida espiritual. El Espíritu es vida y la vida está en ti.

Saludos fraternos.
atte. Florencio Salvador Díaz fernandez, estudiante de teología cristiana.

jueves, 13 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila Doctor de la Iglesia



Los restos de San Juan de Avila, descansan en un Templo de la localidad Cordobesa de Montilla, a unos 35 Km de Estepa. Este templo ha sido declarado basilica por el Papa Benedicto XVI.

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - TOMAR EN SERIO A JESÚS

TOMAR EN SERIO A JESÚS
24 Tiempo ordinario (B) Marcos, 8,27-35

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: "¿Quién decís que soy yo?". En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: "Tú eres el Mesías". Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios y los discípulos lo siguen para colaborar con él.
Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús "empezó a instruirlos". No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco.
 
Desde el principio les habla "con toda claridad". No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento lo acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final, será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Sólo al resucitar se verá que Dios está con él.
 
Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para "increparlo". Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer comprender a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.
 
Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartar a las personas de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos e increpa literalmente a Pedro con estas palabras:"Ponte detrás de mí, Satanás": vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. "Tú piensas como los hombres, no como Dios".
 
Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No las han de olvidar jamás. "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga".
 
Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa.
 
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

lunes, 10 de septiembre de 2012

REFLEXIÓN TRAS EL 32 CONGRESO DE TEOLOGÍA "MERCADO, CRISTIANISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES". MADRID, SEPTIEMBRE DE 2012


Poner la mano en el arado

Me atrevo a decir, que pudiera bastar esta frase para desde mi punto de vista, definir las conclusiones del 32 Congreso de Teología, sobre “Mercado, Cristianismo y Movimientos Sociales”.
¿Acaso piensas que Arado debo corregirlo por timón? Poner la mano en el timón.
No sé. Creo que esta mejor como está, porque el timón nos puede llevar a similitudes con la barca de Pedro, y quizás al insufrible: “tú que has venido a la orilla” y otras hierbas. Y no está la cosa para cantar, como nos dijo el amigo Pagola.
No está la cosa para cantar, al menos mientras la consecución de nuestra vida cristiana, nuestras obras y nuestro proyecto personal, no pase por poner nuestra mano ahí, junto a la de los otros y otras, y empujar con fuerza el espigón de la yunta hasta que las manos se nos encallezcan; para que al introducirse en la tierra, la abra en canal y esté presta para la siembra.
Siendo así, colaboraremos en el Reino, colaboraremos en la humanidad, en la justa marcha de la vida. Seremos mano de obra efectiva, solidaria ¿y por qué no fraterna? Que por una causa digna, se presta al digno trabajo y a la digna tarea de ayudar a los que viven cerca o lejos de nosotros. Todo lo alienta el Espíritu de Dios, mis queridos hermanos y hermanas. Lo dice alguien que escudriña el silencio y se deja interpelar por él.
Este congreso ha sido un grito de aclamación, en favor de la racionalidad en la economía, la política y la coherencia de todos aquellos y aquellas, que dicen seguir las huellas del de Nazaret. Y este Espíritu, por boca tanto de los ponentes como de los que nos hemos enriquecido con sus enseñanzas y experiencias, ha zarandeado tanto la concepción generalizada de economía y mercados a nivel global, como la economía personal de cada uno y su respuesta ante el ritmo que nos imponen los mercados y sus implacables determinaciones sedientas de dividendos.
 

Ambas dimensiones tanto globales como personalizadas, son igualmente realidades en los mundos hermanos desarrollados o subdesarrollados. Mundos que llevan tanto tiempo llamando en las puertas de los países de primer orden, gritando una oportunidad solidaria para ponerse en valor a sí mismos, que ahora nos pudieran decir: -disfrutad de la crisis y apreciad las cosas cuando se pierden, pues largo me lo fiáis.
No así, desde luego. África y Latinoamérica, son ahora más hermanas que nunca, pues compartimos la desazón por un mundo más justo y más justamente compartido. De estos países, nos llega un desaforado amor a la tierra a las raíces, al sentido amoroso-ecológico de la vida. Nuestro mundo, aun a pesar de tradiciones regímenes impuestos y decadente sistemas amparados en la historia y en la solidez de sus principios, según el lucido Dusell, nada parece lo que es.
Solo lo tangible y evidente, como el hambre, la desigualdad y las interferencias de los intereses económicos; debiera ser suficiente para movilizarnos y exigir incluso fuera de lo parámetros del cristianismo, un mundo en el cual se considere como capital de primer orden, la dignidad de la persona.
La dignidad del sujeto, que es causa del amor y la dignidad del propio Dios, que desde Jesús se nos revela en la realidad cotidiana y personal de cada hombre y cada mujer. Y no desde ninguna otra realidad. Y esa humanidad, tiene una residencia universal, en la cual estamos y por la cual caminamos, la Tierra. Ella nos lanza constantemente un grito de agotamiento, que nos llama a ser responsable con nuestro medio, con el medio de más allá y sobre todo con los habitantes de ese medio, que solo saben de vivir con lo puesto, en amor y armonía con esa tierra fecunda que nos grita y nos llama.
Por ello, desde este congreso al que hemos asistido y participado, hemos apostado por lo social. Por la acción social y pública, como mejor vehículo para llegarnos al que está efectivamente necesitado de… Son muchos los movimientos sociales, sobre todo en los grandes núcleos poblacionales, aunque no son estos agentes sociales los únicos llamados a la acción social. Por encima de todo, continuemos descifrando el rostro de Jesús entre los necesitados, sea cual fueren sus necesidades.
Prestemos la atención que requiere a los mensajes llegados desde los palacios episcopales, pues en muchos casos no se fundamentan en la realidad necesaria de los pobres –objetivo primordial de la Iglesia de Jesús-, ya que “para hablar de los pobres hay que conocerles y hay que amarles” (J.A.Pagola).
Siendo conscientes de esta realidad revelada en Jesús y por revelar en cada ser humano; sabremos prestar manos, brazos y corazón, a toda persona que esté donde esté, tanto en la ciudad como en el pueblo o en el barrio, es objetivo de nuestra acción humana y solidariamente efectiva.
Somos muchos los invitados a asistir a la viña y aun más los que decimos ir. ¿Iremos realmente? ¿Estaremos allí junto al hermano y hermana que nos necesita? ¿Tendremos miedo?
Sí, yo el primero… pero no olvidemos a Pedro desde la cercana lejanía (permitidme el oxímoron), “QUIEN DIJO MIEDO HABIENDO PASCUA”. Desde Estepa, Andalucía, un abrazo personal e inmenso para todos y para todas.