CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

sábado, 27 de abril de 2013

CONVERSANDO CON EL SEÑOR, SOBRE DOS AMIGOS QUE SE AMAN


Conversando con el Señor, sobre dos amigos que se aman.


Señor Jesús, el mundo en que vivimos, verdaderamente parece que se hubiera vuelto loco de remate, pues cada día asolan nuevos desastres. 
¿Donde está el amor, en cada una de estas circunstancias? Aun así, Señor, el amor existe en el mundo, como fundamento mismo de la vida, como aliciente en las relaciones personales y como fuente del que se siente hijo tuyo.

Hoy, Señor, dos amigos en la plenitud de sus vidas deciden darse un sí de amor junto a todos aquellos que les quieren. Aun cuando muchos se atrevan a pesar su amor, pretendiendo apartar a un lado el amor no tradicional; nosotros de tus labios reconocemos que Dios es amor y con eso nos basta (1 Juan 4,16).

Por ello Señor, en esta conversación contigo, quiero darte gracias por el amor de Juanmi y Manolo, ya que su amor es un motivo para convertir en fiesta, esta vida que nos diste.
Te damos gracias, por haber sembrado en el hombre algo más fuerte que la muerte, el amor; el de amigo a amigo, el de padre a hijos, el de hombre a mujer.
Por el amor tiene sentido la vida y el mundo, y la misma muerte.
Gracias, Padre, por la capacidad de ternura y entrega que has puesto en el corazón humano.

Gracias, porque así podemos hacer el camino de la vida en compañía.
Gracias, porque el amor sin limites, que manifestaste en Jesucristo, lo has escondido en lo más profundo del  corazón humano.
Por eso, Señor, al tener esta tarde esta conversación contigo; igualmente hago la acción de gracias por el amor de Cristo a toda la humanidad, e igualmente doy gracias  por el amor de estos dos amigos.

Envíales, Señor, tu Espíritu para que les acompañe junto con sus familiares y amigos en el camino de la vida; en sus proyectos e ilusiones.
Si su amor se vistiera de incomprensión de congoja o desesperanza, enséñales la luz de tu vida, que es esperanza para el mundo.

Su amor florecido es manantial fecundo que se vierte en cada uno de los que los queremos.

Acompáñales siempre Padre Santo, para que su ternura, renacida, se despliegue en amor preocupado hacia los otros. Así serán ejemplo, testimonio, manos que abracen en tu nombre y personas que por amar y ser amados, sean dignas de todo respeto por ser hijos tuyos de pleno derecho.

Con ellos, y con todos los que junto a ellos celebran esta alegría de la vida, estés Tu, Jesús; el humano por antonomasia, y el hijo unigénito de Dios.
Así sea.

jueves, 25 de abril de 2013

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - AMISTAD DENTRO DE LA IGLESIA


28 de abril de 2013 5 Pascua (C)
AMISTAD DENTRO DE LA IGLESIA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

Es la víspera de su ejecución. Jesús está celebrando la última cena con los suyos. Acaba de lavar los pies a sus discípulos. Judas ha tomado ya su trágica decisión, y después de tomar el último bocado de manos de Jesús, se ha marchado a hacer su trabajo. Jesús dice en voz alta lo que todos están sintiendo: "Hijos míos, me queda ya poco de estar con vosotros".
Les habla con ternura. Quiere que queden grabados en su corazón sus últimos gestos y palabras: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que os conocerán todos que sois mis discípulos será que os amáis unos a otros". Este es el testamento de Jesús.
Jesús habla de un "mandamiento nuevo". ¿Dónde está la novedad? La consigna de amar al prójimo está ya presente en la tradición bíblica. También filósofos diversos hablan de filantropía y de amor a todo ser humano. La novedad está en la forma de amar propia de Jesús: "amaos como yo os he amado". Así se irá difundiendo a través de sus seguidores su estilo de amar.
Lo primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a amigos: "No os llamo siervos... a vosotros os he llamado amigos". En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como amigos y amigas. Y entre amigos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos.
Por eso, Jesús corta de raíz las ambiciones de sus discípulos cuando los ve discutiendo por ser los primeros. La búsqueda de protagonismos interesados rompe la amistad y la comunión. Jesús les recuerda su estilo: "no he venido a ser servido sino a servir". Entre amigos nadie se ha de imponer. Todos han de estar dispuestos a servir y colaborar. 

