CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

sábado, 29 de junio de 2013

PEDRO, NO ES UN ASUNTO DE LLAVES

Pedro, no es un asunto de llaves

Me pregunto el porqué a los cristianos en ocasiones, nos resulta casi imposible el fijarnos en la figura de Pedro, sin pensar en las llaves y en el solio pontificio. Aquello de, “te daré las llaves del cielo, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo…” (Mt 16,19), según los evangelios lo dijo Jesús en tres ocasiones. Una a Pedro, otra a los discípulos y otra al conjunto de los que le seguían  hombres y mujeres. 

¿Con cual nos quedamos en exclusiva? Creo que con ninguna, aunque por ello no pretendo desmontar ningún planteamiento sobre el fundamento de la Iglesia. Particularmente, creo que el comienzo de la iglesia fue bastante fiel a la enseñanza de Jesús; pero cuando sobre el siglo II comenzaron a jerarquizarla, comenzó a crecer como institución y de ahí hasta nuestros días, para que vamos a contar. 
Poder e Iglesia van inexorablemente de la mano, aun cuando algún obispo –siempre incitado por asuntos de dineros- nos habla de la necesidad de colaborar con la iglesia, para que esta a su vez pueda servir a los desfavorecidos de la sociedad. Por ello, pienso que la cuestión de Pedro puede centrarse en el fundamento de la creación de la iglesia, pues él fue su fundador, no Jesucristo; ya que Jesucristo nunca pensó en refundar una religión concreta que llevara su nombre. 
Lo que considero que no está junto a Pedro es la potestad otorgada a este desde los primeros tiempos, para hacer y deshacer con las llaves lo que considerara oportuno; dando pié este pasaje de (Mt 16,19) a la absurda infalibilidad papal. Desde mi humilde interpretación de los textos de las misas propias de esta fiesta, la clave de mi planteamiento la encuentro en la Liturgia de la Palabra de la misa de ayer. 
Por cierto, es una lastima que el sacerdote pasara de puntillas sobre la Palabra inspirada, pero eso es algo a lo que estamos acostumbrados los que solemos ir a misa de vez en cuando. 

Digo que en -Hechos 3,1-10- la curación del paralítico, encontramos la clave. Para entender bien los textos hubiera sido muy necesario invertir el sentido de las lecturas, pero los liturgistas sabemos que el evangelio siempre ha de ser el ultimo. Si el evangelio de hoy se centra en una pregunta; “y vosotros, ¿quien decís que soy yo?” (Mt 16,15), la respuesta la encontramos en la primera lectura de ayer sobre la curación del paralitico. Por un lado Pedro responde un poco azorado que ama al Señor, considerando que este le somete a una prueba de transfondo, la cual él no entiende y que llega a entristecerle. 
En este momento Pedro, aun no a somatizado la vivencia del Resucitado; aun no es un hombre de fe aunque comienza a tener convicciones. Pero tras la resurrección de Jesús y lo que esto representa para la comunidad paleocristiana, vemos acciones fundamentales que nos demuestran que efectivamente los apóstoles se hicieron eco en la totalidad de sus vidas, de la enseñanza de Jesús de Nazaret. 
Apartando la curación del efecto “milagrero”, lo que encuentran Pedro y Juan en la puerta del templo es un excluido de la sociedad. Alguien con el cual la naturaleza fue caprichosa y al nacer con una anomalía en el funcionamiento normal de su cuerpo, le hizo ante los suyos ser considerado un pecador al llevar encima el estigma del pecado otorgado por Dios. 
Este era el planteamiento de los judíos con estas personas, a las que alejaban de la condición humana. 
Pedro y Juan llegan y no ignoran la situación del enfermo. Ven en él una necesidad imperiosa y en sus rasgos advierten los del Resucitado. Inmediatamente dan gratis, lo que del Señor han recibido gratis. 
Le hablan, se relacionan con él, le dan consuelo, lo dignifican como persona otorgándole la condición humana que ellos despliegan con él; y encima estos dos hombres entran en el templo con el enfermo ya rehabilitado a los ojos de la sociedad, para demostrar que ante los ojos de Dios todos tenemos cabida. 

