Curas-testigos a los cincuenta años del Vaticano II
JULIO PÉREZ PINILLOS, jppinillo@yahoo.es
RIVAS VACIAMADRID (MADRID).
Dejando sentado que fue nuestra práctica ministerial, el acompañamiento a las comunidades y movimientos socio-eclesiales y nuestra decisión firme de trabajar como curas obreros lo que impulsó y validó esta experiencia presbiteral, queremos hacer mención –de pasada pero obligatoria por ser fundante- de los tres documentos del Vaticano II que influyeron en nuestro proceso: "Lumen Gentium"o el sentido de Iglesia-Pueblo de Dios, "Gaudim et Spes" o el compromiso de la Iglesia con el pueblo y "Presbiterorum Ordinis": o cómo y para qué del cura en la comunidad.
Por fin el Concilio aprobó lo que el Vaticano venía prohibiendo: ¡curas obreros¡
Es sugerente partir de este enfoque a la hora de revisar los distintos talantes y estilos de curas al servicio de los creyentes y de las comunidades cristianas en ambientes obreros, con significativa actualidad en el día del seminario, fecha elegida por las diócesis para reflexionar sobre los candidatos al ministerio presbiteral. En razón de la brevedad exigida, subrayaremos, solo en forma de apunte, cuatro campos específicos en los que los curas obreros aportamos significativamente:
En nuestra relación social con el mundo obrero significamos y aportamos un factor de aproximación evangélica y social de cara a la separación histórica entre la Iglesia y la Clase Obrera, que tanto hacía llorar al cardenal de París, E. Suhard. Además aportamos una colaboración sencilla pero significativa en el surgimiento y consolidación del incipiente y clandestino movimiento obrero al aceptar las inherentes consecuencias de despido, cárcel, y marginalidad que el compromiso obrero conllevaba. El concilio Vaticano II acababa de indicar el camino a seguir al definir a la Iglesia no como sociedad perfecta y estratificada en vertical sino, como "Pueblo de Dios" todo él corresponsable e indefectiblemente al servicio de Reino que Jesús vivió y anunció, de tal modo que la iglesia solo tiene sentido como cuerpo, camino y mediación del Reino de justicia y de liberación que Jesús practicó y proclamó, tal y como acababa de recoger el mismo concilio en su magistral documento "Gaudium et Spes".
En nuestra vivencia de la Iglesia de Jesús procuramos una comunidad de creyentes comprometidos con lo real en hechos y en palabras y con un acompañamiento entre iguales en nombre del Evangelio, dentro de una Iglesia que sale al encuentro del mundo y del movimiento obrero: en las fábricas, construcción, hospitales y barrios. Desde este enfoque eclesial se facilitó una opción clara a favor de pequeñas comunidades adultas con una formación catecumenal fuerte, que nacen como búsqueda de un espacio de libertad tanto dentro de la Iglesia –"ni fuera ni en paralelo"- como dentro del mundo obrero, y que aparecen como caja de resonancia crítica de lo que nos rodea y nos preocupa y como espacio de compromiso operativo en favor del mundo obrero por el que se habían decidido la mayoría de ellas. También trabajamos los curas obreros a favor de una comunidad –parroquial o no- capaz de vivir de sus propios medios económicos sin dependencia del dinero del Estado ni en sus gastos de funcionamiento ni en la paga de su cura. [...] (sigue en eclesalia.net)