CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 9 de julio de 2014

ESTEPA, Y LA FRACTURA DE LA PAZ LOCAL

Estepa, y la fractura de la paz local


Toda España asiste al espectáculo que en estos días ofrece nuestro pueblo en los medios de comunicación. Y es triste por varias razones. En primer lugar por el sufrimiento que causan los delitos en las personas que los sufren, y en segundo lugar porque se perturba la paz de una pequeña ciudad que como pueblo que es, se gloría de tener la tranquilidad como un hábito de vida saludable. Estepa es un gran pueblo del corazón de Andalucía, y la tónica que le adorna en la mayoría de su gente, es la hospitalidad, la solidaridad y la acogida. 

Ahora bien, cuando a los ciudadanos se les deja de lado en sus reivindicaciones pues pasa lo que pasa. Nunca se debe de tomar nadie la justicia por su mano, pero escuchando esta mañana a la Delegada del Gobierno en Sevilla –Sra. Crespo- admitiendo que aun a pesar de los robos continuados Estepa está por debajo de la media provincial; casi da miedo pensar que tenemos que quedarnos de brazos cruzados esperando a superar ese porcentaje de criminalidad para que actúen las fuerzas de seguridad del estado. Créanme que este problema viene de lejos. Viene de un código penal demasiado laxo con los hurtos continuados, viene de una sociedad que asiste con temor a la caída de los servicios públicos y la atención ciudadana, por causa de la “puñetera” crisis que a todos nos están haciendo pagar, viene de un ayuntamiento con una plantilla de policía local numerosísima y que patrullan en los coches en grupo de tres y cuatro mientras las motos patrulla descansan a la sombra; vienen de una nefasta política de seguridad y protección ciudadana. Este problema ahonda sus raíces en un déficit muy significativo de educación y sentido de la urbanidad, en ciertos sectores de la sociedad. Una sociedad que por sí misma no deja de hacer esfuerzos para no excluir al diferente, al raro y al que no forma parte de la generalidad de la comunidad. Pero hay que seguir unas determinadas reglas comunes. Unas reglas que nos podrían llevar a exigir a los sujetos, que traten a los demás como ellos mismos quieren ser tratados, con respeto, dignidad y si es posible solidaridad. Lo que está claro es que todos debemos de colaborar para que estos actos vandálicos tengan un fin certero, y para que sus responsables sean llevados ante la justicia. Aun así, el tema de estas familias de características especiales no podemos tratarlo a la ligera y darles a estas personas que están en la exclusión, la medicina de más exclusión. La sociedad debe de articular desde las instituciones públicas y los servicios municipales, las actuaciones oportunas para que estas personas se integren en la sociedad, para que los niños asistan a clase y tengan cubiertas sus necesidades primordiales. Tenemos orientadores, pedagogos, trabajadores sociales…etc. Pero hay que estar bien organizados para lograr una paz duradera, y una garantía de vida digna para todos los ciudadanos, incluyendo a estos en estado de exclusión. Con esto último, no exonero de responsabilidad a nadie que haya causado el mal o se haya apoderado de lo ajeno; pero ruego que tratemos este tema con la cabeza fría para lograr que la convivencia se restablezca en Estepa sin causar más incidentes y sin permitir que ninguna familia quede marcada con el estigma de la criminalidad y la indiferencia.