Este fue Pedro. Alguien a quien le costo trabajo creer, alguien duro de mollera y duro de entendederas como una piedra (pedro=piedra respecto de dureza no de cimiento). Alguien que tras un complejo proceso de fe no exento de infidelidades, asumió la grandeza de seguir a Jesús y la necesidad de desplegar ante los demás su perfecta humanidad. 
¿Qué potencial de mi persona dedico al seguimiento de Jesús desde la atención al otro? 
¿Qué potencial de mi persona dedico a imponer mi pensamiento, mi autoridad, mi…etc, haciendo uso de la potestad de la llaves? 
No perdamos de vista que Jesús envía a los suyos a evangelizar desde el desprendimiento (Mt 10.5-9), y este despredimiento a buen seguro le hacia a Pedro no tener, ni si quiera la llave de su casa.

Saludos desde la calurosa Andalucía.


Floren Salvador Díaz Fernández (Bachiller en Teología) 

Oración en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo

Padre bueno que nos amas y nos buscas,
en tus discípulos Pedro y Pablo 
encontramos fermento de cristianismo 
y perfección en la humanidad.
Concédenos padre bueno, 
que alejándonos de los reclamos del poder, 
el fundamentalismo y la intransigencia, 
vivamos nuestra fe con generosidad hacia los demás.
Que descifremos los rasgos del Resucitado 
en todo aquel que llame nuestra atención, 
para así estar convencidos de que colaboramos 
en la construcción de un mundo mejor.
Insuflanos tu santo Espíritu 
como garante de una conciencia responsable 
y unas acciones contundentes, 
para mostrar por ellas 
la inmensidad de tu corazón.
Por Jesús tu Hijo, vuelto a la vida desde nuestros corazones.
Amén.















PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - CÓMO SEGUIR A JESÚS

13 Tiempo ordinario (C) Lucas 9, 51-62
CÓMO SEGUIR A JESÚS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA26/06/13.- Jesús emprende con decisión su marcha hacia Jerusalén. Sabe el peligro que corre en la capital, pero nada lo detiene. Su vida solo tiene un objetivo: anunciar y promover el proyecto del reino de Dios. La marcha comienza mal: los samaritanos lo rechazan. Está acostumbrado: lo mismo le ha sucedido en su pueblo de Nazaret.

Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. No puede ofrecer a sus seguidores la seguridad y el prestigio que pueden prometer los letrados de la ley a sus discípulos. Jesús no engaña a nadie. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:”Te seguiré adonde vayas”. Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
No nos engañemos. El gran obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es el bienestar en el que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria. Somos esclavos de nuestro pequeño bienestar. Tal vez, la crisis económica nos puede hacer más humanos y más cristianos.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Hemos de ensanchar el horizonte en el que nos movemos. La familia no lo es todo. Hay algo más importante. Si nos decidimos a seguir a Jesús, hemos de pensar también en la familia humana: nadie debería vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos. Todos podemos hacer algo más por un mundo más justo y fraterno.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Colaborar en el proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
Recientemente, el Papa Francisco nos ha advertido de algo que está pasando hoy en la Iglesia: “ Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los suyos. 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

jueves, 27 de junio de 2013

ORGULLO DE SER, Y SER CRISTIANO

ORGULLO DE SER, Y SER CRISTIANO

 “Hay en el orgullo una paradoja; hace ridículos a algunos hombres, pero impide que otros lleguen a serlo” 
(Charles C. Colton)
28 de Junio, día del orgullo gay. Bueno, es más que un día del orgullo, es un día que merece la pena celebrarse por muchos motivos, ya que aun a pesar de la negatividad de las noticias y de que no hay un parto sin dolor, pues podemos afrontar la vida con renovada esperanza; viviendo el hoy caluroso y sin preocuparnos por el incierto mañana.

