CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 16 de diciembre de 2016

KILÓMETRO 135 - CUENTO DE NAVIDAD

Kilómetro 135 – Cuento de Navidad (*)
-Señora, debe usted de tener un poco de paciencia. Siendo la noche que es, es posible que la grúa no aparezca antes de cuarenta y cinco minutos. Confirmo sus datos. Está usted lejos de la capital, en el kilómetro 135 de la N-71 en la montaña Gris. Asegúrese de que su vehículo está debidamente señalizado con los triángulos de emergencia, colóquese el chaleco reflectante y resguárdese en el interior del coche para evitar atropellos. Teniendo en cuenta la noche que es y que su aviso está dado, le rogamos que en caso de que la grúa se retrase vuelva a llamar a “Teleasistencia en carretera 24H”  transcurrido el plazo establecido. Buenas noches señora Sánchez. 

-Buenas noches señorita. Dijo Julia, y aplicó certeramente el dedo índice en la tecla roja para colgar el teléfono móvil y terminar la llamada.
Maldita sea, pensó. De todos los días que tiene el año y a pesar de lo bueno que había salido el coche, tenía que elegir el viejo Renault aquella noche del veinticuatro de diciembre para dejarla tirada en aquel puerto de montaña, que distaba de su casa la friolera de 147 kilómetros. Y friolera la que hacía fuera en aquel atardecer, pues siendo las seis y media de la tarde casi era de noche. No era mujer dada al nerviosismo ni al susto sin fundamento, pero lo que se decía gracia, gracia; no le hacía ninguna estar sola en aquella cuesta de una autopista tan transitada. Ya en el interior del coche llamó a su esposo para contarle lo ocurrido intentando quitarle todo el hierro posible al asunto. Solo podía esperar a la grúa pues aunque Juan era mecánico, estaba demasiado lejos para acudir en su ayuda. Eso sí, le advirtió su marido. Debía insistirle al gruista para que la llevara a casa y no la devolviera al taller más próximo de la ciudad; pues de ser así no tendría margen para volver a casa en noche buena y un taxi podía costar una fortuna con una carrera de casi 170 km.  Tras colgarle al marido y por matar el tiempo dejando de pensar en su situación, en el interior oscuro del coche se puso a escribir a su hija Marta por “wassap”.
Mamajulia: Marta, oye niña. ¿Embarcaste ya en el avión?
Martahija: nooo, mama. Esto va lento tela. El control de equipajes está fallando y va to mu lento. ¿ya has llegao a casa? ¿¿¿¿no estarás waseando conduciendo???
Mamajulia: No, calla. Oye y escribe bien que te voy a dar una que verás. Para eso te pagamos una carrera en París. Se me ha parado el coche y estoy esperando la grúa en la carretera. Viene en un rato.
Martahija: puaff… vaya plan mami. Menos mal que dejaste la cena hecha sino, veo a papa y los hermanos cenando galletas mojadas en leche…jajaja.
Mamajulia: bueno, tu padre y tus hermanos se podrían alimentar de galletas en leche el resto de su vida. ¡Qué afición a todo lo que se moja en leche, por Dios… jajajaja!
Martahija: jajajaja… me meo de la risa.
Mamajulia: no seas malhablada Marta. Bueno, te dejo que se acercan unos faros grandes y puede ser la grúa, aunque me parece pronto. Dame un toque antes de entrar en el avión. Muaccc.
Martahija: ok. besukis mami July.
A pesar del elevado frío estaba sumida en un sopor parecido al de la siesta de verano, cuando vio por el retrovisor que un vehículo se acercaba lentamente con las sirenas encendidas. Era la grúa, gracias a Dios. En la oscuridad de la tarde noche, ni si quiera pudo verle la cara al conductor, aunque dedujo era bastante joven. Este la apartó a un lado del arcén de una manera poco amable. Ella le dejó hacer mientras colocaba los anclajes de su coche y lo subía en la plataforma trasera.
A los quince minutos Julia estaba sentada en uno de los dos sillones del copiloto de la grúa, que circulaba por la autopista a gran velocidad. Demasiada velocidad.
Joven, le veo conducir demasiado rápido. ¿Tiene usted otros coches que recoger? Pregunto Julia. Pero el chico no le contestó. Decidió intentar otro posible diálogo.
-¿Tiene usted nombre?
El chico pareció pensárselo dos veces antes de contestar. Pero finalmente le dijo que se llamaba Sergio. Cuando la grúa era adelantada por otros vehículos y se iluminaba el interior de la cabina, Julia se dio cuenta de que el chico parecía tener la cara perlada de gotas de sudor, pero con el frío que hacía era bastante probable que sudor no fuera. Estaría enfermo, se preguntó.
Sea como fuere, su pensamiento lo interrumpió el chico cuando le dijo que en menos de veinte minutos estarían en el taller. A Julia se le encendieron todas las alarmas.
-Joven, ¿a qué taller se refiere?
-Al taller de la capital señora. En cuanto lleguemos a la próxima zona de servicio cambiamos el sentido de la marcha y en veinte minutos estamos en la capital.
Julia insistió. –Pero joven, usted debe de llevarme a casa. Es noche buena, los talleres están cerrados y no tengo donde alojarme en la ciudad.