Esta amistad vivida por los seguidores de Jesús no genera una comunidad cerrada. Al contrario, el clima cordial y amable que se vive entre ellos los dispone a acoger a quienes necesitan acogida y amistad. Jesús les ha enseñado a comer con pecadores y gentes excluidas y despreciadas. Les ha reñido por apartar a los niños. En la comunidad de Jesús no estorban los pequeños sino los grandes.
Un día, el mismo Jesús que señaló a Pedro como "Roca" para construir su Iglesia, llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: "El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí". En la Iglesia querida por Jesús, los más pequeños, frágiles y vulnerables han de estar en el centro de la atención y los cuidados de todos. 
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

domingo, 21 de abril de 2013

YO PASTOREO, TÚ PASTOREAS, ÉL PASTOREA, NOSOTROS PASTOREAMOS, VOSOTROS... ELLOS...

COMPLETAS.

Aunque pudiera serlo, no es causa del fracaso de la predicación, que hábilmente ha comentado en más de una ocasión mi buen amigo José María Castillo (Doctor en Teología); es que muchos sacerdotes y muchos laicos, frente a la liturgia de la Palabra de este fin de semana, comenten el error de interpretar en clave ministerial o más bien presbiteral, el evangelio del buen pastor.
Nada más lejos de la realidad, opino yo humildemente. El pastoreo era una de las profesiones más humildes y más alejadas de la aristocracia en tiempos de Jesús. Las familias reunidas en clanes familiares o pequeños núcleos poblacionales, tenían ganado en pequeñas porciones, según sus posibles.

Es completamente ilógico, que sin pensar Jesús de Nazaret ni si quiera en fundar una nueva religión, se le ocurriera asemejar el poder del estatus -por ejemplo sacerdotales-, con la humilde tarea del pastoreo.
Este evangelio de hoy, es una catequesis sobre el testimonio dentro del mundo, siendo del mundo y ESCUCHANDO AL MUNDO.
Las ovejas escuchan la voz. Las ovejas son unos animales huidizos, de costumbres y con sentido de grupo. Jesús las compara con todos aquellos que o bien se prestan a seguir a Jesús; o respecto de aquellos que pueden tener ocasión de estar, ser o responsabilizarse de una circunstancia concreta, a los cuales compara con el pastor.
El pastor, no solo es el Señor, ojo. 
Porque desde esta perspectiva y por delegación episcopal, la iglesia considera que son los presbiteros -los ministros ordenados- los herederos de esa tarea. Y tal consideración concretada en los sacerdotes, es un desproposito tal, que se enfrenta con la realidad incontestable de que Jesús de Nazaret, no ordeno a mujeres sacerdotes, pero tampoco ordeno a hombre alguno, ni si quiera por asomo.
Y el "tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia". Tengamos claro que es una maxima tambien repetida por Jesús a todos los creyentes, y además debemos saber que la palabra Iglesia, fue introducida en el texto joanico, más de cien años después de su redacción.
Por ello, ¿pastores? todo aquel que sea consciente de sus posibilidades, de su luz y de su compromiso. Hombres, mujeres, jóvenes y tambien niños, los cuales nos dan a los mayores en muchas ocasiones,motivos para aprender.
Jesús nos pide a los cristianos labor de calle. Atención para escuchar y sobre todo, una conciencia preclara, para advertir la injusticia y estar como pastores y ovejas, atentos al clamor o a la expresión de la gente.
¡Feliz pastoreo semanal!
Buenas noches.

jueves, 18 de abril de 2013

FLASH DE FLOREN PARA EL EVANGELIO DE MAÑANA

+ Oficio de Completas

Sobre Jn 6,52-59.