Como cristianos que somos, tenemos un motivo de ejemplaridad para afrontar este día y todos los días, Jesucristo. ¿Sabía Jesús de sexualidad? Claro que supo de sexualidad. La sexualidad está en la mente y en la propia esencia del ser humano, y como humano que era “Jesús tuvo que tener deseo sexual” (José Mª Castillo). Ojo, hablo de deseo no de relaciones sexuales. De esas cosas personales respecto de Jesús, el evangelio no dice nada aunque si las hubiera tenido, su mensaje, persona y la obra de la redención hacia nosotros, no queda invalidada desde ningún punto de vista, pues todo lo ánima el Espíritu Santo de Dios como aliento de vida (Jürgen Moltmann).

Lo que es una autentica lastima, es que centrándose Jesús en la necesidad de la felicidad para el ser humano, en el interés que tuvo por la salud de las personas y su propia vida afectiva, desarrollando lazos sensibles de autentica fraternidad comunitaria como autentica táctica para la evangelización; nuestra Iglesia Católica se afane constantemente en denostar a los homosexuales y demás grupos de género.
Al no acoger a ciertos sectores, la jerarquía debiera darse cuenta de que devalúan plenamente el sentido de comunidad, realizan una acepción de personas denunciada por Jesús y encima pierden un motivo ejemplar para estar orgullosos de sí mismos como pastores. Y es que, todo lo que para los obispos no es normal, está intrínsecamente desordenado. Todo lo que no es conforme a su opinión sobre cualquier cosa, está apartado de la comunión de la iglesia.

¿Cómo así somos Iglesia? Esta es ya una guerra declarada y defendida por los obispos, en pro de un magisterio que es causa interpretativa de la Palabra de Dios realizada por hombres. Y esta ofensiva episcopal en contra de la libertad sexual, se pone en estos días de nuevo en marcha para defender el mal llamado único modelo de familia heterosexual, cuando debiera llamarse único modelo de familia tradicional. Hay una noticia reciente que le ponen nerviosos.

El fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que considera inconstitucional la acepción de los homosexuales respecto de la institución matrimonial, por lo que la unión de dos personas del mismo sexo, es un matrimonio en los EE.UU. de América y en tantos otros países, que a pesar de ser acusados de muchas cosas, ofrecen a los ciudadanos más derechos de los que la Iglesia Católica ofreció en todos los siglos de su existencia.

Considero un derecho el ejercer libremente lo que cada uno viva en si mismo y viva con naturalidad. Creo que es una grandeza para la humanidad, y creo que da pleno sentido al evangelio de Jesús el que muchas personas podamos hacer un uso particular de la libertad, aunque la jerárquica iglesia solo considere libertad a la suya, la llamada libertad responsable, que descansa en el principio anunciado por Alfonso Guerra, de que “quien se mueva no sale en la foto”. Me duelen las personas y me duele la iglesia. Me duele que algunos quieran esgrimir la Biblia al pié de la letra para condenar por ejemplo la homosexualidad; y no cojamos el pié de la letra otros pasajes para defender aquello en lo que jamás debiera de convertirse la Iglesia de Jesús.

La mayoría de pasajes que en la Biblia condenan la homosexualidad, condenan de fondo la infidelidad a Dios, valga el ejemplo de las enfermedades consideradas causa de castigo. Lo de David y Jonathan es algo que no tiene vuelta de hoja, se amaron y punto. Pero, ¿cómo interpretamos Mateo 23? Este capítulo es el que la liturgia debiera mandar leer, en el ritual de la ordenación de los sacerdotes y obispos. Porque esta iglesia jerárquica a la que a lo largo de los siglos, todos hemos colaborado en dar forma, está más que censurada por Jesús, ya que “la iglesia como institución, encarna todos los defectos que Jesús criticó en la religión de su tiempo” (Francisco Asensi). 

Le podemos preguntar a este respecto a los jóvenes de la parroquia de Mairena del Aljarafe (Sevilla), expulsados por el cura a expensas del obispo por insubordinación al magisterio. Con estas actitudes, ¿Dónde deja la iglesia el sentido de la parábola del buen samaritano? (Lc 10,35) Pues la deja en lo más alto, porque no será el sacerdote el que se pare en el camino, él pasará de largo. Será otro excluido u otra persona que viva en sus carnes el sentido de humanidad, quien pasará junto a nosotros y dignificará nuestras vidas. 

“Obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra” (Mt 23,3). Vamos que de coherencia evangélica, como que nada de nada. Siento que haya quienes se molesten por estas palabras, incluso que las utilicen en mi contra. En igualdad de oportunidades, podemos discutir sobre ello. Para terminar, solo dar un mensaje esperanzador.

Los que en Jesús tenemos puesta nuestra mirada y nos tratamos de manera fraternal y solidaria, seremos Iglesia aun a pesar de los que piensan que no los somos. Aquellos que pasaron de largo ante el hombre herido en el camino (Lc 10, 31-32), no se pararán en el camino ante nuestra necesidad. Dios Padre, bondadoso es harina de otro costal.

Este, en Jesús y por Jesús -su revelador-, renueva nuestra esperanza en la superación diaria de obstáculos y controversias. De sus labios recibimos un apoyo, para dejar caer la cabeza en su hombro para poder reír y llorar. La amplitud de su corazón, en Dios se hace acogida total, pues con el profeta nos dice: “¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Isaías 49,15).
Floren de Estepa (Bachiller en Teología)

PADRE NUESTRO, DE TODOS LOS AMORES


Padre nuestro y padre de todos.
De los altos y los bajos,
de los hambrientos y los hastiados,
de los tradicionalmente casados,
y padre también de los homosexuales.
Como me siento hijo/a  tuyo/a, te digo
que quiero vivir en ese reino que prometes
y que día a día esperamos.
Queremos repartirnos entre todos
el pan, las flores, el tiempo y el trabajo.
Equitativamente y sin desigualdades,
ya que todos, ¡todos somos imagen y semejanza tuya!
Espero de ti el perdón tan necesario,
para ofrecerlo a aquellos que nos ofenden
con teorías sobre nuestra sexualidad,
que se basan en la muerte y la degradación;
Ese perdón que nos haga vivir serenamente el futuro.
También nosotros queremos perdonarnos,
colaborando a levantar un mundo derruido,
Un mundo que se atreve a pesar el amor
para separar el legítimo del ilegitimo.
Como si todo el amor no proviniera de ti.
Queremos aportar nuestra fuerza en la lucha,
del odio egoísta,
de la boca soberbia,
de la ciega violencia,
de la xenofobia bendecida,
de los deseos que esclavizan,
de toda individualidad que excluya.
Tentaciones que cada día nos acosan
como a Jesús un día le acosaron.
Con su fuerza, que es la tuya,
queremos rechazarlas
y bendecirte por nuestro amor y sexualidad.
Quiero ser fuerte para rechazar,
todo aquello que lastre mi dignidad personal,
y convencid@  de la enormidad de tu corazón
poder decirte:

PADRE NUESTRO.



(Adaptación del P.N. de Arbeloa)