El gruista fue tajante. –Señora, ese no es mi problema. Tengo obligación de llevarla al taller más cercano desde donde su coche se ha quedado parado, y eso es lo que voy a hacer. ¡Y no me mire con esa cara, porque ni por dinero le llevo a su casa! Las cosas son como son y punto.
Julia se quedó atónita ante la agresividad de las palabras de aquel chico que podría ser uno de sus hijos, pero responsablemente pensó que no debía insistir. Puede que el chico tuviera otro tipo de problemas y ella no deseaba ser la diana de los mismos.
Circulaban por la autopista cuando llegaron a la zona de servicio y el chico dijo que pararía un momento para ir al servicio. Así lo hicieron y bajaron los dos juntos. Julia esperó al chico en el vacío restaurante. Cuando este salió al bar desde el pasillo de los servicios, venia tambaleándose y con la cara empapada en sudor. Tuvo que agarrarse a un taburete de la barra para no caer al suelo, por lo que instintivamente Julia salió como un resorte en su busca y le ayudó a sentarse en una silla.
Le preguntó que le pasaba, que si estaba mal –aunque era evidente que sí-, pero el chico respondió enfadado diciendo que estaba bien.
Mira chico, -le dijo Julia intentando mostrarse comprensiva-. Tú no estás en condiciones de conducir. Seguro que tienes fiebre y vienes de vomitar del wáter. Yo quiero irme con mi coche a casa y creo que la aseguradora debe de enviar a otra persona lo antes posible para arreglar esta situación. Mi familia me espera en casa.
El chico miro a Julia con el semblante más triste que Julia viera nunca y le dijo de manera lastimera que a él nadie le espera en casa esa noche. En verdad, ni esa noche ni ninguna otra noche. Julia se quedó atónita ante lo que acababa de escuchar.
El chico se incorporó con la ayuda de Julia y pidió en la barra un “gelocatil”, que el camarero le dio amablemente con un vaso de agua. Después de dirigieron a la grúa con la intención del joven de proseguir su camino hacia la ciudad.
-¡Sergio! Perdona que te tutee pues tienes edad para ser mi hijo, pero tengo que protestar. Dijo Julia enérgicamente. –Tú no estás en condiciones de conducir, y lo único que vas a conseguir es que nos estrellemos con la fiebre que tienes encima. ¡Chico por favor, recapacita!
Pero el joven subió trabajosamente al volante y una vez dentro le dijo que ella tenía dos opciones, o volver con él y su coche a la ciudad o quedarse donde estaba en la zona de servicio. La desesperación de Julia era absoluta. Estaba a punto de darle algo, pues consideraba un suicidio que aquel chico enfermo circulara por la carretera. Se matarían ellos y sabe Dios a quien se llevaban por delante.
Sergio introdujo la llave en la abertura, acciono el mecanismo y arrancó la grúa. Incluso estando sentado, Julia pudo ver como el chico oscilaba un poco de derecha a izquierda por la inestabilidad de la enfermedad que tenia y la fiebre. El chico estaba quieto. Todo estaba muy quieto. El único ruido de fondo era el motor de la grúa.
A Julia le pareció que el chico musitaba algo. Le miró. Sí, estaba diciendo algo en voz muy baja y ella no podía escucharle. Repetía una frase en un susurro.
-¿Hijo que dices? No te escucho. ¿Oye? Dijo tocándole al chico el brazo. Entonces entendió lo que decía el joven. -“Estoy solo, no tengo a donde ir”.
El cabreo que sentía hacia aquel chico terco, a Julia se le tornó de momento en pena y ternura por lo que acababa de oír. Le dio tiempo de quitarse el cinturón de seguridad y se desplazó al asiento central, cuando Sergio se dejó caer junto a ella en su regazo semiinconsciente. Tenía la frente perlada de sudor y era un puro tiritar. Tuvo que poner su cabeza a mil por hora, para pensar que hacer. Menudo panorama de noche buena, se dijo para sí misma. Y mientras tanto su hija quizás ya volaba por los cielos y su marido la esperaba en casa con sus otros hijos.
De pronto, su ser pragmático le recordó aquella frase de una santa que decía: “si tienes una buena idea adelante, es más fácil pedir perdón que pedir permiso”. Así que como pudo, se quito su abrigo de cuadros escoceses y lo hizo un ovillo. Arrastro al chico hasta el lugar que ella ocupaba, le amarró el cinturón de seguridad y lo reclino sobre el abrigo contra el cristal de la ventanilla en el asiento del acompañante.
Cuarenta y cinco minutos después y a bastante distancia de allí, al marido de Julia le sonó en casa el teléfono móvil y vio la palabra mamá en su pantalla. Descolgó.
-Julia cielo, ¿por dónde andas?
-Eso quisiera saber yo. Le dijo, intentando que no se le notara el nerviosismo en el que estaba sumida.
-Pero, ¿no lo sabes? ¿Va todo bien?
-Creo que sí, aunque tampoco lo tengo del todo claro.
-Julia por favor, me estas asustando.
-No, oye Juan dejémonos de comedias y escúchame atentamente. Tardo entre quince y veinte minutos en llegar a casa. Quiero que llenes la bañera de arriba de agua caliente. Prepara la cama de la niña y pon un calefactor en su cuarto. Juan… ¿me oyes?