Continua la comunidad "joanica" como buenos catequistas, enseñándonos las características de aquellos que dicen ser de Jesús, o admiten vivir junto al resucitado.
Este viernes continuamos con el pan vivo, pan del cielo. Se nos da una pista nueva en este evangelio de por donde van los indicios: "un pan nuevo, no como el que comieron vuestros padres y murieron" (vv.58b). Este anuncio es relativo a la diferenciación sobre las economías de la salvación. Por ser didáctico, la antigua -la de aquellos padres- se basaba en el cumplimiento de la ley de Dios, considerada ley como voluntad de Dios. O la cumplías  o eras un facineroso. La segunda economía es la que instaura Jesús, desde el amor, y el testimonio de la entrega.
Ese estilo de vida en forma de pan, es al que Jesús nos invita.
El maná, aquella escarcha caída durante la noche y que se convertía en sustento para la jornada, fue util en un momento de la vida del pueblo de Israel.
Hoy se nos invita a algo más profundo. Vivir simplemente, con el único anhelo de ser luz.
Buenas nochea.
Ahora Señor según tu promesa...

lunes, 15 de abril de 2013

REVIVIR LA NOVEDAD DE AMAR


Cuando se revive la novedad de amar
La situación de los divorciados, lo que les lleva a dar ese paso, es algo asumido por toda la sociedad actual. 
Además el divorcio está tan institucionalizado como el matrimonio. Lejos de analizar las causas, pues son muy variadas, convendremos todos en que en estos contextos hay parejas que viven su situación como casuística y sujeta a vaivenes, y hay parejas que viven su nueva relación de divorciados desde la novedad de volver a amar, y además hacerlo en plenitud. 

