En el "Día del Seminario"
CÉSAR ROLLÁN, MADRID.
ECLESALIA, 18/03/10.- Los curas cuentan con toda mi admiración en general y en particular. Conozco muchos, a unos más que a otros. Con algunos me une la amistad, con otros la confianza y a la mayoría solo les conozco de lejos. También he de decir que tengo rostros que he decidido olvidar.
Valoro la figura del sacerdote, su trabajo, su empeño por servir en esta Iglesia nuestra. Reconozco en todos su extraordinaria autonomía para organizarse, para tomar decisiones en lo importante y en lo cotidiano. Comprendo su vocación y me admira el esfuerzo continuo de fidelidad, obediencia y austeridad.
¿Son necesarios? Es bien sabido que todos los grupos y sociedades necesitan un cierto tipo de liderazgo para que puedan funcionar de forma organizada. Desde los griegos a nuestros días el pensamiento no ha parado de darle vueltas a esta cuestión. Jesús dejó claro el suyo: "El que quiera ser el primero entre vosotros que sea vuestro servidor". La altura, profundidad y anchura de la propuesta no tiene límites.
Si son necesarios… ¿Por qué nos seguimos privando los católicos de tantas personas valiosas? ¿Por qué no disfrutamos su don de animar comunidades? Sé que la cosa no es tan fácil, que hay una tradición de por medio que lo justifica de múltiples formas… ¿Y la Tradición de Jesús?
Quizá sea la hora de darnos cuenta que cualquier persona bautizada puede sentirse llamada. Es posible que sea ya el momento de que en la Iglesia se discerniera su vocación sin tener en cuenta su género ni condición. Pudiera ser que haya llegado el tiempo de entender que hombres y mujeres pueden servir a la comunidad y ejercer la presidencia siendo Cristo para los demás. Dios dirá…
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