CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

domingo, 2 de junio de 2019

CAMINO, VERDAD Y VIDA. No hay otra opción


De las referencias más antiguas que hay de la ascensión de Cristo, una de ellas es una antiquísima confesión bautismal de la Iglesia Armenia. También el presbítero Hipólito de Roma hacia el año 215 escribió su “Traditio apostolica”, que era un credo en el cual se hace referencia a la ascensión. “Et ascendis in caelis et sedit ad dexteram Patrix” (y subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre) reza este credo de diecisiete siglos de edad que no es cualquier cosa. 
El caso es que no es un dogma la ascensión de Cristo sino que es algo que por hacer una referencia clara las escrituras, siempre se ha contemplado como un formidable episodio de la vida de Jesús de Nazaret.
Ahora bien. La ascensión como tal es una interpretación más, de las muchas que tuvo la primigenia comunidad cristiana junto con la transfiguración y todas las apariciones que se nos cuenta en los evangelios, hechos y cartas. No es casualidad que el tiempo pascual termine con tres fiestas tan grandilocuentes, Ascensión, Pentecostés y Trinidad. Sin duda es un efecto de la liturgia el hecho de concluir tan notable etapa pascual con esta trilogía de fiestas, aunque una de ellas (la Trinidad) se enmarque más como comienzo de la segunda etapa del Tiempo Ordinario (Per anun).
Lo cierto es que estas tres fiestas encierran un sencillo mensaje que es la clave para la vida de la persona cristiana. En la ascensión Jesús nos muestra el CAMINO al lanzar un claro mensaje de que es aquí en la tierra donde tenemos que dar la talla como hijos de Dios. “Id por todo el mundo anunciando la buena nueva”. O sea, ser mis continuadores pero en la tierra. Con las personas con las cuales debemos convivir y relacionarnos y que están esperando nuestra respuesta generosa y fraterna.
Pentecostés nos da de bruces con nuestra propia realidad revelándonos la VERDAD de nosotros mismos. Puede que ante el mundo quieras ser tal o cual cosa, pero ante Dios eres lo que eres. Y NO poseerás el Espíritu mientras “te cierres a tu propia carne”, mientas renuncies a lo que eres ante Dios; ante el cual no puedes mentir. Dios quiere veracidad a su servicio, no servilismo y maledicencia camuflada de abrazos a sueldo y medias sonrisas. Para dar fraternidad a medias te la guardas y así te ahorras de engañarte a ti y pretender engañar a Dios. Pero si eres de la VERDAD, “la verdad te hará libre” –dice la escristura-.
Y la fiesta de la Santísima Trinidad nos ofrece la posibilidad de reconocernos como hijos ante las tres dimensiones que tradicionalmente conocemos de Dios, aunque hay algunas más. Ante Dios Padre, Hijo y Espíritu se nos presenta la propia VIDA del mundo de la cual venimos, a la cual contribuimos y a la cual vamos. Por eso es tan importante que reconociéndonos como hijos e hijas de Dios, obremos según la responsabilidad que tenemos ante Él y ante los hermanos.
CAMINO, VERDAD Y VIDA. Y un mensaje claro de Jesús: “Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va a al Padre sino es por mí”. Y el reflejo de Jesús de Nazaret es la persona que vive en el mundo, juntoa mí y que reclama derechos, libertades, humanidad y dignidad personal. Esto es lo importante, todo lo demás –fiestas incluidas- es accesorio. Puede que importante pero absolutamente accesorio. Como bien dijo el obispo Pedro Casaldáliga –apóstol de latoniamérica-, “todo es relativo menos Dios y el hambre”. Pues eso.
Que tengáis una buena conclusión del tiempo pascual entre ascensiones…etc. CAMINO VERDAD Y VIDA. No hay otra.
Fraternalmente, Floren.