HISTORIA DE UNA LÁGRIMA DE AMOR

Historia de una lágrima de amor.
Hoy, recién comenzada la mañana en la floristería y prestándome a un barrido sin demasiado entusiasmo, sentí a mis espaldas el abrir de la puerta. No me giré de inmediato pues estaba recogiendo el montoncito de basura, esculcando los posibles alfileres caídos en el suelo. ¡Jamás tires un alfiler!, me dijo siempre mi madre como buena modista. Mientras hacía esto, percibí el caminar pausado y cansino de una persona mayor. 
Me volví para atenderla, cuando me di de bruces con un conocido y preciado señor mayor. Socorro –el nombre de su esposa-, es la palabra que me vino a la mente en cuanto le vi. Tras estrecharnos las manos y preguntarnos por la salud, me dijo que quería solamente una flor, un detalle. 
Mi memoria, no demasiado presta a casi nada excepto el recordar argumentos de libros y sus personajes, calló en la cuenta de que hoy es el aniversario de la onomástica de su difunta esposa. De inmediato mi mente quedó aturdida, por el gesto y por la fidelidad. Joaquín y Socorro, eran de esos matrimonios del que uno no podía ni imaginarse, el que uno se fuera antes que el otro. 
Su fidelidad de vida, su carisma –sobre todo el de ella-, y su estilo de vida; le hacían ser una pareja ejemplar y autosuficiente hasta casi los últimos días de la vida de ella. Mujer sonriente, dicharachera y exclusiva por su nombre antiguo de señora de pueblo; Socorro era el amor de Joaquín, y se le fue como se van las hojas en otoño, sin poder remediar el retroceso de la naturaleza. 
Hoy me pregunto el porqué del fracaso de tantas y tantas parejas a los pocos años de casados. ¿Acaso perdieron la ilusión por descubrir cosas nuevas? ¿O es que todos estamos sometiendo el amor al absurdo sentido de la productividad, por medio del cual o eres rentable o lo que tienes que hacer es morirte? 
Socorro murió. Pero al entregarle a su viudo dos rosas rojas y decirle que no se las cobraba porque a las buenas personas no se le olvida; sus ojos se han llenado de lágrimas que han surcado su rostro, hasta la infinitud de su labrado rostro. Son lágrimas de fidelidad, de inagotable entrega a la memoria de la esposa. 
Son lágrimas de amor. Del amor que le tuvo, y del que siempre le tendrá mientras Joaquín tenga aliento de vida. 
Desde la inmensidad, Socorro verá el brillo de esa agua de amor que surcan los ojos de Joaquín y nosotros continuaremos aprendiendo, que es esperanzadora la gran aventura de amar.
Besos eternos.

Floren Salvador Díaz Fernández.
(p.d. los familares que puedan darse por aludidos, pueden ejercer su derecho a que elimine este escrito)

"TRATAD A LOS DEMÁS COMO QUERÉIS QUE ELLOS OS TRATEN" Mt 7,6.12-14


lunes, 24 de junio de 2013

DESALOJO ECLESIAL EN LA DIOCESIS DE SEVILLA

El amigo Víctor, esta mañana desde Facebook nos pasa la noticia de un desalojo eclesial, y dicen bien. He leído la noticia atentamente, http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/06/21/andalucia/1371837198_160076.html y no puedo por menos que sentir en mis carnes la situación de desamparo en la que se encuentran estos jóvenes de Mairena del Aljarafe. El problema está claro -como en mi caso y en tantos otros casos-, defendéis la iglesia que quiso Jesús y que os quiere imponer la iglesia institucional que despreció Jesús de Nazaret, como medio de represión a las personas. 

Es una desconsideración absoluta echar a la calle a unas personas, argumentando la ortodoxia del magisterio. ¿En que página del evangelio o del magisterio eclesial, ha leído el obispo que los cristianos debamos cerrar las puertas de la comunidad a nadie en particular, argumentando el incumplimiento de la ley escrita? 
Desde luego es darse contra una pared. Yo animo a estos jóvenes a continuar su labor de espaldas al obispo -del que no deben esperar nada pues a los hechos me remito-. Les animo a continuar reuniéndose en torno a la presencia de Jesús. 
Les animo a vivir su sexualidad de manera natural, como una gracia de Dios.
Les animo a descubrir la presencia del resucitado en ellos mismos y en aquellas personas de la sociedad que puedan ser objeto de sus atenciones, caridades y sentido fraternal. 
Les animo a reunirse y a celebrar la palabra y la comida fraterna que tendrá en ellos frutos eucarísticos. 
Les animo a no perder la esperanza, pues el mensaje de Jesús está muy por encima de los picos, mitra e infulas de un obispo. NO NOS QUIEREN EN LA IGLESIA. MÁS CLARO, BLANCO Y EN BOTELLA.
Abrazos fraternos.


viernes, 14 de junio de 2013

FRANCISCO, QUE NO LE TENGAMOS QUE DECIR: "ENTRE YO Y MI HERMANO, POCO NOS LLEVAMOS"

Entre yo y mi hermano, poco nos llevamos
Desde el trece de mayo de este año, somos muchas las personas que hemos vivido todo un tsunami de sensaciones alentadoras, tras la elección del papa Francisco, como consecuencia de la –muy responsable- decisión de Ratzinger de dejar el pontificado. 
Quien escribe reconoce ante ustedes que se ha reconciliado con el solio pontificio tras muchos años de discrepancias totales. Aunque todavía albergo discrepancias con la iglesia, asumo la vitalidad de todos los gestos de Francisco y su repercusión en el mundo; pero espero que todo esto no sea una cortina de humo, para evitar lo esencial. 

