CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 22 de junio de 2012

EL SAGRADO CORAZÓN, HOY


El Sagrado Corazón, hoy.


Toda la teología de esta fiesta impulsada por Inocencio III, tiene su fundamento en Juan 19,34. Literalmente dice el evangelista: “Sin embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua”.   Sin lugar a dudas, el acto es explicado como la certificación de la muerte de Jesús y lo que posteriormente vendría, la vida ulterior. Como detalles del asunto, denotar que en la biblia griega, se nos dice que “un soldado, con su lanza, le abrió (aperuit) el costado”; mientras que la Vulgata se apoya en antiguos códices y afirma que el soldado (huoixeu) atravesó, según el verbo griego más probable, correspondiente al del texto profético de Zacarías, entonces mirarán al que traspasaron, y harán duelo y llorarán por él como por la muerte del hijo único o del hijo primogénito” (Zac 12,10).

Y toda esta fiesta, radica en la contemplación de la muerte de Cristo por amor a nosotros. Un amor, que nace del corazón; símbolo desde tiempo inmemorial de los sentimientos de la persona y su alto valor amoroso.

Reinaré, reza aun en esa plaquita esmaltada que con el corazón de Jesús en el centro, aun se encuentra en la parte superior de muchas casas en el pueblo. La piedad popular, siempre ha favorecido la contemplación de estos misterios, y es algo muy valioso, porque al menos pone al sujeto en contacto con la sensibilidad humana de Jesús, el hijo de Dios.

Pero, esta fiesta quedó estática, como exclusiva de la veneración de este misterio. A día de hoy, somos bastantes los que consideramos que entre las muchas interpretaciones posibles, está la de ver en ese corazón de Jesús, en primer lugar el corazón de cada hombre y cada mujer, que se entrega constantemente por una noble causa. Jesús nos ama, sí. Nos asiste con su Espíritu y desea que demos cumplimiento a ese amor que de él se deriva.

Hacer la vida más fácil a la gente, no atormentar con legalismos y piedras de molino insoportables hasta para nosotros mismos, aplicar la amorosidad y el sentimiento humano a cada momento de la vida. Es lo principal, todo lo demás es añadidura que se puede vivir con más o menos fervor.

Quien no sea hospitalario, fraterno y comprensivo, que no pretenda venerar este misterio humano, del amor que Jesús nos tiene.