-Sí, pero. Julia, ¿estás enferma?
-Nooo, no. Después de lo de esta noche, un poco loca creo que sí, pero bueno. Oye, no te preocupes más de lo necesario. Hazme el favor de preparar lo que te he pedido. Te veo en un momento.
Juan, que era de las personas que se dejan llevar por su pareja, se dispuso a preparar lo que su mujer le había dicho, preguntándose sobre el sentido de aquellos preparativos. No veía explicación alguna. Al rato escucho pitidos en la calle y se asomó por la ventana. ¡La grúa, gracias a Dios ya está aquí! Pero cuando salió a la calle en plena y fría noche, se quedó de piedra cuando vio que era su mujer la que conducía la grúa y que el supuesto conductor estaba frito en el asiendo de al lado. Le costó reaccionar. Pero Julia no le dio tiempo a preguntar. Sacaron al chico de la grúa con mucho esfuerzo y cuidado y le entraron a casa.
A la mañana siguiente sobre las once de la mañana, Julia entro silenciosamente en el cuarto de su hija. Después de la experiencia de la tarde anterior y habiendo podido cenar y pasar la noche buena en familia; lo veía todo con más claridad. La serenidad de la cara del joven Sergio, dormido en la cama de su hija, le confirmó que había hecho lo correcto.
Se sentó cuidadosamente en el borde de la cama. Sergio comenzó a despertarse. Abrió poco a poco un ojo y luego el otro, poniendo cara de no saber donde estaba. Julia se puso un dedo en la boca diciéndole que estuviera tranquilo y en silencio, aun estaba muy debilitado por la fiebre. Ella se lo explicaría todo.
-Buenos días Sergio. Tienes que tomarte las pastillas.
-Buenos días Señora, dijo el chico con voz ronca.
-Recuerdas lo de ayer tarde, ¿verdad? Si, se que lo recuerdas. El caso es que cuando te desmayaste opte por ser práctica y te traje a casa. Me lancé a gruista novata y conseguí llegar a casa, donde con la ayuda de mi marido conseguimos meterte en la bañera, lavarte, limpiarte la fiebre y ponerte un pijama de mi hijo el grande que tendrá más o menos tu edad.
Sergio la interrumpió un poco avergonzado: -pero, entonces usted me vio…
-¿Desnudo? Sí, pero hombre soy madre de tres hijos y como verás una está curada de espanto. Además tu salud era lo primero. Como te decía te metimos en esta cama de mi hija Marta que estudia en el extranjero y llamamos a urgencias para que te visitara el médico. Le dijimos que eras un amigo de la familia. Ah, por cierto, la grúa la ha retirado la compañía aseguradora. Dijimos una pequeña mentira para hacerte quedar bien y todo está arreglado.
Llamaron a la puerta. Era Juan el marido de Julia.
-¿Cómo está el enfermo? Preguntó.
El muchacho dijo que mejor. Julia los presentó a ambos y Juan se situó de pie junto a su esposa contemplando al chico convaleciente.
-Pesas un poquitín Sergio –le dijo Juan-, nos vimos negros para meterte en la cama. Ya somos casi ancianos. Los tres rieron un poco.
Sergio, escúchame bien. Le dijo Julia. He hablado con mi marido y creemos que no eres mala persona. Al menos no de las personas que vas haciendo daño por la vida. Tras la experiencia de ayer, nos basta para ofrecerte una oportunidad que tú puedes aprovechar a corto o largo plazo. Mi marido tiene un taller, es el que nos da de comer. No es un gran taller pero no falta trabajo porque es el único del pueblo. ¿Tú entiendes de mecánica?
-Si señora, soy mecánico superior. Me saqué el título justo antes de que mis tíos me echaran de casa. Dijo Sergio.
Muy bien. Continuó Julia. Pues si quieres o hasta que tú quieras aquí puedes tener un trabajo. Somos una familia numerosa, tenemos tres hijos dos de los cuales Rubén y Carlos viven con nosotros. Rubén creo que tiene tu edad, dieciocho. No te acogemos por compasión Sergio, sino por sentido de la familia. No se debe estar solo en esta vida y creo que nuestro encuentro de ayer no fue pura casualidad. A nadie se le debe de negar una oportunidad y creemos que debemos de ofrecértela. Trabajaras y ganarás tu sueldo, y si lo deseas en casa hay un sitio para uno más.
-¿Qué nos dices? Preguntó Julia.
Sergio contesto que si, sin rodeos.
Muy bien. Continuó Julia hablándole con ternura. -Ayer me dijiste en tu estado febril que estabas solo, que no tenías a donde ir. Imagínate lo grande que es la vida, que hoy estás aquí, entre nosotros. Sergio, has encontrado una familia.
En el silencio que se hizo entre los tres en la habitación de Marta, solo sucedió una cosa. Los ojos de Sergio comenzaron a brillar. Su boca temblaba un poco de emoción. Las lágrimas no tardaron en surcar su joven rostro hasta hacerse incontenibles. Julia se acercó aun más y nuevamente se abrazaron en un llanto lleno de sensibilidad, ternura y gratitud a la vida.
Julia besó la frente del chico. Acunándolo un poco, le atusó el despeinado flequillo y le dijo:
-Sergio, ya tienes una familia y un hogar. Feliz Navidad.
Juan se unió al abrazo del hijo, que la vida les acababa de regalar.

