APAGADO DEL CIRIO PASCUAL EN LA TARDE NOCHE DEL DÍA DE PENTECOSTÉS.
Esta ceremonia litúrgica es recomendable para todas las personas cristianas que celebran la pascua de manera individual o comunitaria.
Tengamos en cuenta que para realizar esta liturgia no es preciso tener un cirio pascual bendecido o consagrado, pues son muchas las personas o comunidades religiosas o cristianas, que al reunirse suelen encender una luz que hace sirve para invocar la PRESENCIA. Es por ello, que para realizarla basta con tener encendida cualquier luz que simbolice a Cristo, presente entre nosotros o con nosotros si se hace de manera privada o individual.
(Esta ceremonia puede realizarse de manera comunitaria o privada. Es recomendable realizarla en los oficios últimos de día tales como las vísperas, eucaristía de la tarde. Lo más recomendable en realizarlo dentro del oficio de completas)
MONICIÓN:
Dios y Padre bueno, que
nos amas y nos buscas. El Espíritu Santo que nos ofreces en Jesús resucitado,
es el origen de la fuerza y el dinamismo de la misión evangélica que da sentido
a nuestra vida y es la razón de nuestro ser comunitario y cristiano. En esta
misión, las mujeres y hombres llamados a anunciar tu palabra y renacidos del
agua y del Espíritu, vivimos ya las realidades del Reino de Dios mientras
esperamos la plenitud gozosa de los tiempos. Esta vivencia exige y anima
nuestro compromiso cristiano, para llegar a ser sembradores de tu Reino.
Un Reino que es justicia,
amor y paz verdaderos.
Un Reino por el que
vivimos y trabajamos desde la vocación que cada uno tenemos, para llegar a ser
en el mundo instrumentos de tu paz como nuestro padre Francisco de Asís.
Agradecidos por tu compañía
que se prolonga a través del tiempo y recordando nuestro compromiso de ser luz
junto a tu Hijo Jesús resucitado, encendemos ahora el cirio pascual.
(Ahora se desarrolla el oficio concreto de la liturgia de las horas o la propia eucaristía o liturgia de la palabra, dejando la continuación para la ultima parte del oficio que puede retomarse tras recitar el padre nuestro)
ACLAMACIONES A
LA LUZ DE CRISTO:
Bendito seas Padre, fuente
y origen de toda luz. Al contemplar las lumbreras del firmamento, por medio de
las cuales estableciste la sucesión de las noches y los días, te alabamos
gozosos, y recordamos tus prodigios en favor de tus elegidos.
Para liberar a tu pueblo
de la esclavitud de Egipto, lo guiaste a través del desierto por medio de una
columna de fuego y nube, dándole luego posesión de la tierra prometida.
R. Gloria a ti por los
siglos.
Ahora, en la plenitud de
los tiempos, por la muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, has
liberado a la humanidad entera de la esclavitud del pecado y de la muerte, y
nos has dado nueva vida a los que, regenerados por las aguas del bautismo,
hemos sido incorporados en el reino de tu Hijo y entrado en posesión de la luz
verdadera.
R. Gloria a ti por los
siglos.
Son estas maravillas de tu
amor las que conmemoramos en este cirio, signo de Jesucristo vivo y presente en
medio de tu pueblo. Por eso, al participar de su luz en todo el tiempo pascual,
nos gloriámos en Él, que ha vencido a las tinieblas, y nos comprometemos a ser
sal que conserva la alianza nueva, sellada en su Sangre; luz que brilla ante las
mujeres y hombres de nuestro tiempo; testigos de tu amor en el mundo.
R. Gloria a ti por los
siglos.
Y así, Padre, como en otro
tiempo tu pueblo liberado cantó la gloria de tu nombre, nosotros, tus hijas e
hijos, congregados por tu Espíritu en la confesión de una misma fe, te alabamos
por tu gran ternura y cariño, mientras caminamos hacia la Jerusalén celestial,
donde resplandecerá la gloria de Jesús de Nazaret, lucero sin ocaso, y
habitaremos en la plenitud de tu luz.
R. Gloria a ti por los
siglos.
Al que humanizó el mundo
con su amor, al que nos mostró el rostro amoroso de Dios padre y madre, al que
nació de las entrañas maternales de María y José; la alabanza y el honor, la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. R. Amén.
CANTO:
¡Oh luz gozosa
de la santa gloria
del Padre celeste,
inmortal!
¡Santo y feliz Jesucristo!
Al llegar el ocaso del
sol,
contemplando la luz de la
tarde,
cantamos al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo de
Dios.
Tú eres digno de ser
alabado siempre,
con santas voces.
Hijo de Dios, que nos
diste la vida,
el mundo entero te
glorifica.
ORACIÓN Y
APAGADO DEL CIRIO
Te damos gracias, Padre,
por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, por medio del cual nos iluminas,
revelándonos la luz que no tiene ocaso. En esta fiesta de Pentecostés al
término del tiempo Pascual, cuando completamos la duración de la jornada y nos
acercamos al comienzo de la noche, agradecidos por tus dones, llenos de la luz
del día que creaste para nuestra satisfacción, puesto que ahora, por tu gracia,
nos falta la luz de la tarde, te alabamos y te glorificamos por tu Hijo Jesús.
Gracias Padre de bondad
por esta luz que nos ha acompañado encendida durante todos estos días en los
que nos hemos congregado ante Tu Presencia.
Gracias porque su Luz nos
ayuda a sentirte cerca, ilumina nuestros pasos y nos recuerda que igualmente
debemos irradiar esta luz a las mujeres y hombres con los que convivimos, para
ser prolongación tuya y sembradores de tu Reino.
Unidos a todas las
personas que sienten la vocación misionera de vivir junto a Ti, Padre y
evangelizar junto a tu Hijo Jesús, Luz del mundo; apagamos esta luz con el
deseo de que su fuego esté siempre en nuestros corazones y siempre caminemos
por el mundo, de la mano de Jesús.
Por Él sea ti la gloria,
el poder y el honor, con el Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de
los siglos.
(Y se apaga el
cirio cantando por última vez a la virgen el Regina Coeli)