DOMINGO I, ADVIENTO CICLO “C”. Sábado 28 de Noviembre de 2015
Plegaria de alabanza y petición (a dos coros)
Padre todo bondadoso que nos amas y nos buscas.
Con toda la capacidad de admiración
que anida en nuestro corazón queremos bendecirte,
diciendo: Eres nuestro Padre,
tu nombre de siempre es “Nuestro Salvador”.
Nos has elegido antes de la creación,
bendiciéndonos con toda clase de dones
para que llegáramos a ser personas adultas.
Lo que contemplamos todos los días,
desde la más pequeña semilla
hasta el movimiento de los astros,
nos revela hasta qué punto
has sembrado el mundo de poder y energía.
Te has volcado sobre nosotros
dándonos la luz de la inteligencia,
la fuerza de la voluntad, el calor del amor,
la capacidad para el trabajo,
el sentido de hermanos para desplegar la fraternidad.
El proceso de nuestro desarrollo personal,
la revolución de la historia, el dominio del mundo,
la organización de la sociedad, son proyectos posibles
porque Tú nos acompañas y juntos,
tenemos fuerza para consumarlos.
Por lo cual, unidos a los que esperan,
te damos gloria, unidos todos juntos en la oración
que nos enseño Jesús:
PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN LOS CIELOS… (todos)
(Sigue a dos coros)
Bendito seas, Padre, por Jesús, que viene en tu nombre.
Su vida nos revela que Tú eres “un Dios
entre los hombres
y mujeres del mundo”.
Tu eres nuestro Dios, nosotros somos tu pueblo.
El mundo no te es ajeno; eres el Dios del mundo.
Por eso te entregas todo, porque nos amas.
En la Cruz se nos revela el impensable misterio del
mundo:
un mundo salvado de la maldición
y un Dios maldito por amor al mundo.
Gracias te sean dadas a ti mil veces
porque eres nuestro y somos tuyos,
unidos para siempre con alianza eterna.
Por eso has resucitado a Jesús, porque Tú estabas con El
y no podías permitir que lo tuyo pereciera.
Haz, Padre, que la invocación de tu Espíritu
haga que tu Palabra –aquí presente- cale en nuestra vida,
hasta hacerla fecunda como la semilla caída en tierra
buena.
Que esta Palabra nos lleve hasta la presencia
permanente y real de Jesús, a fin de que nosotros,
testimoniando con Él, nos edifiquemos según tu voluntad.
Padre, recordando la muerte y resurrección de Jesús,
y escuchando la voz de tus profetas
que nos animan a confiar en un mundo mejor;
te pedimos que aceptes de buen grado
nuestro propósito de querer trabajar por tu Reino
y de “preparar un camino a tu Hijo Jesús”.
Siendo así, y siendo cada uno de nosotros jóvenes o
adultos,
construiremos un mundo joven en el cual Jesús sea la
novedad.
Unidos a Jesús, luz en el camino de nuestra vida,
te bendecimos Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Adaptación de la Plegaria
DIOS SALVA, Jesús Burgaleta)