Lo esencial es el seguimiento de Cristo. Y lo malo es que “NO” es una novedad para el cristianismo de hoy, que la opción sea la del seguimiento. Son tantos los dimes y diretes, son tantas cuestiones a tener en cuenta para tomar tal o cual decisión, que puede que al papa y a nosotros mismos –en ocasiones- se nos pase el tiempo sin que consigamos poner nuestro pié en la hendidura que deja ante nosotros el Resucitado.
Aun resuenan en nuestros oídos los ecos de la resurrección, los gestos de Jesús y sus acciones. Todo ello hay quien lo prefigura en la persona del papa Francisco, y yo aliento esos gestos. Quien está cerca de mi me ha escuchado en más de una ocasión manifestar, la repercusión que en tiempos de Ratzinguer, hubiera tenido el ver al papa leyendo su mensaje de navidad sentado en una humilde silla. 

Está claro que Ratzinger, tan amante de los tronos dorados y ornamentos litúrgicos con siglos de antigüedad, se lo ha puesto demasiado fácil a Francisco, aunque el pretexto de este último fuera solamente el aligerar el peso del atuendo pontificio en las celebraciones. 
Ya manifestó el teólogo y amigo José María Castillo, que no se cambia la iglesia con cambiar de zapatos. Una afirmación muy elocuente, para mirar al nuevo papa como yo creo mirarlo, con esperanza, ánimo y mucha cautela. Cautela porque los ecos eclesiásticos en nuestro país, al menos no indican que el talante papal sea somatizado a los obispos de las diócesis de la muy católica –que fue- España. 
Los que sabemos algo del sentido eclesiástico de nuestra iglesia, sabemos que todas las declaraciones de los obispos responden a un orden estratégico organizado por ellos mismos, para no dejar de marcar la senda de la ideología católica más conservadora y por ende, la única entendible por ellos. 
Los obispos de Segovia y Córdoba hoy se manifiestan contra el aborto, niegan de pleno el acceso de la mujer al sacerdocio argumentando este como don exclusivamente masculino, y tildan el divorcio como epidemia del siglo XXI…etc. No me extiendo en las declaraciones porque solo hay que imaginárselas. 
En la vecina Francia se suceden manifestaciones de carácter fundamentalista contra derechos obtenidos hacia la identidad de género, y está demostrado que tras las convocatorias está el aliento de la iglesia católica francesa. 

En Rusia esta semana se ha aprobado con la bendición de la Iglesia Ortodoxa, una ley represiva y de una dureza extrema al considerar un delito la manifestación de la libertad sexual, así como penalizar por ley todo aquello que sea considerado ofensa a la religión. No sé si se me podrá tildar de demagogo pero, ¿nos cambiamos todos se zapatos y así comenzamos a cambiar el mundo? Dejadme que os pregunte. ¿Qué respuesta damos a todas las personas a las que afecta de manera negativa y causan dolor estas declaraciones episcopales, así como los hechos acaecidos en Francia o Rusia? 
Me centro brevemente en los divorciados. A estos la iglesia, nuestra iglesia, como respuesta inmediata les cierra la puerta a la participación responsable de la comunidad, negándoles la comunión y el acceso a responsabilidades eclesiales tachándolos de ácratas. 
¿Esto no es una vuelta a la antigua economía de la salvación? ¿Apostamos por la vida y el amor, o por el “cumpli-miento” de la ley? 
Es precisamente aquí donde esperamos a Francisco, en este recodo del camino en el que muchos le diremos egoístamente ¿qué hay de lo mío? Porque solo entonces tendrá la oportunidad de TESTIMONIAR auténticamente como Jesús de Nazaret, aunque se tenga que dejar la piel en el intento. 
Coincido con el papa en que os pobres son importantísimos. 
¡Lo primero! Porque la pobreza es la autentica lacra del siglo XXI y no que la gente se separe o se deje de separar, pues los vínculos sacramentales van más allá de las posibilidades de visibilidad que tiene un obispo. Pero hay cuestiones de fondo en las que la iglesia se obceca, y que irremediablemente causan la retirada de muchos hijos e hijas de la iglesia por el camino. 
Los que responsablemente se salgan del camino no volverán por muy evaluable que sea la clase de religión. ¿Hasta dónde presionaran los obispos? Probablemente hasta la próxima campaña electoral. Mientras tanto no debieran perder de vista, que somos muchos los cristianos que estamos casi a punto de renunciar a la catolicidad como seña de identidad religiosa, ya que se ha convertido en represiva. 

