Démonos de comer
“Dadle vosotros de comer” (Mc 6,37)
Un año más, nos acercamos a la
fiesta propuesta por la liturgia para este fin de semana, el Cuerpo y Sangre de
Cristo. Sin lugar a dudas, alabado sea. Y alabada sea toda la alegría y la
solemnidad, con la que comúnmente se suele festejar esta onomástica sacramental.
Igualmente sin lugar a dudas, hay otros modos de celebrar esta fiesta, y de orientarla
según las circunstancias en las que uno vive o se desenvuelve. Digamos que no
solo es posible, sino deseable, dejar la fastuosidad de lado y centrar este
misterio en la vida misma, dignamente vivida; quizás para dar ejemplo de
humildad.
Bueno, ¿hablamos de eucaristía,
de presencia real de Jesucristo?
Yo en los tiempos en los que
vivimos, prefiero centrarme en esta ocasión, en lo que yo considero el
autentico valor y significado, por el que reflexiono sobre lo sagrado del alimento eucarístico –sacramento
de fraternidad-, el valor incuestionable de la comunión. Comunión de comer. No admito
aquí la posibilidad de diferenciar lo cerca o lejos que una persona puede estar
de otra, respecto a pensamientos magisteriales o dogmaticos, con la sentencia
de en comunión o en incomunión. Eso lo dejamos para intrigas episcopales
palaciegas.
Comunión de comer, que es lo que
le importa a la gente de hoy, cansada de leyes, de ladrones financieros, de
intrigas políticas y de mensajes que tranquilizan la conciencia pero no acallan
los ladridos de las hambres. Porque, no solo hay hambre de pan. Hay hambre de
Jesús testimoniado, hay hambre de dignidad reconocida, hay hambre de apoyo
real, hay hambre de solidaridad efectiva, hay hambre de amor incondicional y
sin condicionantes.
Hay necesidad de dar a conocer a
las personas creyentes y que desean creer, el misterio eucarístico que se hace
realidad en la cotidianeidad de la vida de cada uno. “El alimento que Cristo
nos da es amor, es un mismo pan; como en la familia la mamá parte aunque sea
pobre, el mismo pan para repartirlo a los niños, a los hijos y así se siente en
torno de la mesa la unidad de la familia; el altar que es lugar de holocausto,
es también mesa del hogar” (+Oscar Romero, 17-06-1979)
“Dadles vosotros de comer” (Mc
6,37). Como otras máximas de Jesucristo, en ella nos muestra su preocupación
por la persona y los problemas de las personas. Pues sabemos, que no fue pan como
elemento físico el que alimentaba a la multitud; sino el mensaje carismático y
concluyente, de un hombre que amaba tanto a las personas, que tenia la facultad
divina y la gracia de Dios suficiente como para transformar el corazón de la
persona.
Eucaristía como ceremonia a la
que acudimos y participamos, aunque sea de manera residual y mecánica; puede
ser un lugar de comunión y sacramento de Cristo. Pero, reducir a estos ritos la
facultad de hacer presente a Jesús entre la comunidad, considero que es una
pobreza espiritual y una injusticia, pues cierra a las personas no ordenadas
ministerialmente, al misterio de la gracia por el cual Jesús nos dejó dicho
que: “donde dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
(Mt 18,20)
Lejos de mi intención, el que los
laicos tengamos capacidad para consagrar, no es lo que deseamos ni esperamos. Pero
si debe reconocerse, que los actos que en nombre de Jesús podemos realizar o la
comunidad que podamos formar en determinadas ocasiones, son plegarias de
invocación al Espíritu de Jesucristo, epíclesis a todos los efectos. “Numerosas
epíclesis piden que el espíritu procure no sólo la consagración de los dones en
cuerpo y sangre de Cristo, no sólo su santificación, sino los frutos en el fiel”
(El espíritu santo. Y.Congar), para ser así mismo reconocido realmente, en la
vida de los que en el creen o esperan.
No se nos escape la etapa de
profunda crisis que vivimos. Económica, de valores, de fe. En cada caso, prima
el desencanto de las personas con las instituciones políticas, judiciales y la
propia iglesia; al no dedicarse a aquello que radica en sus códigos de buenas
conductas y sus leyes. En el caso de nuestra iglesia, su constitución es el
propio evangelio, denostado por tantos escándalos lastimosos e intrigas
vaticanas por cuotas de poder.
A los laicos cristianos en mayor
medida, nos corresponde ser esperanza para aquellos que la han perdido o están desanimados.
Cada cristiano, además de colaborar con ONG dedicadas a mitigar el hambre y las
necesidades personales, está llamado a ser presencia de Jesucristo y a invocar
la asistencia de su Espíritu, por medio de la convivencia positiva y las buenas
relaciones humanas. Es ponerte al lado del otro, y entregar lo mejor de ti
mismo, respecto de ayuda física o moral, así como hacerlo en nombre de un ser
que nos trasciende y anima a esta comunión de vida humana, que es Jesús de
Nazaret.
Es ponernos al servicio del
principio cristiano de comunión. “Literalmente podemos decir que comunión es
algo que no hace violencia ni anula, que libera y acepta a los demás como son. La
comunión es apertura e intercambio reciproco algo que fomenta el respeto de
unos para con otros. La comunión vive del intercambio mutuo y el reconocimiento
reciproco. […]En toda comunión real hay una mezcla de las relaciones objetivas
y relaciones personales.” (El espíritu de la vida. J.Moltmann pag.237).
Hay un hambre escandalosa y que
es causa de vergüenza en pleno siglo XXI, para los que vivimos en el primer
mundo, el hambre de alimentos. Hay otras hambres. Antes las nombré. Hambres de
Ser Personas, dignas, apreciadas y alimentadas. Pongámonos junto a quien nos
necesita. Hablémosle al corazón. Démosle físicamente de comer si es necesario,
para que sacie su estomago. Pero demos de comer de lo nuestro e interior. Del Jesús
autentico, que nadie nos puede quitar. Un Jesús que nos abraza de tal manera
que nos envuelve y quiere, y anima. Un Jesús que solo en los que comparten
nuestra condición comprometida, podemos reconocer.
Por este Jesús, por este sentido
de comunión y por los que nos damos de comer: ¡¡Alabado sea Jesús, sacramentado
fragmentado, comido y repartido!!.
Abrazos. Laus Deo.
floren salvador diaz fernandez. estudiante de teología cristiana.
Podéos comentarlo en: http://www.atrio.org/2012/06/demonos-de-comer/
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