Todos sabemos que nuestra muy católica Iglesia, jamás reconoce ni en el fondo y mucho menos en la forma, otro amor que se aleje de la forma contractual y establecida como matrimonio canónico. Ni que decir tiene, que toda esta enseñanza magisterial deja mucho que desear, pues llega incluso a anular los efectos del sacramento del amor y la fraternidad compartidos, que va mucho más allá del matrimonio como sacramento de vida; ya que este de por sí es nulo, desde el primer instante en el que el amor se extingue entre los cónyuges. 
“Lo que Dios ha unido, no puede separarlo el hombre”, es la fórmula establecida a modo de sentencia para legitimar un matrimonio. 
Esto no es una realidad, todos lo sabemos. Es una contradicción más de nuestra Iglesia, ya que por causa de un costoso proceso jurídico –que pocos pueden pagarse-, es muy probable el obtener la nulidad matrimonial. 
Además está el conocido “Privilegio Paulino”, instaurado por el papa Clemente XIII (1-Agosto-1579); por medio del cual los pontífices se arrogan el derecho de anulación del matrimonio por diversas causas. Además algo curioso que anoto aquí. 
Si el matrimonio es el único sacramento que la pareja se administra así misma y les vincula por la profesión de su fe cristiana de por vida; ¿cómo es posible que se admita como sacramental el matrimonio de uno solo de los cónyuges, si por ejemplo el otro cónyuge no es creyente o profesa otra fe distinta? 
Hay muchas otras posibilidades pero solo anoto estas, no para quitar merito a la unión sacramental del matrimonio; sino para dejar patente la cantidad de resquicios canónicos existentes. 
Frente a esto, señalo la grata conversación con un grupo de parejas con miembros divorciados este fin de semana, y me hago eco de la necesidad que estas parejas tienen de que nuestra Iglesia les dé una respuesta fraterna y no las condene de plano al ostracismo. 
Como conocedor del magisterio eclesiástico les cite de memoria el grueso del epígrafe 84 de “Familiaris Consortio” de Juan Pablo II, en el cual se tiene en cuenta a estas personas, pero se les condena de plano a no acercarse a la mesa eucarística a participar del pan. Se les invita a ir a misa para encauzar su salvación, pero se les niega el alimento. 
¿Cómo es posible semejante disposición? Me pregunto cómo se puede pretender abrazar a alguien, cuando sobrevuela una disposición condenatoria y que no está sujeta a laxitud. La suerte de este documento, es que en la práctica no se lleva a raja tabla como tantas otras cosas en la Iglesia, comenzando por los sacerdotes de las comunidades de proximidad, que viven junto a los divorciados y entienden de su angustia y dolor por estas cuestiones. 
Pero llevado a la práctica, implica que ningún sacerdote dentro de la iglesia y a ojos vistas, puede celebrar junto a la comunidad el amor de dos personas si están divorciados; por muy legítimo que sea el amor que se profesen. Pues si es amor, es algo que viene de Dios por muchas vueltas que quieran darle (1Jn4,8). Además, Dios reside en la conciencia de cada cual. 
Y si bien es verdad que este es juez sobre los humanos, lo es en la disposición en que en Él se cree y se confía en su amor y en su enseñanza. “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien […] en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla” (Gaudium et Spes nn16. Dignidad de la conciencia moral). 
Es por ello, que estas personas que aman y para las que es una alegría vivir la novedad de amar, iluminan sus vidas y sus realidades desde la fe cristiana, según las luces que el Espíritu de Dios les confiere. Sin menoscabo de la integridad de nadie, pues cada hijo e hija de Dios es portador de la propia dignidad que el Padre les otorgó al darles a luz para la vida del mundo. 
¿Quién amará como el profeta Oseas, que amó durante toda su vida a su mujer adultera? (Os3,1) Eso nadie lo sabe, pues pocas cosas hoy día se pueden emprender con anhelos de eternidad. Pero cuando se ama de una manera sincera y comprometida, al menos no se pone límite al amor, sino que todos desean que se perpetúe a través de los días, hasta la consecución del mismo y su culmen absoluto. 
Acabo. Estas parejas y estas personas, se merecen una pastoral más amplia e inclusiva en nuestra Iglesia. Porque si se aman y no se reconoce este amor, se falta a una parte importante de la realidad de Dios en la vida de las personas. 
Si los englobamos en el grupo de los pecadores, seamos conscientes de que nadie se saldrá del mismo, pues todos estamos sujetos a esa debilidad al decir “NO” a Dios en algún momento de la vida. Todo divorcio es doloroso, pero toda vida de pareja es gratificante en el modo en el que se ame. 
Si hay tantos y variados formularios para legitimar el amor, ¿por qué negarse a constatar una realidad social, que por su pureza puede llegar a considerarse en la vida de los protagonistas sacramento de vida si los construyen desde Cristo y en Él? 
Este tipo de hipocresías es lo que aleja a la gente de la Iglesia. 
Amor es amor, y siempre lo será. Se dé donde se dé, y entre las personas que se dé.

domingo, 14 de abril de 2013

La teología de Francisco es la de Amós, más que la de Marx (Juan Arias)


"El papa es más de gestos y símbolos, de ejemplos personales, de denuncias al poder, que de defensa de ideologías ultrapasadas"


A casi un mes de pontificado, los teólogos de la liberación andan un tanto desconcertados con el papa Francisco. ¿Pueden considerarlo o no como uno de ellos? De hecho las preguntas más inquietantes acerca del nuevo papa, el primer latinoamericano, cuna de la Teología de la Liberación, se refieren a su teología.

