LA CENIZA, COMO USO RELIGIOSO
Una cuaresma más y una cuaresma menos. Pero de todas formas, quienes seguimos a Jesús –o decimos seguirlo- no deberíamos de perder la meta de llegar a él y resucitar con él; aunque para ello debamos superar un proceso o seguir una detrrminada senda, que es la cuaresma; preparación NO para la semana santa, sino para el acontecimiento de la resurrección de Jesús.
Como sabéis cuaresma se deriva de 40, ya que es el número teológico-litúrgico por antonomasia. Ni Jesús estuvo exactamente cuarenta días en el desierto ni el pueblo de Israel caminó 40 años por el desierto, en absoluto. Es una manera de expresar un proceso determinado, pues 40 hace referencia a un camino o a un prolongado espacio de tiempo.
Pero no un camino sin más, sino un camino en el que se llega
a una profunda experiencia de fe, desde la relación con Dios y sus mediaciones.
Respecto de la ceniza y tras haber investigado hace años sobre
el tema, pues deciros que su uso se origina en tiempos del rey David.
Concretamente en un ritual llamado DE LA TERNERA (VACA) ROJA. No es broma, no.
En tiempos de Eleazar, libro de los Números capítulo19,1ss, se
quemaba una vaca colorada o un cabestro.
“Un hombre puro recogerá las cenizas de la vaca las
conservará para hacer el agua de purificación que usará la comunidad de los
israelitas para hacer la expiación", dice la escritura.
Igualmente, tanto el sentarse en ella vestido de saco, o
colocarse ceniza en la cabeza; desde siempre ha sido entendida como señal de
luto, penitencia, tristeza. El mejor ejemplo de esto lo encontramos en el
nombrado Rey David que se sentaba en ella en su arrepentimiento, o de Tamar que
se roció la cabeza con ceniza. (2Sam 13,19)
Ya sabéis un poco más de este ritual, que se consolidó sobre
el siglo IV y que en el Vaticano II (1965) por medio de la disposición
conciliar “Sacrosantum concilium” (SC) capitulo 109 se nos recomendó de la
siguiente manera:
“Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dese particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente: a) Úsense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior.”
En esta cuaresma en la que nos adentramos y en la cual el ruido de las bombas y los estragos de la guerra tiñen –sobre todo- de sangre roja e inocente la tierra de Palestina y otros lugares del mundo; abramos nuestros corazones a la ternura, a la fraternidad y a la paz completa y sin reservas.
Jesús de Nazaret murió sin querer, fue matado por un proceso injusto. Y precisamente igual a él mueren una y otras miles de criaturas sin habar hecho daño a nadie y en la mayoría de los casos personas que han pasado por el mundo haciendo el bien.
Tengamos cuidado de no relativizar la muerte y sufrimiento de Cristo en un mero espectáculo cultural de semana santa. Cuidado. Porque en cierto modo educamos a nuestros pequeños acostumbrándose a ver una persona torturada y vilipendiada y siendo paseada por nuestras calles al son de música.
No digo que esté mal, en absoluto pues nos gusta y los
disfrutamos. Pero hagamos una buena catequesis de esto y logremos educar en
sensibilidad.
De corazón os lo deseo, ¡buena cuaresma, como camino a la
Pascua, al YO renovado!
No abuséis de las ocasiones de "cenizas", Dios no
quiere cambios exagerados, solo nos quiere como hijos, como lo que somos.
Abrazos, paz y bien y buenas noches.
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