Buenos días.
Ayer día de la virgen de la Paz, sin lugar a dudas es un día en el que desde hace años, doy particular gracias a Dios y a la vida, por las vidas de mis sobrinos. De todos ellos que nos alegran la vida familiar y son esperanza para el mundo. Manuel, José María, Pablo, Antonio Jesús, Epi, Manolo, Salva, María.
La eucaristía fue presidida por un fraile menor pero con los pies muy en el suelo, y al que admiro y recuerdo con mucho afecto. No olvidare aquellas confesiones mutuas entre café y magdalenas ahogadas en el café, tras la cual mutuamente nos absolvíamos los pecados –entiéndaseme-. Desde aquella época pasada, la confesión para mí nunca fue lo mismo.
Y hoy es la conversión del apóstol Pablo, llamado por Manuel Santos “el apóstol de las gentes”. En el oficio de Laudes celebrado hoy en la ermita, he recordado de manera muy querida, a un gran amigo que volvió recientemente al cristianismo y con el que comparto la bella experiencia de la fe.
Y de corazón he pedido por él al Señor, para que le ilumine y todos los que le rodeamos, seamos reflejo de un cristianismo sin tacha.
Igualmente hoy abro el blog de mi amigo José Mª Castillo, y veo el titulo de su entrada más reciente: “¿Y sin nos quedamos sin sacerdotes?”.
Antes de leer su escrito reparo en esta sugerente pregunta que yo me contesto de inmediato y que luego puntualizo.
Creo, que si nos quedamos sin sacerdotes no pasa nada. La iglesia continuará, pues ésta se creo sin ellos y puede que acabe sin ellos. Y me atrevo a ir un poco más allá al admitir, que por muy necesaria que sea la eucaristía para la vida de nuestra iglesia –que lo es-, igualmente sin eucaristía es posible la vida de la iglesia. Porque la eucaristía ceremonial o ritualmente hablando, tiene un límite para llegar a todas las personas, en cuanto que su celebración la santa sede la entiende como exclusiva de los sacerdotes. El sacerdote celebra con o sin el pueblo, pero el pueblo no puede celebrar el ritual eucarístico. Por ello entiendo que la eucaristía es la esencia del ministerio ordenado, en el cual se incardina el poder jerárquico de estos sobre el resto de la comunidad.
Pero cuando me refiero al sentido eucarístico como sacramento de fraternidad -exento de ritual alguno-, de los que en torno a Cristo y acogidos al puro “Kerigma” del evangelio, comparten sus vidas o una experiencia concreta, entiendo que el valor sacramental todos y cada uno de las personas lo podemos vivir y experimentar, haciendo a Dios presente.
Demasiadas veces los que accedemos al conocimiento teologal, nos encontramos con infinidad de maneras de hacer a Jesús presente, y variados símbolos por medio de los cuales Cristo Jesús se hace presente.
Tenemos la luz, tenemos la Palabra, tenemos al Resucitado y lo que es mejor, nos tenemos a nosotros mismos.
Atemperen los ánimos, aquellos que interpreten mis palabras como apologéticas para la supresión de la eucaristía, ¡¡no!!. Allí igualmente se puede encontrar la esencia eucarística como sacramento de fraternidad. Pero, podemos asistir a misa e irnos tan panchos, sin habernos enterado de nada. Era de difuntos y solo quería dar el pésame, era una boda y solo me importa el traje del novio, eran cultos de hermandad y solo me preocupaba mi propia imagen…etc. Y tiene allí, un trozo de pan para compartirlo con tu igual en nombre de Jesús, y quizás pasas de él.
Por ello, en este día de la conversión del apóstol Pablo de Tarso –el cual creo que era laico-, pido al Señor, para que busquemos la esencia de las cosas, para que contemplemos la quietud del tiempo, la sucesión de los minutos y sepamos encontrar a Jesús en nuestras vidas. Da igual la manera, poco importa la forma. La esposa, el esposo tu familia el hermano…, la flor, un texto, una mirada…etc.
¿Cuantas cosas debemos de convertir en propia vida humana, antes de plantearnos una conversión propia?
Pasad un buen día.
Paz y bien.