Fin.

Florencio Salvador Díaz Fernández.
(Se autoriza la difusión de este relato indicando su procedencia)

Este cuento de Navidad, lo dedico este año a todos los desheredados de la tierra. A quienes se les cierran las fronteras y se les niega la fraternidad. A los que viven sin amor. A los que se les niega el amor. A todos aquellos que se ven obligados a huir de su tierra sintiendo la ruptura de sus raíces familiares y afectivas. A los que viven la Navidad en soledad. A los prisioneros de sí mismos y de su ego. A los vacíos de corazón.
A todas estas personas y a todas las personas de bien, a las que amo, a las que me aman y a las que debiera de amar más; de corazón os deseo que las luces que más brillen esta Navidad sean las de las obras de vuestras manos.
En el Nombre del niño bendito que nos nace en Belén, sed Felices.

FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO AÑO 2017.

(*)solicito dispensa de usted, lector/a ante las posibles faltas de ortografía y/o gramaticales

KILOMETER 135 - CHRISTMAS TALE

Kilometro 135 - Christmas tale
"Madame, you must have a little patience. Being the night that is, it is possible that the crane does not appear before forty-five minutes. I confirm your information. You are far from the capital, at kilometer 135 of the N-71 on the Gray Mountain. Make sure your vehicle is properly signaled with the emergency triangles, put on the reflective vest and rest inside the car to avoid any abuse. Taking into account the night that is and that your notice is given, we ask that in case the crane is delayed, call "Teleasistencia in carretera 24H" after the established deadline. Good evening, Mrs. Sanchez. 
-Good night Miss. Julia said, and rightly applied the index finger on the red key to hang up the mobile phone and end the call.
Damn it, he thought. Of all the days of the year and despite how good the car had been, he had to choose the old Renault that night of December 24 to leave it lying in that mountain port, which was far from his house a whopping 147 kilometers . And a whopping she made out in that evening, for being six-thirty in the evening was almost night. She was not a woman given to nervousness or scare without foundation, but what was said grace, grace; It did not make her alone on that slope of a busy highway. Already inside the car she called her husband to tell her what had happened trying to take all the iron possible. He could only wait for the crane because although Juan was a mechanic, he was too far away to come to his aid. Yes, her husband warned her. He had to insist on the gruider to take her home and not return it to the nearest workshop in the city; If that were the case, he would have no room to return home in good night, and a taxi could cost a fortune with a race of almost 170 km. After hanging up her husband and for killing time ceasing to think about her situation, in the dark interior of the car began to write to his daughter Marta for "wassap."
Mamajulia: Martha, hey girl. Did you board the plane?
Martahija: nooo, mama. This goes slow cloth. The luggage control is failing and goes very slow. Have you arrived home yet? Will not you be waseando driving ???
Mamajulia: No, shut up. Listen and write well that I will give you one that you will see. For that we pay you a race in Paris. I stopped the car and I'm waiting for the crane on the road. Comes in awhile.
Martahija: puaff ... go plan mami. Luckily you left the dinner done but, I see dad and brothers eating cookies wet milk ... lol.
Mamajulia: Well, your father and your brothers could feed on cookies for the rest of their lives. What a liking to everything that gets wet in milk, by God ... lol!
Martahija: hahahaha ... I piss myself off with laughter.
Mamajulia: do not be mischievous Marta. Well, I'll let you get some big headlights and it might be the crane, but it seems to me soon. Give me a hint before I get on the plane. Muaccc.
Martahija: Okay. Besukis mami July.
In spite of the high cold, she was sunbathing like the summer siesta, when she saw in the rearview mirror that a vehicle was approaching slowly with sirens on. It was the crane, thank God. In the darkness of the late evening, he could not even see the driver's face, though he was quite young. He pushed her off the side of the shoulder in an unfriendly way. She let him do as he placed the anchorages of his car and climbed it on the rear platform.
At fifteen minutes Julia was sitting in one of the two seats of the copilot of the crane, which was traveling on the freeway at high speed. Too much speed.
Young man, I see you driving too fast. Do you have other cars to collect? Julia asked. But the boy did not answer. He decided to try another possible dialogue.
"Do you have a name?"
The boy seemed to think twice before answering. But finally he said that his name was Sergio. As the crane was passed by other vehicles and the interior of the cabin lit up, Julia realized that the boy seemed to be beaded with beads of perspiration, but with the cold it was quite likely that sweat would not be. He would be sick, he wondered.
Be that as it may, his mind interrupted him when he told her that in less than twenty minutes they would be in the workshop. Julia was alarmed.
"Young, what workshop are you talking about?"
-To the workshop in the capital, ma'am. As soon as we get to the next service area we change the direction of the march and in twenty minutes we are in the capital.
Julia insisted. "But young, you must take me home." It's good night, the workshops are closed and I have no where to stay in the city.
The gruista was sharp. "Ma'am, that's not my problem. I have an obligation to take her to the nearest workshop from where her car has been stopped, and that is what I am going to do.
And do not look at me with that face, because I do not even take you home for money! Things are as they are and period.
Julia was stunned by the aggressiveness of the words of that boy who could be one of his children, but responsibly he thought he should not insist. Maybe the boy had other problems and she did not want to be the target of them.
They were circling the freeway when they reached the service area and the boy said he would stop for a moment to go to the service. So they did and they went down together. Julia waited for the boy in the empty restaurant. When he went to the bar from the service aisle, he was staggering, his face soaked with sweat. She had to cling to a bar stool so she would not fall to the floor, so instinctively Julia came out as a spring in search of him and helped him to sit on a chair.
He asked what was wrong, if it was wrong - although it was obvious that yes - but the boy responded angrily saying that it was okay.
Look, boy, "Julia said, trying to be sympathetic. You are not in a position to drive. Surely you have a fever and you come from vomiting the toilet. I want to go with my car home and I think the insurer should send another person as soon as possible to fix this situation. My family is waiting for me at home.
The boy looked at Julia with the saddest countenance Julia had ever seen and told him regretfully that no one was waiting for him at home that night. Really, not that night or any other night. Julia was stunned by what she had just heard.
The boy got up with the help of Julia and asked at the bar for a "gelocatil", which the waiter kindly gave him with a glass of water. After heading to the crane with the intention of the young man to continue his way to the city.
