La pequeña se sobresaltó en medio del pasillo.
Todo estaba oscuro y se sentía sola. Sola como nunca.
Escuchó o le pareció escuchar el sonido de una puerta, pero era inútil pensar
que él estaría allí.
Su luz se había apagado y ella creía que nada podía hacer. Lo más trágico
era que en ocasiones creía vivir un sueño. Un sueño que no era realidad y del
que despertaría en cualquier momento para de nuevo volver a verle, estrecharle,
recibir sus consejos y tenerlo de nuevo como luz y como guía.
Pero las cosas eran como eran, y no era un sueño. Llegó a pellizcarse
la cara para despertar. Nada. Oscuridad. Incluso mirando las estrellas, pensaba
que más nunca habría navidad para ella.
Agotada por los avatares del día, al anochecer se metió en la cama y se sumió en un profundo sueño. Su imaginario la llevó a una enorme dehesa llena de flores donde había una luz cegadora. Era tan enorme el resplandor que no podía dar ni un paso sin caerse. Cuando de pronto sintió que alguien la cogía de la mano. Era una mano de tacto suave y cálido. Una mano amable que la hacía sentirse segura y como en casa.
Le reconoció y comenzó a caminar por el sendero.
Cuando la mano le soltó ella continuó caminando ya a solas.
Entonces en la luz cegadora se perfiló un rostro. Ella quedó
paralizada.
Era él, rodeado de sus colores rojo y blanco. Entonces vio como le extendía
el brazo y le tocaba en el pecho. Notó como las lágrimas resbalaban por sus
mejillas
Yo estoy aquí, pequeña. Le dijo.
Inmediatamente ella noto una sensación cálida que le crecía en el pecho
y al mirarse vio como se le iluminaba el corazón, su corazón.
Entonces lo supo. Supo que sería capaz de caminar por el sendero pues
él siempre la acompañaría de la mano. Supo que su amor sería eterno y que esa era
la luz que había crecido en su interior.
Y tuvo la certeza de que entre esa luz que siempre la guiaría y la
compañía y apoyo del hombre al que amaba –y la amaba-, jamás volvería a
sentirse sola en ninguna navidad.
Para una amiga muy especial. Con el deseo de que esa luz te acompañe siempre y al recordar su rostro te llenes de amor y su presencia conforte tu espíritu. Besos de tus amigos, Sergio y Floren.
Te queremos. Navidad 2025.
