Decía San Bernardo
«El amor basta por sí solo,
satisface por sí solo y por causa de sí.
Su mérito y su premio se identifican con él mismo.
El amor no requiere
otro motivo fuera de él mismo,
ni tampoco ningún provecho;
su fruto consiste en su misma práctica.
Amo porque amo, amo para amar.
Gran cosa es el amor,
con tal que se recurra
a su principio y origen,
con tal que vuelva siempre a su fuente
y sea una misma emanación de sí mismo»
(Sermón 83).