CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 7 de agosto de 2013

UN OTOÑO PRECIPITADO

UN OTOÑO PRECIPITADO



Cuesta verle así. Inmóvil. Solo la cadencia de una respiración, cada vez más pausada, nos advierte de que aun hay vida. Pero esta vida se va. Noventa y siete años, no son pretexto ni justificación, para que una persona se marche de este mundo. Los que le amamos, le queremos aquí, en el mundo. Para gozar de su compañía. Para seguir sabiendo lo que es la vida, vivida preocupándose continuamente por los suyos. Le queremos aquí, porque reconocemos nuestro egoísmo al amarle tanto, y estar embelesados con las arrugas que surcan su cuerpo, regueros de sabiduría y de bondad. Él, se marcha con la cadencia con la que se apaga una vela por falta de cera. Él, se marcha como el baile continuo y sinuoso de las hojas al caer del árbol que anuncia la caducidad. Lo que nos queda de él, es tanto y tan grande, como aquello que siempre repitió de que “el mejor capital en la vida es llevarse bien con todo el mundo”. Al verle tendido en el descanso de su cama, seguimos aprendiendo de él. Serenidad, amor, capacidad de entrega. Él busca poco a poco la luz, por mucho que nosotros quisiéramos retenerte junto a nosotros. Busca la luz junto a aquellos dos amores que se marcharon hace tantos años y que ya son luz. Durante la vida que vivió sin su esposa y sin su hijo, al levantarse mi abuelo daba tres besos al frio cristal de tres cuadros. El primero a la Virgen del Carmen de Estepa, el segundo a su Manolo y el tercero a aquella hermosa mujer que fue el amor de su vida, y que se le fue quizás demasiado pronto. Su camino esta trazado. Mientras escribo, las lágrimas surcan mi rostro. ¿No sé cómo voy a poder soportar tu ausencia, abuelo? Junto a la abuela Remedios, sois los ídolos de mi vida. Recuerdo tu emoción y llanto aquí en casa, cuando te dije que ha sido un honor para mí, el conocer a una persona de tu altura. Siempre vivirás en mi mente y en la memoria de aquellos animalitos a los que adoraste y que te añoran. Busca la luz, abuelo. ¡Búscala! Te mereces el descanso y un cielo plagado de estrellas, que te alumbre a tu llegada, como hombre justo, digno de la Presencia de Dios y un coloso de vida, amor y bondad. Busca la luz abuelo. ¡¡Búscala!!

domingo, 4 de agosto de 2013

LLÉVALO A TU CASA, PADRE DE BONDAD

Amigos y amigas de esta comunidad de Cristianos y Laicos.

Hoy asumo un día de oración muy especial.
Mi abuelo Salvador -el padre de mi padre-, está en los últimos momentos de su vida. No es preciso dar detalles, será cuestión de pocos días o de horas. Pero quiero pediros para que os unáis conmigo y mi familia en la oración, por todas las personas de cualquier edad que se encuentran en transito de esta vida a la Casa del Padre.

"Oh Dios de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y mi alegría,
de mi soledad y mi compañía,
de mi certidumbre y mi esperanza.

En su estado de transito hasta tu casa,
pongo en tus manos a mi abuelo Salvador:
alumbra su oscuridad
con un rayo de tu luz,
abre una rendija a su esperanza
y llena su soledad con tu presencia.

Que el sufrimiento no nos aplaste, Señor,
para que en estos momentos duros,
sintamos el alivio de tu amor
y seamos agradecidos por tu generosidad,
de habernos dado una vida tan prodiga
y a una persona tan generosa y amorosa.

Él está en tus manos, Padre de bondad.
En Tí, seguimos esperando. Amén."

jueves, 1 de agosto de 2013

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - CONTRA LA INSENSATEZ

18 Tiempo ordinario (C) Lucas 12, 13-21
CONTRA LA INSENSATEZ
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

Viene de: ECLESALIA
Cada vez sabemos más de la situación social y económica que Jesús conoció en la Galilea de los años treinta. Mientras en las ciudades de Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grandes.
En un pequeño relato, conservado por Lucas, Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por Dios, de un mundo más humano para todos. No narra esta parábola para denunciar los abusos y atropellos que cometen los terratenientes, sino para desenmascarar la insensatez en que viven instalados.
Un rico terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar tanta abundancia. “¿Qué haré?”. Su monólogo nos descubre la lógica insensata de los poderosos que solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados.
El rico de la parábola planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar:”túmbate, come, bebe y date buena vida”. De forma inesperada, Dios interrumpe sus proyectos: “Imbécil, esta misma noche, te van a exigir tu vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”

Este hombre reduce su existencia a disfrutar de la abundancia de sus bienes. En el centro de su vida está solo él y su bienestar. Dios está ausente. Los jornaleros que trabajan sus tierras no existen. Las familias de las aldeas que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez.
En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano: ”los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).
Este hecho no es algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad por la competición, la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del Planeta.
Desde la Iglesia de Jesús, presente en toda la Tierra, se debería escuchar el clamor de sus seguidores contra tanta insensatez, y la reacción contra el modelo que guía hoy la historia humana.