CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 9 de marzo de 2018

OS LO REPITO, ¡ESTAD ALEGRES! (Filp 4,4b)




La Iglesia Católica no es una institución que se caracterice por la alegría, no. A lo largo del tiempo hemos confundido la seriedad del culto a Dios, con la condición de imbuirse de tristeza para entrar en el misterio, algo completamente erróneo. He escrito en más de una ocasión, que esta situación sobre todo se da en el tiempo litúrgico en el que estamos, la cuaresma. Siento generalizar, pero es un tiempo que se aprovecha más desde el plano cultural que el religioso.
Pero aun así son muchas las personas las que se privan de tal o cual alimento o acuden con más solicitud a las prácticas penitenciales. Bien, perfecto. Pero no debemos de dejar de lado, en primer lugar que por mucha seriedad que queramos aplicar en nuestro culto, o por mucho dolor que desprenda la representación de las imágenes de la semana santa, tanto de nuestro señor como de su madre, María; -digo que- no perdamos de vista que el encuentro con Dios (con el Señor) es siempre un encuentro gozoso. 

Recuerdo hace poco que mi sobrino Manolo vino conmigo a la ermita al rezo de la hora “Nona” a las tres y media. Cuando nos disponemos a leer los salmos tomamos asiento y él cruza su piernecita en una postura cómoda, no de desahogo. Me mira y al ver que no lo censuro me pregunta: -Tito, ¿por qué dicen que no se puede cruzar la pierna en la Iglesia? 
Yo le expliqué que desde luego que se puede cruzar la pierna, sí así se está más cómodo. Pero que lo que no debe perderse es la atención en el culto divino y desde luego el respeto. Y que desde luego a Dios le interesa mucho más nuestras buenas intenciones y nuestro deseo de “encuentro” que nuestra postura. 
Pues esta mañana en Laudes al leer el salmo 99 pensé en este tema, y en la necesidad que tenemos de contextualizarlo en nuestra vida de fe. Estamos en cuaresma, pero la cuaresma pasará. Nos alegraremos, pero la alegría no radicará en el encuentro con el Señor, sino en otros aspectos, necesarios pero que suponen una carencia notable para la vida del creyente. ¿El entusiasmo cuaresmal de creyentes y cofrades, se transformará en alegría pascual desbordante? Pues no sé, soy pesimista al respecto. 
Sí, lo siento. Es por ello que como servidor del altar en el Triduo Pascual (*), noto desde hace años una desvinculación total de los creyentes con estas celebraciones religiosas, primordiales para actualizar en nuestras vidas y en nuestras comunidades el paso del Señor por nuestras vidas (Éxodo 12.1-8.11-14). No sé si sabéis que en el Templo de Jerusalén existía un salterio, o sea, un compendio de Salmos organizados por temas, utilizados por los fieles según el estado de ánimo por el que acudían al Templo al encuentro con el Señor. 
“1 ¡Cantad al Señor con alegría, habitantes de toda la tierra! 2 Con alegría adorad al Señor; ¡con gritos de alegría venid a su presencia! 3Reconoced que el Señor es Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado! 4 Venid a sus puertas, entrad en su templo cantando himnos de alabanza y gratitud. ¡Dadle gracias, bendecid su nombre! 5 Porque el Señor es bueno; su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin.” 
(Salmo 99) La persona que escribe este salmo es alguien que por un largo periodo de tiempo no ha podido acudir al Templo, corazón del culto judaico, ni siquiera una vez al año como tiene prescrito. Quizás la distancia de su pueblo donde residía, circunstancias colaterales…etc. Lo cierto es que su anhelo se ve colmado al cruzar sus puertas. Su andar hasta el Templo es la culminación de un proceso evolutivo en el cual su fe se ha visto muy fortalecida. 
Es un salmo parecido a los llamados “cantos de las subidas”. Uno muy popular es, “que alegría cuando me dijeron…”. Ojalá nos prestemos a esta ansia del encuentro con el Señor. Ojalá participemos de las celebraciones religiosas de la Semana Santa, pues su intensidad es tal, que difícilmente se comparan a otras celebraciones de la vida del creyente. 
El Señor dio un testimonio duro, contundente, llego de dolor y pasión; pero todo se tornó en gozo y felicidad. En gozo desbordante, en anhelo y acción de gracias. Así, queridos hermanos
y hermanas, aun a pesar de todas la posibles cosas, “os lo repito, ¡estad alegres!”.
Fraternalmente, Floren.
*Triduo Pascual: son las celebraciones litúrgicas que conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Comienza el jueves santo con la misa “De la cena del Señor” y culmina con la Vigilia Pascual el Sabado Santo “De la Resurrección del Señor”.