-Sergio! Forgive me, because you're old enough to be my son, but I have to protest. Julia said briskly. "You're in no condition to drive, and the only thing you're going to get is that we crash with the fever you have on us." Boy, please reconsider!
But the young man laboriously got behind the wheel and once inside he told her that she had two options, either to return with him and his car to the city or to stay where he was in the service area. Julia's desperation was absolute. He was about to give her something, for it was a suicide that the sick boy would run down the road. They would kill them and God knows who they were leading.
Sergio inserted the key into the opening, activated the mechanism and started the crane. Even as he sat, Julia could see the boy swinging a little from right to left because of the instability of his illness and fever. The boy was quiet. Everything was very quiet. The only noise in the background was the crane's engine.
Julia thought the boy was muttering something. She looked at him. Yes, she was saying something in a very low voice and she could not hear him. He repeated a phrase in a whisper.
"Son, what do you say?" I can not hear you. Hears? He said touching the boy's arm. Then he understood what the young man was saying. "I'm alone, I have nowhere to go."
The stupidity he felt toward that stubborn boy, Julia became for the moment in grief and tenderness for what he had just heard. He gave her time to take off her seatbelt and moved to the center seat, when Sergio collapsed beside her in her semi-conscious lap. His forehead was beaded with sweat and it was pure shivering. He had to put his head down a thousand an hour, to think what to do. What a good night out, she told herself. And in the meantime, her daughter might have flown through the heavens and her husband was waiting for her at home with her other children.
Suddenly, his pragmatic self reminded him of a phrase from a saint who said, "If you have a good idea, it is easier to ask for forgiveness than to ask permission." So, as best he could, he took off his Scottish plaid coat and made it into a ball. He dragged the boy to where she was, tied his seat belt, and leaned him back against the windowpane in the passenger seat.
Forty-five minutes later, and some distance away, Julia's husband rang the cell phone at home and saw the word Mom on her screen. He hung up.
"Julia, where are you?"
"That's what I'd like to know." She told him, trying not to notice the nervousness she was in.
"But you do not know?" Is everything alright?
"I think so, but I'm not entirely clear.
"Julia, please, you're scaring me."
"No, Juan, let's stop playing comedies and listen to me. It takes me fifteen to twenty minutes to get home. I want you to fill the hot tub upstairs. Prepare the girl's bed and put a heater in her room. Juan ... can you hear me?
"Yes, but. Julia, are you sick?
-No, no. After tonight, a little crazy I think so, but hey. Hey, do not worry any more than necessary. Do me the favor of preparing what I have asked you to do. See you in a moment.
Juan, who was one of the people who let themselves be carried away by his partner, prepared to prepare what his wife had told him, wondering about the meaning of those preparations. He saw no explanation. After a while I heard beeps on the street and peered out the window. The crane, thank God it's here! But when he took to the street in the cold night, he was stunned when he saw that it was his wife who was driving the crane and that the supposed driver was fried in the next door. He had a hard time reacting. But Julia did not have time to ask. They took the boy from the crane with much effort and care and went into the house.
The next morning about eleven in the morning, Julia quietly entered her daughter's room. After the experience of the previous afternoon and having been able to have dinner and spend the good evening with family; He saw everything more clearly. The serenity of young Sergio's face, asleep in his daughter's bed, confirmed that he had done the right thing.
He sat down carefully on the edge of the bed. Sergio began to wake up. He opened one eye and then the other, making a face of not knowing where he was. Julia put a finger on her mouth telling her to be quiet and quiet, still very weak from the fever. She would explain everything.
-Good morning Sergio. You have to take the pills.
"Good morning, Madame," the boy said hoarsely.
"You remember about yesterday afternoon, right?" Yes, I know you remember. The fact is that when you fainted choose to be practical and brought you home. I launched a rookie grunt and I got home, where with the help of my husband we got you into the bath, wash, clean the fever and put on my son's pajamas the big one that will be about your age.
Sergio interrupted her a little embarrassed: "But then you saw me ..."
-Naked? Yes, but man I am mother of three children and as you will see one is cured of fright. Besides, your health came first. As I told you, we got you into this bed of my daughter, Marta, who is studying abroad and we called the emergency department to see the doctor. We told him that you were a friend of the family. Oh, by the way, the crane has been removed by the insurance company. We said a little lie to make you look good and everything is fixed.
There was a knock at the door. Juan was Julia's husband.
"How is the sick?" I ask.
The boy said better. Julia introduced them to both of them and Juan stood next to his wife looking at the convalescent boy.
"A little Sergio," said Juan, "we saw ourselves as black to get into bed. We are almost old. The three of them laughed a little.
Sergio, listen to me. Julia told him. I talked to my husband and we think you're not a bad person. At least not the people you're hurting for life. After the experience of yesterday, we are enough to offer you an opportunity that you can take advantage of in the short or long term. My husband has a workshop, he's the one who gives us food. It is not a great workshop but there is no lack of work because it is the only one in town. Do you understand mechanics?
"Yes, ma'am, I'm a senior mechanic." I got the title right before my uncles kicked me out. Sergio said.
Very good. Julia continued. Well if you want or until you want it here you can have a job. We are a large family, we have three children, two of whom Ruben and Carlos live with us. Ruben, I think he's your age, eighteen. We do not welcome you with compassion, Sergio, but for the sense of family. You should not be alone in this life and I think our meeting yesterday was not pure chance. No one should be denied an opportunity and we believe that we must offer it. You will work and earn your salary, and if you want it at home there is a place for one more.
-What do you say? Julia asked.
Sergio answered yes, bluntly.
Very good. Julia continued talking to him tenderly. "Yesterday you told me in your feverish state that you were alone, that you had nowhere to go. Imagine how great life is, that you are here today, among us. Sergio, you've found a family.
In the silence between the three of them in Marta's room, only one thing happened. Sergio's eyes began to glow. His mouth trembled a little emotion. Tears do notThey took their young face until they became uncontainable. Julia drew nearer and again they embraced in a cry full of sensitivity, tenderness and gratitude to life.
Julia kissed the boy's forehead. Cradling him a little, he touched his disheveled bangs and said,
"Sergio, you already have a family and a home. Merry Christmas.
Juan joined the embrace of the son, whom life had just given them.

