Yo lo soy, sí.
La siento cerca y la tengo muy presente en mi oración en mi casa. Mis hermanos y yo nos hemos criado con ese cuadro en blanco y negro de la Virgen del Rocío y esa presencia marca la vida de una persona desde un aspecto muy positivo.
El caso es que hemos pasado allí la mañana. Ha sido maratoniano, pero ha merecido la pena y mucho. Nos hemos metido y bien metidos en bulla hasta estar a dos metros escasos de ella, momentos muy complicados que mis padres y mi tita me enseñaron a soportar. Los pies arrastrando, los codos delante para protegerte y hacerte sitio, y mirarla a ella y no entrar en pánico.
La hemos sentido muy cerca y le hemos pedido por todos, por los de allí y los de aquí. Por los niños de mi casa, por los del mundo y por todos los que han acercado a la virgen. Por las necesidades del mundo, los enfermos y por quienes durante todos estos días han caminado hacia ella por caminos y arenales tragando polvo, solo por verla a ella haciendo compañerismo rociero.
Ojalá esta bonita Virgen del Rocío nos siga acompañando en la vida, y a través de ella y su mirada serena hagamos obras buenas, construyamos mundo y humanidad, siendo sensibles y fraternos.
Gracias Tita, gracias Manolo "posaero", gracias Rocío por compartir momentos mágicos. Gracias Montse por la acogida. Gracias Susi por estar hoy allí y sentirte entre la virgen y los eucaliptos del Rocío. Gracias mama y gracias papá.
No me duelen prendas en reconocer algo. Os aseguro que no tiene precio a los 41 años, poder llorar como un niño en el pecho de mi padre intentando soportar la emoción de ver a la Virgen del Rocío.
¡Bendita!
Os dejo la oración que compuse para el aniversario de la coronación y que he regalado a la Hermandad Matriz de Almonte cediéndole los derechos.
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