CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 18 de febrero de 2020

RECUERDOS DE UN FATÍDICO FEBRERO DE 2019


"Si Cristo vino a abrazar, como se justifica el poner a un hijo de Dios en la puerta de la calle."

Me encanta esta imagen por lo mucho que expresa.
Es mi breviario o libro de oración. Siii, soy un concejal que reza -por ello no soy mejor ni peor que usted-. 

Hoy he recordado Febrero de 2019 del año pasado, cuando fui a entrevistarme con el Arzobispo de Sevilla por el castigo al que me sometió sin explicación alguna, prohibiéndome el revestirme de blanco en misa en las iglesias de Estepa.

Allí se rompió un vinculo que jamás se recuperará tras años y años y años de servicio catequético, pastoral y litúrgico.

Me sorprendió la falta de transparencia de este señor, su mutismo, su negativa a darme la cara. Él sabía que el interlocutor que tenía delante era duro. Sabía de mi formación y mis argumentos fueron tan contundentes que no pudo rebatirlos. 

Si Cristo vino a abrazar, como se justifica el poner a un hijo de Dios en la puerta de la calle.

Hoy, a un año vistas aun estoy esperando su disculpa aunque sé que un obispo es incapaz de pedir perdón. Estoy esperando sentado como comprenderéis.
Noo, en serio, no necesito su perdón. Salí de su despacho convencido de que la jerarquía -los que mandan- son una cosa, y los que viven la iglesia, comparten el pan y trabajan desde el servicio son otra cosa distinta.

Yo me quedo con lo segundo, y acompañaré siempre a toda persona que desde el respeto ame a Dios Padre y a su hijo Jesucristo, en su casa en su familia -sea la que sea-, en su hermandad o grupo jóven...etc. Le dije al Sr. Asenjo que "no olvidara que mi fe es como la torre que está detrás de usted, la Giralda. Y una fe así, no se puede tronchar".

Ahí está mi libro de oración, PALABRA DE DIOS, y esos lazos que me acompañan en la oración y que al ponerlos ante Dios, pongo la vida, el amor y la libertad MÍOS Y DE CADA UNO DE USTEDES, no os quepa la menor duda.
En la educación y el respeto me encontraréis.

Siempre vuestro, Floren.

P.D. Sr. Arzobispo, sigo sin olvidar -y no olvidaré- las lágrimas de mis padres.