Bueno, solo deseo pensar en voz alta. Y es que, hace días vengo recabando información sobre el misterio de la “transustanciación”, y como se dá este fenómeno sobrenatural. Me interesa mucho pensar y meditar sobre la medida, cantidad o efectividad del Espíritu Santo sobre cosas o circunstancias. Y la transustanciación es un misterio en el que es Espíritu por decirlo de alguna manera, lo hace todo.
La iglesia Católica desde antiguo –Concilio de Trento S.XV- afirma que es en el preciso momento en el que el sacerdote cubre con sus manos el pan y el vino, cuando estos alimentos dejan de ser lo que son y se trasponen en otra sustancia que por ser representativa del mismo Jesús, es considerada sagrada. Ahora bien, me pregunto yo: ¿se consagra por ser sacerdote o porque la intención de este hace que el Espíritu Santo acuda en mayor medida o efectividad?.
Entiendo que los manjares Eucarísticos, -sin denostarlos para nada- fundamentalmente tienen la finalidad de reunirnos a los hijos de Dios para compartirlos entre nosotros. Y según los santos padres, es la comunidad reunida junto al sacerdote, la que hace que Dios, de muchas maneras y entre ellas por medio de su Espíritu Santo se haga presente y reconforte a los reunidos.
No es mi intención –aunque pueda parecerlo- el manifestar que todos podemos consagrar. Pero es mi intención el afirmar que todos juntos, como comunidad podemos hacer presente a Dios y realizar una comun-unión en torno a cualquier cosa, mientras esta no nos aparte del sentido fraternal de comunidad cristiana.
Ríase usted si lo desea, pero llego a esta conclusión esta tarde cuando veo el fervor que une y hace brotar toda clase de ilusiones entre los que comparten una misma afición deportiva ante el futbol de la selección española, y por ello se ilusionan ante un final previsiblemente exitoso -. Son corazones que laten y se movilizan, por medio de alegrías o decepciones, y esos sentimientos tan a flor de piel, yo los considero parte de la humanidad del hombre y por ello reflejo del rostro de Dios en cada uno de nosotros.
De esta manera concluyo, que tengan unos la capacidad exclusiva de consagrar o bendecir, y aunque parezca que esto les otorga un determinado grado de superioridad ante e pueblo de Dios; nuestra preocupación o anhelo como cristianos, debe ser el hacer que cada momento sea litúrgico, ocioso o deportivo, lo vivamos con la necesidad de hacer presente a Aquel que nos trasciende y en el que creemos poner nuestras esperanzas, para sacramentalizar nuestra unión y legitimarnos como hijos.
A los que no lo vivan con un sentimiento cristiano, ojala les invada una deseable y humana colectividad, para hacer de cada comportamiento una oportunidad para dejar bien alta la condición de ser vivo y humano racional.
Buenas tardes… perdón por el rollo.