End.

Florencio Salvador Díaz Fernández.
(It is authorized the diffusion of this story indicating its origin)

This Christmas story, I dedicate this year to all the disinherited ones of the earth. Those who close their borders and are denied fraternity. To those who live without love. To those who are denied love. To all those who are forced to flee their land feeling the rupture of their family and affective roots. To the prisoners of themselves and of their ego. To the empty of heart.
To all these people and to all the good people, to whom I love, to those who love me and to whom I should love more; From the heart, I wish you the most brilliant lights this Christmas are those of the works of your hands.
In the name of the blessed child born in Bethlehem, be happy.
MERRY CHRISTMAS AND VENTUROSO YEAR 2017.

KILOMETER 135 - CHRISTMAS CAROL

Kilo 135 - Christmas Carol
Ma'am, sollten Sie ein wenig Geduld haben. Als die Nacht ist, wird möglicherweise nicht vor den Kran 45 Minuten. Ich bestätige, Ihre Daten. Sind Sie weit von der Hauptstadt, bei Kilometer 135 der N-71 in Gray Mountain. Stellen Sie sicher, dass Ihr Fahrzeug ordnungsgemäß mit Warndreiecke markiert ist, legen Sie die reflektierende Weste und in Deckung im Auto um Missbrauch zu verhindern. Angesichts der Nacht, als er ist, und dass seine Warnung gegeben wird, bitte, wenn der Kran Anruf "Straße Telecare 24H" wieder nach Ablauf der Frist verzögert. Gute Nacht Mrs. Sanchez.
Guten Abend Fräulein. Sagte Julia, und mit dem Zeigefinger auf den roten Knopf genau angewendet, um den Hörer auflegen und das Gespräch zu beenden.
Verdammt, dachte er. Von allen Tagen im Jahr und trotz der guten er das Auto verlassen hatte, hatte er den alten Renault in dieser Nacht von 24. Dezember wählen sie am Bergpass liegen zu lassen, die weit von zu Hause war eine satte 147 Kilometer . Und eine satte, die an diesem Abend war, als der 06.30 war es fast Nacht. Es war nicht eine Frau zu Nervosität gegeben oder aufschrecken grundlos, aber was Gnade, Gnade gesagt wurde; Er mochte es nicht allein in den Kosten eines solchen stark befahrene Straße zu sein. Einmal im Auto, rief sie ihren Mann, ihm zu sagen, was alle Fälle möglich Eisen zu nehmen versuchen, dann geschah. Er konnte nur für den Kran warten, als ob John ein Mechaniker war, war er zu weit, um ihre Hilfe zu kommen. Ja, sie warnte ihren Mann. Er sollte darauf bestehen, dass der Kranführer sie nach Hause zu nehmen und nicht wieder bis zur nächsten Werkstatt in der Stadt; wenn da so nicht haben Platz nach Hause zu gehen in eine gute Nacht und ein Taxi könnte ein Vermögen mit einer Karriere von fast 170 km kosten. Nach dem Aufhängen der Mann und verlassen zu töten Zeit, sich Gedanken über seine Situation, in das dunkle Innere des Autos begann er seine Tochter Marta "wassap" zu schreiben.
Mamajulia: Marta, hey Mädchen. ¿Embarcaste auf der Ebene?
Martahija: nooo, Mom. Dies verlangsamt Stoff. Die Gepäckkontrolle versagt und zu mu verlangsamen wird. Haben Sie schon llegao nach Hause? ¿Sie fahren nicht waseando ???
Mamajulia: Nein, halt die Klappe. Hears und schreibt gut, dass ich gebe Ihnen zu sehen. Für, dass Sie eine Karriere in Paris bezahlt. Ich hielt den Wagen an, und ich bin auf der Straße für den Kran warten. Es kommt in eine Weile.
Martahija: puaff ... mami Plan gehen. Zum Glück verlassen Sie das Abendessen gemacht, aber ich sehe, Papa und Brüder in Milch getaucht Cookies beim Abendessen ... lol.
Mamajulia: Nun, dein Vater und deine Brüder könnten Milch Kekse in den Rest seines Lebens ernähren. Was für eine Liebe zu allem, was in Milch getaucht, Gott ... hahaha!
Martahija: hahaha ... gepinkelt mein Lachen.
Mamajulia: Seien Sie nicht unflätig Marta. Nun, ich lasse eine große Scheinwerfer nähern und kann der Kran sein, aber ich denke bald. Geben Sie mir eine Note, bevor das Flugzeug betreten. Muaccc.
Martahija: ok. besukis mami Juli.
Trotz der Kälte war hoch in einem Nickerchen wie im Sommer Torpor verstrickt, als er sah, dass die Rück Fahrzeug langsam mit Sirenengeheul angefahren. Es war der Kran, Gott sei Dank. In der Dunkelheit des späten Abend, konnte er nicht einmal sein Gesicht sehen den Fahrer, aber er abgeleitet noch sehr jung war. Dieser schob sie zur Seite der harten Schulter lieblos. Sie ließ ihn tun, wie er die Anker seines Autos gelegt und stieg in die hintere Plattform.
Fünfzehn Minuten später Julia wurde in einer der beiden Passagiersitze Kran sitzt, auf der Autobahn mit hoher Geschwindigkeit. Zu viel Geschwindigkeit.
Junge, ich sehe ihn zu schnell gefahren. Haben Sie andere Autos zu holen? Fragte Julia. Aber der Junge antwortete nicht. Er beschloss, einen anderen möglichen Dialog zu versuchen.
"Haben Sie nennen?
Der Junge schien sich zweimal überlegen, bevor er antwortete. Aber schließlich sagte er Sergio benannt. Wenn der Kran von anderen Fahrzeugen und in der Kabine vorgeschoben wurde beleuchtet, erkannte Julia, dass der Junge schien die Gesicht perligen Schweißperlen zu haben, aber mit der Kälte war es ziemlich wahrscheinlich nicht schwitzen. Er war krank, fragte er sich.
Wie auch immer, unterbrach seine Gedanken, den Jungen, als er sagte, dass in weniger als zwanzig Minuten in der Werkstatt sein würde. Julia wird alle Alarme leuchtet.
Junger Mann, was Workshop Sie?
-Am Werkstatt Frau Hauptstadt. Wenn wir zum nächsten Service-Bereich erhalten wir ändern die Fahrtrichtung und in 20 Minuten sind wir in der Hauptstadt.
Julia bestand. Aber junge, sollten Sie mich mit nach Hause nehmen. Es ist eine gute Nacht, sind die Werkstätten geschlossen und haben keinen Platz in der Stadt zu bleiben.