No es fácil encuadrar la ideología religiosa de Francisco. Los teólogos de la liberación, incluido Leonardo Boff, máximo exponente de dicha teología en América Latina, lo han recibido con un aplauso. Por ahora. Otros mantienen aún sus dudas.
Lo cierto es que cada papa ha expresado un tipo diferente de teología. Ha habido papas tridentinos, tomistas, agustinianos, aristotélicos, enrrocados más en la teología que se elaboró tras haberse echado la Iglesia en manos del Imperio Romano y haber heredado de él pompa y poder, que en la teología pura y llana del evangelio. Que fue la de Francisco de Asís.
Las teologías de laboratorio, que mal rozan lo social se pierden en las famosas discusiones bizantinas y medievales, como la que pretendía saber si los ángeles tenían sexo.
La teología de Jesús de Nazareth fue doble. Con los pobres usó la teología de la felicidad: no soportaba su dolor ni les pedía que se lo ofrecieran a Dios para ganarse el cielo. “Curaba a todos”, dicen los textos sagrados. Y a los muertos los resucitaba. Multiplicaba el vino en las bodas para que siguiera la alegría y no imponía ayunos y penitencias a sus discípulos como hacía Juan Bautista.
Con los poderosos, su teología era diferente. Usaba con ellos la teología de la “denuncia y del ejemplo”. Gritaba al rey “No te es lícito”. Y decía a los suyos: “Los que se visten de seda están en los palacios reales”. El vestía como los pobres.
La forma que Jesús usaba contra lo que el marxismo llama de estructuras injustas, no era ideológica, ni de incitación a la lucha de clases. Era testimonial. Curar a un leproso, cuyas llagas eran vistas como castigo divino, era la mayor bofetada al poder tanto civil como religioso. Como lo era el lavar los pies a los apóstoles.O defender a la adúltera contra los fariseos que pedían su lapidación en nombre de la ley judaica.
Y Jesús poseía, en medio a su fuerte sentido de justicia hacia los arrinconados por el poder, una no menos fuerte fe en que Dios estaría siempre de parte de los últimos y no en los salones del poder. Dios sería siempre la garantía de los pisoteados por las injusticias sociales. La teología del papa Francisco parece nutrirse menos en la esencia de la Teología de la Liberación, que se inspiró, en su nacimiento, en la ideología social del marxismo que ve en las estructuras del poder la causa del mal del mundo.
La teología de Francisco se nutre más en la teología del profeta Amós, aquel pastor que ni siquiera pertenecía a la casta de los profetas y que fue quién con más dureza arremetió contra los mecanismos de explotación y opresión campesina llevados a cabo por los reyes opresores. Amós, sin embargo, arremetió tanto contra las injusticias sociales como contra los pecados de idolatría de su pueblo. Y para él, al final, como para Jesús ocho siglos después, Dios seguiría siendo el verdadero libertador de los oprimidos. No cabía en Amós, ni en el profeta de Nazareth, la moderna teología del ateísmo. Dios seguía siendo el centro de la vida: para castigar al opresor y para proteger al oprimido.
Amós fue llamado el “profeta de los pobres”. Curiosamente como hoy Francisco es llamado el “papa de los pobres”.
En esta vertiente, Francisco se enlaza con una parte de la Teología de la Liberación, que coloca como prioritaria la “opción por los pobres”.
Quizás se distancie de los instrumentos tomados por dicha teología del marxismo para luchar contra la injusticia social.
No en vano, en sus conversaciones con el rabino Skorka, Bergoglio, le recuerda varias veces al profeta Amós y sus invectivas contra los poderosos de su tiempo y la defensa a ultranza de la justicia y de los perseguidos y “triturados” por el poder.
Le dice Francisco al rabino que si los sacerdotes y obispos de hoy “usaran el lenguaje del profeta Amós” la misma Iglesia “se escandalizaría”, dada la dureza de sus palabras contra los opresores de los campesinos pobres de entonces.
A los teólogos de la liberación les gusta Francisco porque pide a la Iglesia que se “manche los pies de barro” en la búsqueda de los más desamparados.
Quizás les guste menos cuando afirma que las ideologías, tanto del comunismo como el capitalismo, son igualemente idolátricas. El comunismo deifica su ideología absolutista y el capitalismo la explotación de los recursos, arrodillándose y haciendo que nos arrodillemos ante el dios del consumo. En abos extremos, Dios aparece ausente.
En Francisco hay más evangelio que ideología; le interesan sobretodo las lágrimas de los oprimidos. Y Dios, para él, como para los profetas bíblicos, sigue siendo la garantía de esperanza libertadora de los pobres.
Francisco es quizás más Amós que Marx, en su lucha contra las injusticias sociales. Para Francisco, la religión, vista y practicada en la línea del profeta Amós, no es el opio de los pobres sino su garantía de redención.
Es posible que las caravanas de pobres de América Latina entiendan mejor la teología “amosiana” de Francisco, enjugador de lágrimas y misionero de periferias, que la teología de la Liberación, que aún habiendo hecho la opción primordial por los pobres, sigue en este continente, más cercana a las clases pensantes que a las que luchan por el pan de cada día.
El arzobispo brasileño, Helder Cámara, gran defensor de los oprimidos, solía decir, criticando al poder: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando les pregunto por qué tienen hambre, me tildan de comunista”.
Tenía razón. El problema es que hoy el comunismo está más preocupado en defender su poder y sus privilegios que en interesarse por qué hay aún gente que sigue pasando hambre.
Quizás sea eso lo que advierta el papa Francisco que está inaugurando en la Iglesia una nueva teología, hecha más de gestos y símbolos, de ejemplos personales, de denuncias al poder con nombre y apellidos, que de defensa de ideologías ultrapasadas.

