Los días de
incertidumbre han concluido. Tristemente. Muy tristemente. Demasiada tristeza. Los
esfuerzos han sido enormes. La emoción contenida de todo el país. El trabajo
tan grande de policía, guardia civil y voluntarios, así como bomberos, personas
todas que han puesto sus vidas en peligro por intentar recuperar una vida, por
pequeña que fuera; pero una vida que a todos nos cautivó con su mirada inocente
de pescadito de colores, lleno de alegrías, luz y simpatía.
Mientras todo esto sucedía, ¡quien nos lo iba a decir! El demonio
estaba en la propia familia, ahí, trazando el mal, dejándose llevar por unos
turbios sentimientos que probablemente radiquen en el resentimiento o en unos
celos insoportables. Como siempre, como en todo conflicto armado, colectivo o
individual, las víctimas son los inocentes. Quienes nada tienen que ver en el
origen de las cosas. Aquel pequeño trayecto desde casa de su abuela al pobre
Gabriel le costó la vida. Una pequeña vida que ha caminado demasiado pronto a
la Casa del Padre, en el cielo.
Nuestro sentimiento primigenio nos lleva desearle a la
supuesta asesina lo peor. En estados unidos probablemente le costaría su vida. Una
vida por otra vida, pero estamos en un país civilizado, donde el estado de
derecho establece que todo posible criminal tiene opción a la reinserción,
pagando su deuda a la sociedad. Pero Gabriel, ya nadie se lo va a devolver ni a
su padre ni a su madre ni a su familia y amigos.
En el “Via Crucis” del Calvario le hemos tenido muy presente
a este pequeño y su familia, con mucha emoción.
ORACIÓN POR GABRIEL
Dios y Padre bueno que nos amas y nos buscas.
Esta tarde
hemos acompañado a tu hijo Jesús
en el camino hacia la cruz.
Una cruz donde
hemos podido contemplar
a los injustamente tratados y asesinados
por la
crueldad humana.
Permítenos Padre, que ante la cruz de Jesús,
optemos por la
esperanza en la resurrección,
desde las entrañas de misericordia.
Trabajando en
la construcción de una sociedad justa.
Admirando la vida y la necesidad vital
de vivirla
en amor y fraternidad.
Guarda en tu paz a los familiares de este
pequeño,
con el que se nos ha ido un poco de nuestra alma.
Y a él, Gabriel, el
pescadito,
concédele un espacio lleno de luz, a tu lado;
porque junto a Ti –origen
de la vida-
iluminará la vida de sus familiares y amigos,
pues Tu Luz, Padre
bueno, nos hará ver la luz.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
#TodosSomosGabriel