Der Kranführer war stumpf. Ma'am, das ist nicht mein Problem. Ich habe eine Verpflichtung, es zum nächsten zu nehmen, von wo sein Auto gestoppt Werkstatt wurde, und das ist, was ich tun werde. Und schauen Sie nicht auf mich dass Gesicht, weil weder Geld, das ich nach Hause bringen! Die Dinge sind, wie sie und Punkt sind.
Julia wurde an der Aggressivität der Worte jener Mann betäubt, die eines ihrer Kinder sein könnte, aber verantwortungs dachte, er sollte nicht darauf bestehen. Vielleicht hatte der Mann andere Probleme und sie wollte nicht das Ziel der gleiche sein.
Sie fahren auf der Autobahn, wenn sie in den Servicebereich kam und der Mann sagte, dass es einen Moment, um die Toilette zu gehen stoppen würde. Sie taten und ließ die beiden zusammen. Julia wartete auf den Jungen im leeren Restaurant. Wenn diese aus dem Flur in die Bar kam von Dienstleistungen, kam er Wackeln, ihr Gesicht in Schweiß gebadet. Ich hatte einen Barhocker zu ergreifen, um den Boden zu fallen, so instinktiv kam Julia wie eine Feder auf der Suche aus und half ihm auf einem Stuhl sitzen.
Er fragte, was falsch war, dass, wenn es falsch war, obwohl es klar, dass sie selbst war, aber der Junge wütend reagierte sagte, er sei in Ordnung.
Schauen Junge «, sagte ich und versuchte Julia zu sein mitfühlend. Sie sind nicht fit zu fahren. Sicher haben Sie Fieber und Erbrechen aus der Toilette kommt. Ich will nach Hause mit meinem Auto zu gehen, und ich denke, dass der Versicherer jemand so bald wie möglich senden müssen, diese Situation zu beheben. Meine Familie ist zu Hause auf mich wartet.
Der Junge sah Julia mit dem traurigsten Gesicht, das Julia sah nie und sagte ihm, dass er klagend Weise niemand ihn in dieser Nacht nach Hause erwartet. In Wahrheit, weder in dieser Nacht oder jede andere Nacht. Julia war erstaunt über das, was er gerade gehört hatte.
Der Junge mit der Hilfe von Julia trat und fragte die Bar zu einem "Panadol", der Kellner gab ihm freundlich mit einem Glas Wasser. Nachdem sie mit der Absicht, den Jüngeren zu den Kran ging ihren Weg in die Stadt, um fortzufahren.
-¡Sergio! Verzeihen Sie mir, wie Sie tutee alt wie mein Sohn zu sein, aber ich habe zu protestieren. Julia sagte forsch. »Sie passen nicht fahren, und alles, was Sie bekommen ist, dass wir mit Fieber über Sie abstürzen. Junge wurden bitte noch einmal!
Aber der junge kletterte mühsam hinter dem Rad und einmal im Inneren sagte ihr, sie hatte zwei Möglichkeiten, entweder zurück zu ihm und seinem Auto in die Stadt oder bleiben, wo er im Servicebereich war. Julias Verzweiflung war absolut. Er wollte ihm etwas zu geben, hielt er Selbstmord als die kranken Jungen die Straße zirkuliert nach unten. sie töten würde, und Gott weiß, wer vor trägt.
Sergio steckte den Schlüssel in die Öffnung, ich den Mechanismus Macht und zog den Kran. Auch während der Sitzung, konnte Julia der Junge sehen etwas von der Instabilität der Krankheit von rechts nach links geschwenkt und hatte Fieber. Der Junge war immer noch. Alles war sehr ruhig. Die einzige Hintergrundrauschen war der Motor des Kranes.
Ein Julia fand der Junge etwas murmelte. Sie sah ihn an. Ja, er sagte etwas sehr leise, und sie konnte nicht hören. Er wiederholte einen Satz in einem Flüstern.
Ich -¿Hijo Sie sagen? Ich kann Sie nicht hören. Hey? Er sagte, der Junge, der seinen Arm berührte. Dann begriff er, was der junge Mann. - "Ich bin allein, ich muss gehen".
Die Wut, die er zu diesem hartnäckigen Junge fühlte, wird Julia zu Trauer und Zärtlichkeit Moment gedreht werden durch das, was er gehört hatte. Er hatte Zeit seinen Gürtel zu entfernen und in die Mittelsitz, als Sergio von ihrem Dämmerzustand in seinen Schoß fallen gelassen wurde. Ihre Stirn wulstige mit Schweiß und war eine reine Schauer. Er hatte seinen Kopf eine Meile eine Minute zu bringen, zu tun zu denken. Oft Panorama gute Nacht, sagte sie sich. Inzwischen kann fliegen seine Tochter bereits durch den Himmel und ihr Mann zu Hause mit ihrem anderen Kinder warten.
Plötzlich werden seine pragmatische diesen Ausdruck eines Heiligen erinnert, der sagte: "Wenn Sie eine gute Idee, nach vorne haben, ist es einfacher, Vergebung als Erlaubnis zu fragen." So, wie er konnte, war seine karierten Mantel aus und zu einer Kugel zusammengerollt. Zerrte den Jungen an den Ort, den sie besetzt, banden sie den Gürtel und legte ihn auf seinen Mantel gegen das Fensterglas in den Beifahrersitz.
Fünfundvierzig Minuten später und ziemlich weit von dort, rief Julia Ehemann ihr Handy zu Hause und sah auf dem Bildschirm das Wort Mutter. Er hakte.
Julia Himmel, wo gehen Sie?
Dass ich würde gerne wissen. Er sagte, nicht versuchen, Nervosität zu zeigen, wo sie versenkt wurde.
"Aber weißt du nicht? Ist alles in Ordnung?
Ich denke ja, obwohl ich weder ganz klar haben.
Julia bitte, du machst mir Angst.
Nein, lassen Sie uns nicht Juan Komödien hören und aufmerksam zuhören. Es dauert fünfzehn bis zwanzig Minuten nach Hause zu kommen. Ich möchte Sie die Wanne mit heißem Wasser zu füllen. Bereiten Sie das Bett des Mädchens und eine Heizung in seinem Zimmer gestellt. John ... hörst du mich?
Ja, aber. Julia, bist du krank?
Nooo, nein. Nach heute Abend denke ein wenig verrückt so, aber gut. Hey, keine Sorge mehr als nötig. Tu mir einen Gefallen zu bereiten, was ich Sie fragen. Ich sehe dich in einem Augenblick.
John, der war Menschen, die von ihrem Partner geführt werden, machte er sich über die Vorbereitung, was seine Frau ihm gesagt hatte, über die Bedeutung dieser Vorbereitungen fragen. Ich sah keine Erklärung. Nach einer Weile höre ich Pieptöne auf der Straße und das Fenster spähte. Der Kran, Gott sei Dank ist da! Aber als er in der Hitze und kalte Nacht hinausging, erstarrte er, als er sah, dass seine Frau den Kran gefahren und der angebliche Fahrer wurde in Grabbing nächsten gebraten. Es kostete reagieren. Aber Julia hatte keine Zeit zu fragen. Sie nahmen den Jungen Kran mit großer Mühe und Sorgfalt und ging nach Hause.