miércoles, 10 de abril de 2013

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - AL AMANECER


3 Pascua (C) Juan 21, 1-19
AL AMANECER

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA10/04/13.- En el epílogo del evangelio de Juan se recoge un relato del encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos a orillas del lago Galilea. Cuando se redacta, los cristianos están viviendo momentos difíciles de prueba y persecución: algunos reniegan de su fe. El narrador quiere reavivar la fe de sus lectores.
Se acerca la noche y los discípulos salen a pescar. No están los Doce. El grupo se ha roto al ser crucificado su Maestro. Están de nuevo con las barcas y las redes que habían dejado para seguir a Jesús. Todo ha terminado. De nuevo están solos.
La pesca resulta un fracaso completo. El narrador lo subraya con fuerza: "Salieron, se embarcaron y aquella noche no cogieron nada". Vuelven con las redes vacías. ¿No es ésta la experiencia de no pocas comunidades cristianas que ven cómo se debilitan sus fuerzas y su capacidad evangelizadora?
Con frecuencia, nuestros esfuerzos en medio de una sociedad indiferente apenas obtienen resultados. También nosotros constatamos que nuestras redes están vacías. Es fácil la tentación del desaliento y la desesperanza. ¿Cómo sostener y reavivar nuestra fe?
En este contexto de fracaso, el relato dice que "estaba amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla". Sin embargo, los discípulos no lo reconocen desde la barca. Tal vez es la distancia, tal vez la bruma del amanecer, y, sobre todo, su corazón entristecido lo que les impide verlo. Jesús está hablando con ellos, pero "no sabían que era Jesús".
¿No es éste uno de los efectos más perniciosos de la crisis religiosa que estamos sufriendo? Preocupados por sobrevivir, constatando cada vez más nuestra debilidad, no nos resulta fácil reconocer entre nosotros la presencia de Jesús resucitado, que nos habla desde el Evangelio y nos alimenta en la celebración de la cena eucarística.
Es el discípulo más querido por Jesús el primero que lo reconoce:"¡Es el Señor!". No están solos. Todo puede empezar de nuevo. Todo puede ser diferente. Con humildad pero con fe, Pedro reconocerá su pecado y confesará su amor sincero a Jesús:"Señor, tú sabes que te quiero". Los demás discípulos no pueden sentir otra cosa.
En nuestros grupos y comunidades cristianas necesitamos testigos de Jesús. Creyentes que, con su vida y su palabra nos ayuden a descubrir en estos momentos la presencia viva de Jesús en medio de nuestra experiencia de fracaso y fragilidad. Los cristianos saldremos de esta crisis acrecentando nuestra confianza en Jesús. Hoy no somos capaces de sospechar su fuerza para sacarnos del desaliento y la desesperanza. 
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viernes, 5 de abril de 2013

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - DE LA DUDA A LA FE


2 Pascua (C) Juan 20, 19-31
DE LA DUDA A LA FE
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA03/04/13.- El hombre moderno ha aprendido a dudar. Es propio del espíritu de nuestros tiempos cuestionarlo todo para progresar en conocimiento científico. En este clima la fe queda con frecuencia desacreditada. El ser humano va caminando por la vida lleno de incertidumbres y dudas.