Y Jesús de Nazaret solo quiso la felicidad individual y colectiva, sin preguntar el cómo ni el porqué. Acabo. Papa Francisco, déjese de fuegos artificiales y no se duerma en los laureles, no le vayamos a tener que decir el refrán del pueblo respecto de la similitud con su antecesor: “entre yo y mi hermano, poco nos llevamos”. 
Paz y bien desde la calurosa Andalucía.

Atte. Florencio Salvador Díaz Fernández, Titulado superior en Teología.

jueves, 13 de junio de 2013

EL ESPLENDOR DE LA CONFIANZA

Excelente texto ofrecido por Arregui en http://www.atrio.org/2013/06/no-temas/,

Si no ves ningún fulgor en tu horizonte,
evoca las pacientes luces que anidan
luminiscentes en tu corazón.
Si la aflicción te lastima hasta el dolor,
déjate sanar por la ternura
que está aguardándote en el umbral.
Si el agua turbia del arroyo se asemeja
a un mar tormentoso y embravecido
crúzalo a pie, despaciosa, resuelta.
Si la tribulación anega tu mirada
con amargas lágrimas, desfallecidas,
llégate a quien te espera para el ardor y su abrazo.
Si rescatas del olvido el entusiasmo que está aguardándote,
la confusión y las brumas te abandonarán
para que el día te arrope con el esplendor de la confianza.
(Miguel Ángel Mesa)

jueves, 6 de junio de 2013

PERLAS DE PAGOLA PARA EL FINDE - EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO

10 Tiempo Ordinario (C) Lucas 7, 11-17
EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

Jesús llega a Naín cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío. De la aldea sale un cortejo fúnebre camino del cementerio. Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo. 

En pocas palabras, Lucas nos ha descrito la trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por los varones. Le quedaba solo un hijo, pero también éste acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor. ¿Qué será de ella?
El encuentro ha sido inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. ¿Cuál será su reacción? Según el relato, “el Señor la miró, se conmovió y le dijo: No llores”. Es difícil describir mejor al Profeta de la compasión de Dios.
No conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro. Su reacción es inmediata: “No llores”. Jesús no puede ver a nadie llorando. Necesita intervenir.
No lo piensa dos veces. Se acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: “Muchacho, a ti te lo digo, levántate”. Cuando el joven se reincorpora y comienza a hablar, Jesús “lo entrega a su madre” para que deje de llorar. De nuevo están juntos. La madre ya no estará sola.
Todo parece sencillo. El relato no insiste en el aspecto prodigioso de lo que acaba de hacer Jesús. Invita a sus lectores a que vean en él la revelación de Dios como Misterio de compasión y Fuerza de vida, capaz de salvar incluso de la muerte. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento de la gente.
En la Iglesia hemos de recuperar cuanto antes la compasión como el estilo de vida propio de los seguidores de Jesús. La hemos de rescatar de una concepción sentimental y moralizante que la ha desprestigiado. La compasión que exige justicia es el gran mandato de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Esta compasión es hoy más necesaria que nunca. Desde los centros de poder, todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Se funciona como si no hubiera dolientes ni perdedores. Desde las comunidades de Jesús se tiene que escuchar un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado socialmente como algo normal pues es inaceptable para Dios. Él no quiere ver a nadie llorando. 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).