Am nächsten Morgen um 11.00 Uhr, ging Julia leise in das Zimmer ihrer Tochter. Nach den Erfahrungen des Vorabends und Abendessen und verbringen eine gute Familie Nacht hat; Ich sah mehr alles klar. Die Ruhe des Gesichtes der jungen Sergio, schlafend im Bett seiner Tochter, bestätigte, dass er das Richtige getan hatte.
Er setzte sich vorsichtig auf den Rand des Bettes. Sergio begann zu wecken. Stück für Stück Sie öffnete ein Auge und dann das andere, ein Gesicht nicht zu wissen, zu machen, wo er war. Julia legte einen Finger in den Mund, sie sollte sich ruhig und still, er war immer noch sehr geschwächt durch Fieber zu erzählen. Sie würde alles erklären.
Guten Morgen Sergio. Sie haben die Pillen zu nehmen.
Guten Morgen Lady, sagte der Junge heiser.
Erinnern Sie sich an, was gestern Nachmittag passiert ist, nicht wahr? Wenn Sie wissen, dass Sie sich erinnern. Tatsache ist, dass, wenn Sie wählt bestanden praktisch zu sein und euch nach Hause. Ich sprang auf gruista Rookie und ich bekam nach Hause zu kommen, wo mit Hilfe von meinem Mann in die Wanne zu bekommen bekam, waschen, Fieber Pyjamas wischen und mein Sohn das große setzen, das wird mehr oder weniger Ihrem Alter.
Sergio unterbrochen ein wenig verlegen: Aber dann haben Sie mich ...
Ich -¿Desnudo? Ja, aber Mann, ich bin die Mutter von drei Kindern und wie Sie man sehen, wird aus Schreck geheilt. Neben Ihrer Gesundheit kam zuerst. Wie ich gesagt habe Sie in diesem Bett meiner Tochter Marta im Ausland und Notruf Studium für Sie den Arzt besuchen. Wir haben Sie ein Freund der Familie. Ach übrigens, hat der Kran die Versicherung entfernt. Wir haben gesagt, eine kleine Lüge, damit Sie gut aussehen und alles erledigt ist.
Sie klopfte an die Tür. Juan war Julias Ehemann.
Wie ist der Patient? Fragte er.
Der Junge hat es am besten. Julia präsentiert sie beide und John stehend stand mit seiner Frau den rekonvaleszenten Junge beobachtet.
-Pesas Ein kleines bisschen Sergio Juan- «, sagte ich, wir waren Schwarzen ins Bett zu bekommen. Wir sind fast ältere Menschen. Die drei lachte ein wenig.
Sergio, hör mir zu. Le Julia sagte. Ich sprach mit meinem Mann und glauben, dass Sie kein schlechter Mensch bist. Zumindest nicht die Menschen, die durch das Leben gehen zu verletzen. Nach der gestrigen Erfahrung, brauchen wir nur die Möglichkeit zu bieten, die Sie nutzen kurz- oder langfristig zu nehmen. Mein Mann hat eine Werkstatt, es ist, dass ernährt uns. Es gibt eine große Werkstatt, aber fehlende Arbeit nicht, weil es das einzige der Menschen ist. Haben Sie Mechanik zu verstehen?
Wenn Dame, ich bin ein Mechaniker höher. Ich nahm den Titel kurz vor von meinem Onkel Haus gefeuert. Sergio sagte.
Okay. Er fuhr fort: Julia. Nun, wenn Sie wollen, oder bis Sie hier wollen, müssen Sie einen Job. Wir sind eine große Familie, haben drei Kinder von denen zwei Ruben und Carlos mit uns leben. Ruben denken, dass Ihr Alter achtzehn ist. Begrüßen Sergio Mitleid nicht, aber durch die Familie. Es sollte in diesem Leben nicht allein sein, und ich denke, dass unser Treffen gestern kein Zufall war. Niemand ist zu verdanken, eine Gelegenheit zu leugnen, und glauben, dass wir es anbieten. Sie arbeiten und Ihr Gehalt zu verdienen, und wenn man zu Hause wollen gibt es Raum für eine weitere.
Was Sie uns sagen? Fragte Julia.
Sergio mit Ja beantwortet, unverblümt.
Okay. Er fuhr fort, zärtlich Julia spricht. Gestern sagten Sie mir in Ihrem fiebrigen Zustand, dass Sie allein waren, hast du nicht gehen. Stellen Sie sich vor, wie groß das Leben, sind Sie heute hier unter uns. Sergio, fand man eine Familie.
In der Stille, die zwischen den drei Martas Zimmer fiel, ist einfach passiert etwas. Sergio Augen begannen zu leuchten. Sein Mund zitterte ein wenig Aufregung. Tränen bald ihr junges Gesicht runzelte uncontainable zu sein. Julia ging weiter und umarmte wieder in einem Schrei voller Sensibilität, Zärtlichkeit und Dankbarkeit zum Leben.
Julia küsste den Jungen die Stirn. Wiegt ein wenig geglättet er seine zerzausten Pony und sagte:
Sergio, haben bereits eine Familie und ein Zuhause. Frohe Weihnachten.
Juan trat der Umarmung des Kindes, dass das Leben gesagt hatte, sie nur zu verschenken.
Fin.
Florencio Diaz Fernandez Salvador.
(Verbreitung dieser Geschichte seinen Ursprung angibt, ist berechtigt)

Diese Weihnachtsgeschichte, widme ich dieses Jahr auf alle Enterbten der Erde. Diejenigen, die ohne Liebe leben. Diejenigen, die die Liebe verweigert werden. Für alle diejenigen, die gezwungen sind, ihr Land das Gefühl der Zusammenbruch ihrer Familie Wurzeln und afecti zu fliehen Sie gehen. Die Gefangenen selbst und ihr Ego. Im Herzen leer.
Für all diese Menschen und alle Menschen guten Willens, die ich liebe, die ich liebe und die sollte mehr zu lieben; Ich wünsche von Herzen, dass die Lichter leuchten am hellsten dieses Weihnachten die Werke deiner Hände sind.
Im Namen des seligen Kind in Bethlehem geboren uns, glücklich zu sein.
FROHE WEIHNACHTEN UND Venturoso 2017.

LOS ANIMALES NO SON UN REGALO NAVIDEÑO #NoSonUnJuguete





En Navidad, no regales animales. Son seres vivos con los que compartir la vida, no monos de circo.

Cuando se crea un conflicto por las necesidades físicas y normales del animal contra las perfecciones de la vida humana y la urbanidad, los animales acaban abandonados en el campo. Además es algo que está penado por ley.