Por eso, todos sintonizamos sin dificultad con la reacción de Tomás, cuando los otros discípulos le comunican que, estando él ausente, han tenido una experiencia sorprendente: "Hemos visto al Señor". Tomás podría ser un hombre de nuestros días. Su respuesta es clara: "Si no lo veo...no lo creo".
Su actitud es comprensible. Tomás no dice que sus compañeros están mintiendo o que están engañados. Solo afirma que su testimonio no le basta para adherirse a su fe. Él necesita vivir su propia experiencia. Y Jesús no se lo reprochará en ningún momento.
Tomás ha podido expresar sus dudas dentro de grupo de discípulos. Al parecer, no se han escandalizado. No lo han echado fuera del grupo. Tampoco ellos han creído a las mujeres cuando les han anunciado que han visto a Jesús resucitado. El episodio de Tomás deja entrever el largo camino que tuvieron que recorrer en el pequeño grupo de discípulos hasta llegar a la fe en Cristo resucitado.
Las comunidades cristianas deberían ser en nuestros días un espacio de diálogo donde pudiéramos compartir honestamente las dudas, los interrogantes y búsquedas de los creyentes de hoy. No todos vivimos en nuestro interior la misma experiencia. Para crecer en la fe necesitamos el estímulo y el diálogo con otros que comparten nuestra misma inquietud.
Pero nada puede remplazar a la experiencia de un contacto personal con Cristo en lo hondo de la propia conciencia. Según el relato evangélico, a los ocho días se presenta de nuevo Jesús. No critica a Tomás sus dudas. Su resistencia a creer revela su honestidad. Jesús le muestra sus heridas.
No son "pruebas" de la resurrección, sino "signos" de su amor y entrega hasta la muerte. Por eso, le invita a profundizar en sus dudas con confianza: "No seas incrédulo, sino creyente". Tomas renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo sabe que Jesús lo ama y le invita a confiar: "Señor mío y Dios mío".
Un día los cristianos descubriremos que muchas de nuestras dudas, vividas de manera sana, sin perder el contacto con Jesús y la comunidad, nos pueden rescatar de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, para estimularnos a crecer en amor y en confianza en Jesús, ese Misterio de Dios encarnado que constituye el núcleo de nuestra fe.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

QUE NO NOS FALTE SIEMPRE, EL "SÍ A LA VIDA"

Me envían un email para participar en una Jornada de Manifestación en Sevilla, con el lema "SI A LA VIDA"; según una convocatoria del Papa Francisco.
La verdad es que no acabo de ver la convocatoria del papa al respecto, pero sí he leído la carta pastoral del obispo de Sevilla, el Sr. Pelegrina; conforme a la cual entiendo esta convocatoria. 

Es la conferencia episcopal española -y por ende los obispos de España-, la que alienta esta convocatoria de "SI A LA VIDA".
Dicen los obispos que: “pretendemos que los católicos nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a aquellos conciudadanos nuestros que aceptan acríticamente el hecho del aborto, a los que tenemos que decir que más que un progreso, el aborto es siempre una regresión y el triunfo del más fuerte sobre el más débil. La Jornada quiere ser una invitación a las comunidades cristianas a orar y proclamar el valor sagrado de toda vida humana desde su comienzo en la fecundación hasta su ocaso  natural." 
Al respecto, opino que estoy completamente a favor de la vida. Pero de toda la vida y de todas las vidas. En más de una ocasión he utilizado este argumento propio. Lo que no acabo de ver -aquí está la cuestión-, es la necesidad de la jerarquía católica de criminalizar la opción por el aborto.

"el papa se está dejando en el camino a muchos curas y obispos en la demostración de la fraternidad eclesial y franciscana"

Yo quisiera que todo el mundo naciera a la vida. Y si en esa vida está garantizado el amor y la felicidad, pues mejor que mejor. Si es una vida privilegiada como la de las infantas, reinas o princesitas, pues imaginaos que vida o que "vidorra".
Pero la vida no se elige. La vida llega a todos los lugares, sociedades y circunstancias sean las que sean y cada palo que aguante su vela.
lo que quiero decir es que la gente no aborta, con la solicitud del que va a ver una película al cine. Nadie aborta con alevosía.
Y nos guste o no nos guste -yo opino-, que junto al derecho a la vida prevalece la opción de la madre al querer tener a la criatura.
Y luego a ver si la iglesia se saca de una vez la viga de la hipocresía y deja de decir si a la vida, hasta la edad adulta. Porque cuando alguien en el momento de su vida en que lo considere oportuno decide optar por un modo de vida, una sexualidad y/o circunstancias que se alejan de la ortodoxia católica; entonces comienzas los pros y los contras, de aquellos mismos que otrora dijeron con fuerza ¡¡SI A LA VIDA!!
Yo lo grito con la misma fuerza. ¡¡SI A LA VIDA!! Pero a todas las vidas.
Las actitudes del papa Francisco de momento no van los caminos de las actitudes fanáticas. Y creo que el papa se está dejando en el camino a muchos curas y obispos en la demostración de la fraternidad eclesial y franciscana.
Amigos y amigas, para vergüenza de los cristianos católicos la pena de muerte es justificada en el epígrafe 2266 pag, 498 del Catecismo de 1992. Cuando ese epígrafe sea suprimido, cogeré una pancarta en la cual se diga: "SI A LA VIDA".







lunes, 1 de abril de 2013

ENCUENTRO CON EL RESUCITADO - J.ANT. PAGOLA


ENCONTRARNOS CON EL RESUCITADO 
Domingo de Resurrección (C) Juan 20, 1-9
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

Según el relato de Juan, María de Magdala es la primera que va al sepulcro, cuando todavía está oscuro, y descubre desconsolada que está vacío. Le falta Jesús. El Maestro que la había comprendido y curado. El Profeta al que había seguido fielmente hasta el final. ¿A quién seguirá ahora? Así se lamenta ante los discípulos: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Estas palabras de María podrían expresar la experiencia que viven hoy no pocos cristianos: ¿Qué hemos hecho de Jesús resucitado? ¿Quién se lo ha llevado? ¿Dónde lo hemos puesto? El Señor en quien creemos, ¿es un Cristo lleno de vida o un Cristo cuyo recuerdo se va apagando poco a poco en los corazones?

Es un error que busquemos "pruebas" para creer con más firmeza. No basta acudir al magisterio de la Iglesia. Es inútil indagar en las exposiciones de los teólogos. Para encontrarnos con el Resucitado es necesario, ante todo, hacer un recorrido interior. Si no lo encontramos dentro de nosotros, no lo encontraremos en ninguna parte.
Juan describe, un poco más tarde, a María corriendo de una parte a otra para buscar alguna información. Y, cuando ve a Jesús, cegada por el dolor y las lágrimas, no logra reconocerlo. Piensa que es el encargado del huerto. Jesús solo le hace una pregunta: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?".
Tal vez hemos de preguntarnos también nosotros algo semejante. ¿Por qué nuestra fe es a veces tan triste? ¿Cuál es la causa última de esa falta de alegría entre nosotros? ¿Qué buscamos los cristianos de hoy? ¿Qué añoramos? ¿Andamos buscando a un Jesús al que necesitamos sentir lleno de vida en nuestras comunidades?
Según el relato, Jesús está hablando con María, pero ella no sabe que es Jesús. Es entonces cuando Jesús la llama por su nombre, con la misma ternura que ponía en su voz cuando caminaban por Galilea: "¡María!". Ella se vuelve rápida: "Rabbuní, Maestro".
María se encuentra con el Resucitado cuando se siente llamada personalmente por él. Es así. Jesús se nos muestra lleno de vida, cuando nos sentimos llamados por nuestro propio nombre, y escuchamos la invitación que nos hace a cada uno. Es entonces cuando nuestra fe crece.
No reavivaremos nuestra fe en Cristo resucitado alimentándola solo desde fuera. No nos encontraremos con él, si no buscamos el contacto vivo con su persona. Probablemente, es el amor a Jesús conocido por los evangelios y buscado personalmente en el fondo de nuestro corazón, el que mejor puede conducirnos al encuentro con el Resucitado. 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).